Huesca

La Confianza cumple 150 años como la joya más preciada de la familia que la cuida

El ultramarinos en activo más antiguo de España se fundó en 1871 y está en Huesca. La pandemia condiciona los actos que los Villacampa-Sanvicente tenían pensado organizar para celebrar este redondo aniversario. 

Huele a café, cúrcuma, chocolate, galletas... A pesar de la mascarilla, es imposible permanecer indiferente a todo el universo de aromas que se recibe al entrar en La Confianza, el ultramarinos en activo más antiguo de España y, tal vez, de toda Europa. Puede que sea el único en el mundo que mantiene el establecimiento como estaba en 1871, cuando se abrió al público en la plaza López Allué, en el centro de Huesca.

Víctor Villacampa, al frente del negocio, relata sin titubeos la conocida historia de la tienda, fundada hace 150 por un francés adinerado, Hilario Vallier. Su nombre se lee en las letras del marco del gran espejo, que sigue en el lateral donde él lo colocó. Como todo, incluidos los frescos que León Abadías pintó en el techo con alegorías del comercio dejando la fecha de su obra.

Esta integridad en la forma, que refleja el romanticismo del estilo victoriano del finales del siglo XIX, es lo primero que llama la atención al visitante. Las estanterías, el suelo de mosaico hidráulico, los cajones, el mostrador, las puertas de entrada en embudo, los escaparates... Todo, todo es original y está igual que hace 150 años, salvo la caja registradora y la cámara de frío, y hasta el bacalao, producto estrella de la casa, se corta con la misma cizalla,

Esta atmósfera, intacta, ha contribuido a hacer de La Confianza un atractivo turístico que no conoce fronteras. Por aquí han pasado viajeros llegados de los confines del mundo: Australia, Estados Unidos, Canadá, Tierra del Fuego (Argentina), China, Japón, muchos de los países de Europa y, por supuesto de toda España.

Entre las personas famosas hay deportistas, actores, políticos, escritores, periodistas... María Jesús Sanvicente (madre de Víctor Villacampa) espera desde hace tiempo la visita de los Reyes de España. Su presencia colmaría la galería de reconocimientos que esta mujer atesora en su casa y su memoria. Premio a la tienda 'más antigua' de España (2011), Premio del Consejo Europeo de Mujeres Emprendedoras, Premio Madame Commerce de France, Premio al concurso Escaparates de leyenda... "Que yo tenga contados, hay 57 premios, y se agradecen mucho", dice su hijo.

María Jesús San Vicente y su marido, Antonio Villacampa, ya fallecido, han estado décadas a cargo de La Confianza, que adquirió este nombre en 1909. Ella, la mayor de cuatro hermanas, estudió Magisterio, pero su futuro estaba tras el largo mostrador de madera porque así lo decidió su padre. "Y no me arrepiento"», dice. Seguirá al pie del cañón hasta que pase la pandemia. "Espero que esté aquí hasta el final de los finales, yo creo que aguantaré para rehacer mi equipo y trabajar y gente menuda tenemos... Confío en que alguno se quede con el negocio", comenta Víctor.

María Jesús Sanvicente mira hacia la plaza López Allué desde la tienda.
María Jesús Sanvicente mira hacia la plaza López Allué desde la tienda.
Pablo Segura/Lucía Valenciano

El hijo recuerda que su padre era "un hombre muy sensible para lo antiguo". "Llegó a La Confianza al casarse y entendió que esto tenía que conservarse y mi madre hizo la misma lectura", explica Víctor. "Cuando mi hermana y yo éramos críos, lo último que hubiera querido era quedarme aquí, era una tienda de alimentación como otras y no conseguía ver la belleza que me decían que había", cuenta. Ahora, todos tienen la certeza de que poseen algo único. "Para nosotros era algo normal, el sitio donde me he criado, corriendo por detrás del mostrador, y estoy orgullosísimo de que la gente pueda disfrutar de esta belleza, esta reliquia", dice. 

La bodega

Antonio Villacampa también 'descubrió' la bodega, un espacio al cual no se podía bajar porque siempre estaba anegado. "Tiene un manantial propio y rezumaba mucha agua", explica Víctor. Precisa que su padre llevaba ya tiempo en la tienda cuando decidió que había que recuperarlo porque "que tenía que ser precioso". "No había ni luz, no se podía bajar pero él decidió hacerlo y descubrió el sótano", relata, detallando que "la primera vez que bajé tenía 8 años y él me llevaba en brazos, yo alumbraba con una  linterna y me quedé sorprendido porque no la había visto nunca".

