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"Voy de casa al campo y del campo a casa, solo paro lo justo. Esto es para asustarse"

Las autoridades sanitarias y locales de Lanaja han pedido a los vecinos restringir sus salidas durante diez días para atajar un brote de casi 50 positivos y el mensaje ha calado.

El mensaje de las autoridades sanitarias y locales ha calado entre los vecinos de Lanaja, a los que han pedido restringir a lo imprescindible sus salidas a la calle así como evitar durante diez días los desplazamientos fuera de este municipio monegrino, incluidos los pueblos cercanos. Las calles están casi vacías. No hay corros en la plaza ni ‘capazos’ frente a la tienda o la panadería. Tampoco se ven mayores apostados por la travesía.

El brote es serio. Todos conocen las cifras: casi 50 contagiados sobre una población de 1.100 censados. Y, por si alguien carece de acceso al bando móvil o las redes sociales, las recomendaciones de Salud Pública se pregonan dos veces al día. "Yo voy de casa al campo y del campo a casa. Solo paro lo imprescindible", dice José María Ezquerra, vecino de Lanaja, detenido con su tractor en la gasolinera local. "Es para asustarse", apostilla. A unos metros de distancia, Beatriz de Sousa, vecina de Cartuja de Monegros, despacha a la clientela. La joven reconoce que estos días acude a su trabajo con "cierto miedo". "Atendemos lo más rápido posible y evitamos que la gente entre al interior", explica.

La gasolinera, que está junto a la travesía de la A-129, es casi el único punto con algo de movimiento. Son las 11.00 y nadie asoma por las calles adyacentes. El pabellón y el parque infantil están precintados. Y el bar de la calle Mayor, cerrado. Tampoco hay nadie junto a la panadería. A unos pasos de allí, muy cerca de la plaza, Antonio Alandés y Miguel Naval se despiden a distancia. "Me vuelvo a Valencia", señala el primero, después de haber pasado unos días en la localidad, con el fin de "darme vuelta por las tierras y arreglar unos asuntos". «Tengo un justificante», argumenta. "A ver si te vas a llevar el virus", le advierte Naval, sin abandonar el umbral de su vivienda. "Salgo lo justo", dice.

El alcalde, hospitalizado

Alberto Boltaina también saluda a distancia a otra vecina. "Hay que ir con precaución y cautela", señala el joven, que ya superó tiempo atrás la enfermedad. Y, por suerte, lo hizo sin ningún síntoma. No ocurre lo mismo con una parte importante de los ahora contagiados. Algunos incluso han tenido que ser derivados al hospital, entre ellos, el propio alcalde del municipio, Gerardo Castillo. Ante ello, la teniente de alcalde, Inés Artero, insiste en que "más allá de las cifras de contagios, lo que nos preocupa es el estado de los afectados, ya que algunos casos se están complicando". "La carga viral debe ser alta, a la vista de la situación de algunos vecinos y la rápida propagación", añade.

Fuentes sanitarias, ya confirmaron la existencia de una clara transmisión comunitaria, que había favorecido la propagación del virus y afectado a varias familias.

La edil descarta relación alguna entre el brote y la festividad de San Sebastián, patrón de la localidad, ya que los primeros casos "aparecieron incluso antes del pasado 20 de enero y además, ni hubo actos ni ambiente festivo". "Nos mantuvimos vigilantes y no se hizo ni una sola hoguera", asegura. Solo hubo misa en la iglesia y, al ser entre semana, «había menos gente que un domingo cualquiera", apostilla. "Desde el ayuntamiento, hacemos todo lo posible, insistiendo en la prudencia y la responsabilidad individual. Solo podemos esperar que los afectados pasen la enfermedad de la mejor manera posible", señaló Artero.

Además de suspender actividades y cerrar espacios municipales, el consistorio ha contactado con las personas que residen solas y además, se ha ofrecido a realizar por ellos o por cualquier otra persona que lo precise compras de alimentos y medicamentos. También han repartido mascarillas con protección FFP2.

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