Proyecto piloto para frenar piedras y aludes en 60 km de alto riesgo de Laruns a Biescas

El Espacio Portalet investiga soluciones inspiradas en la naturaleza, con menos hormigón, para mejorar la seguridad en la carretera. Uno de las curiosidades es el uso de la dendrocronología, que estudia las secuencias de los anillos de los árboles.

Cuatro imágenes de los problemas en los 60 kilómetros que van de Laruns a Biescas.
Cuatro imágenes de los problemas en los 60 kilómetros que van de Laruns a Biescas.
Espacio Portalet

En los 60 kilómetros que separan la localidad francesa de Laruns y Biescas, la carretera está expuesta a muchos peligros hidrometeorológicos adversos como aludes, deslizamientos de tierra, formación de ventisqueros, caídas de rocas, bloques de hielo y árboles, hundimientos del terreno, avenidas torrenciales y presencia de hielo y nieve en la calzada. Es una zona de montaña donde las infraestructuras tienen que luchar contra la potencia de la naturaleza. 

Para mejorar la seguridad sin recurrir necesariamente al hormigón, la Asociación Europea de Cooperación Espacio Portalet, en la que colaboran el departamento francés de Pirineos Atlánticos y el Gobierno de Aragón, ha lanzado un proyecto pionero, denominado Phusicos, que pretende prevenir los peligros naturales recurriendo a soluciones naturales como las estructuras de madera obtenidas del propio bosque o la plantación de vegetación autóctona.

La A-136, en la parte española, y la RD-934, en la francesa, con una circulación de entre 400.000 y 1.000.000 de vehículos por año, son dos carreteras vulnerables por el alto riesgo para el tránsito vinculado a peligros naturales. En los últimos años, la caída de rocas y lavas y las avenidas torrenciales han provocado retenciones, cierres y accidentes mortales y con lesiones.

Este jueves, se ha programado una visita en la que participan actores del territorio, para analizar con ellos el alcance de problemas como la erosión y la caída de bloque a la carretera para empezar a valorar posibles soluciones técnicas. Se les mostrarán los dos puntos seleccionados por el proyecto para actuar, a modo de experiencias piloto, en ese recorrido de 60 kilómetros. 

Uno es el sitio de Santa Elena, en Biescas, una ladera muy alta, de 50 metros, que se va erosionando y pierde material que va a parar a la carretera. En este caso se plantean soluciones basadas en terrazas de mampostería, mejora de drenaje y del suelo y plantación de vegetación autóctona. 

El otro punto es Artouste, en Laruns, a 5 km de la frontera de Portalet. Es una ladera boscosa con presencia de macizos rocosos que pueden afectar a la calzada. Las soluciones propuestas están relacionadas con la limpieza y saneamiento de esos macizos y medidas para la estabilización y retención de bloques, dando prioridad al uso de estructuras de matera obtenidas del propio bosque.

El objetivo es demostrar que las soluciones inspiradas en la naturaleza para reducir el riesgo de eventos climáticos extremos, especialmente en áreas vulnerables como las zonas rurales de montaña son “técnicamente viables, rentables y aplicables”.

El proyecto Phusicos se prolongará hasta el 2022 y está cofinanciado al 60% por el programa europeo Horizonte 2020, dedicado a la investigación y la innovación. Se han seleccionado tres sitios experimentales a gran escala en Italia, la frontera franco-española y Noruega. Tiene en cuenta que en el periodo 2008-2015, las tormentas, inundaciones y deslizamientos de tierra representaron el 64% del daño causado por desastres naturales en los estados europeos, y los pronósticos indican que estos fenómenos van a más por el cambio climático y en el uso de la tierra y las actividades humanas.

El director del Espacio Portalet, Santiago Fábregas, valora el proceso participativo iniciado para mostrar este jueves a los agentes del territorio qué se va a hacer y cómo, escuchando sus aportaciones. En el mismo están implicados ayuntamientos, centros de investigación o asociaciones profesionales.

Cuando los árboles hablan

Una de las curiosidades es el uso de la dendrocronología, la ciencia que estudia las secuencias de los anillos de crecimiento anuales de árboles para analizar sus patrones espaciales y temporales. Sus variaciones pueden deberse a agentes biológicos (plagas), climáticos (sequías) o físicos (avalanchas). El Espacio Portalet está trabajando con un experto de la Universidad de Ginebra que a partir del análisis de los cilindros extraídos, como si se tratara de una biopsia, hace una lectura de qué fenómenos naturales han podido afectarle, entre ellos la caída de pidras

"Se ha hecho un estudio con un muestreo. Donde se produce la caída de piedra no hay población y no sabemos cuántas veces y en qué momento ha ocurrido, pero los arboles siempre están y si impactan contra ellos, queda un registro. Esto permite establecer una frecuencia y saber si han caído bloques cada 10 o 20 años, datando así eventos que no conoces porque no había nadie allí", explica Fábregas. 

El director del Espacio Portalet aclara que el uso de soluciones naturales no quiere decir que se recurra solo a elementos biológicos. "Son más acordes con la naturaleza, más integrados paisajísticamente, con menos consumo de hormigón y de elementos metálicos, con menos huella ecológica", dice, pero esto no descarta los otros materiales en los casos que sea necesario. 

Por ejemplo, en Santa Elena la idea es trabajar con muros de piedra para modificar la pendiente y luego acometer una revegetación, "como se ha hecho toda la vida en el Pirineo". La solución se basa en un ejemplo "muy interesante", a su juicio, al lado de Biescas, el barranco de Arratiecho, donde se realizó una restauración en 1904, de las más antiguas de España, con banquetas de tierra para escalonar una ladera.

 

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