"Cuando abría aquella puerta, con el olor que te venía, a moho y humedad, me preguntaba si ahí estaba el infierno, pero cuando vi aquel espacio me quedé maravillado"

Como en la mayoría de los inmuebles, lo que hay abajo o arriba y está cerrado, es para los niños un gran misterio. "Cuando abría aquella puerta, con el olor que te venía, a moho y humedad, me preguntaba si ahí estaba el infierno, pero cuando vi aquel espacio me quedé maravillado", recuerda. Antonio y María Jesús fueron desescombrando aquel lodazal. El marido instaló las primeras luces y, poco a poco, se fue recuperando. "Hace unos 16 años  decidimos hacer una obra digna, sanear la bodega y ponerla en funcionamiento como bar-restaurante, que es lo que es ahora", precisa Víctor. Aquí se han celebrado cumpleaños,  comuniones y reuniones de trabajo. "Tenía un carácter de privacidad que la pandemia ha coartado, pero seguiremos adelante y volverá a ponerse en marcha cuando pase todo esto", asegura.

La clientela

La clientela, como el establecimiento y el turismo, es otro de los pilares de La Confianza. Lo han vuelto a comprobar con la pandemia. "Fue una bofetada, nos quedamos tristes y confusos, como le habrá pasado a tantos comerciantes", explican. "Los clientes nos han cuidado, hemos necesitado ese alpiste diario para resistir y sobrevivir en tiempos muy complicados", cuentan.

Víctor explica que para este aniversario tan redondo tenían la intención de preparar varios actos y celebraciones, "pero ahora, lo importante es que esta crisis sanitaria termine, que alcancemos la inmunidad de rebaño lo antes posible". Aún así, admite que están preparando "cosillas", buscando apoyos y que harán una reunión de familia "para ver qué podemos ir sacando adelante".

La tienda no se entiende sin la familia. La madre, la hermana y la tía de Víctor han pasado muchas noches ayudando a montar los famosos escaparates, con decorados y autómatas, como le gustaba hacerlos a su padre. "Creo que el mejor márquetin que tiene un establecimiento es el escaparate porque quien lo ve ya está en tu puerta", afirma.

Las ganas de avanzar también son seña de la casa de los Villacampa-Sanvicente. La Confianza ya está incorporada al comercio ‘online’. "Nos faltaba tiempo y una estructura para hacerlo, pero durante el confinamiento, la plataforma Compra en Huesca nos ofreció la posibilidad", señala Víctor. "No sabía yo que se podía vender tanto y tan lejos y me sorprende que alguien de Sevilla te pida nueces o judías...", explica. 

Oferta de compra o cambio

La tienda, un legado compartido, tiene una larga historia, pero también un prometedor futuro anclado en el compromiso familiar. María Jesús indica que han tenido ofertas para venderla o transformarla en un supermercado. "Viviendo mi marido, una persona acaudalada vino y nos dijo que quería comprar la tienda. Le dije que no tenía dinero para ello y el otro contestó que sí, que tenía mucho y podía pagar lo que le dijéramos", rememora. "Yo le contesté, y lo sigo diciendo: Vale tanto que no vale nada pero no vale nada porque vale tanto", dice la madre. 

"Entrar en esta casa casa es sentirte arropado por su belleza, por su historia, por la huella de nuestros antepasados… No existe dinero en metálico suficiente para pagarlo"

Con su sabiduría y edad afirma que "lo que es corazón y sentimiento no tiene precio": "Entrar en esta casa casa es sentirte arropado por su belleza, por su historia, por la huella de nuestros antepasados… No existe dinero en metálico suficiente para pagarlo", manifiesta.

La familia Villacampa-Sanvicente no pone reparos a la hora de desvelar anécdotas y detalles de La Confianza, pero no mencionan el trabajo que conlleva mantener un tesoro del que presumen todos los oscenses y que difunde, además de los turistas, los medios de comunicación de todos los continentes. Un ejemplo de este esfuerzo es abrir y cerrar cada día, los portones de hierro que blindan la tienda. Son unas puertas que hay que asegurar con unas barras gigantes y ellos lo asumen como un ritual. Podrían poner un candado o una reja o dejar los cristales con una alarma, que es lo que habitual ahora. Pero b

 

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