La Fiscalía valora si se cometió una imprudencia grave en la cacería donde murió la osa Sarousse

El informe policial y la necropsia descartan intencionalidad del cazador pero se estudia un posible delito por organizar una batida de jabalí en la zona de hábitat del ejemplar sin tomar medidas de prevención.

Imagen tomada con una cámara de fototrampeo de la osa Sarousse.
Imagen tomada con una cámara de fototrampeo de la osa Sarousse.
Gobierno de Aragón

La osa Sarousse murió probablemente de forma accidental, cuando el animal se acercó al cazador y este le disparó por miedo. Sin embargo, la Fiscalía de Huesca, siguiendo instrucciones de la de Medio Ambiente de Madrid, se está planteando exigir responsabilidades penales por imprudencia grave respecto a la organización de la batida de jabalí en la zona donde vivía la osa, una especie protegida en peligro de extinción. Según fuentes del caso, a la vista de los informes, el Ministerio Público descartaría intencionalidad por parte del cazador, pero no un posible delito por no tomar medidas de precaución en la cacería ante la presencia del animal. Los hechos ocurrieron el 29 de noviembre en el municipio de Valle de Bardají, en la comarca de la Ribagorza.

El autor de los disparos figura de momento como investigado. Las diligencias instruidas hasta ahora por el juzgado de Boltaña coinciden en la ausencia de dolo. El último informe aportado es el de la necropsia, realizada por un veterinario del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca, dependiente de la DGA.

Lo que dice la autopsia

Según el examen del cuerpo, el animal cayó abatido por dos disparos de rifle con munición revestida de latón. Uno atravesó la mano derecha y el otro entró por el húmero izquierdo y tras pasar por el brazo fue a parar al tórax, cerca de la axila. El proyectil se fragmentó al chocar con el hueso y el revestimiento de latón aplastado entró en la cavidad torácica, fracturó cuatro costillas y atravesó el pulmón izquierdo y ambos ventrículos cardiacos. La muerte fue inmediata.

El cazador estaba situado enfrente del animal, pero en contra de algunas informaciones que apuntaba a que se puso de pié, en el momento de los disparos la osa tenía las cuatro patas apoyadas en el suelo, según la necropsia. Esta determina asimismo, por la trayectoria de los disparos, que el hombre estaba ligeramente elevado respecto a la bestia.

El atestado del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, por su parte, apunta a una muerte accidental cuando la osa, asustada por los perros, recibió los disparos cerca del puesto de batida del autor, descartando el dolo. Cree que los perjuicios económicos derivados de la presencia de la osa no parecen determinantes para haber inducido alguna acción con el fin de eliminarlo. No había testigos y por lo tanto no se ha podido determinar si disparó por el miedo a un ataque, aunque la necropsia y la inspección ocular apoyan esta hipótesis.

Sin embargo, la Guardia Civil también especifica que en la organización de la batida no se tuvieron en cuenta medidas precautorias ni informativas ante la presencia de la osa. Y esto es lo que da pie a la Fiscalía de Medio Ambiente a plantear si se cometió una imprudencia grave, recogida en los delitos relativos a la protección de la flora y la fauna. El artículo 334.3 se refiere a la comisión de los hechos por imprudencia grave, y prevé penas de 3 meses a un año de prisión o multa. Está por definir contra quién se dirigiría la acusación. La batida se realizó en un coto municipal del Valle de Bardají en el que participaban vecinos de la zona.

La Fiscalía de Medio Ambiente ha dado instrucciones a la de Huesca en este sentido. Cabe recordar que ese mismo día murió otra osa en la provincia de Palencia también en una batida de jabalí. Las organizaciones ecologistas han cuestionado la autorización de la caza en una zona tan cercana al hábitat de un animal en peligro de extinción.

Piden la reposición del animal a la zona 

La Fundación Oso Pardo se ha personado en el juzgado de Boltaña como acusación particular en la muerte de Sarousse. Según justificó su presidente, Guillermo Palomero, "queremos tener toda la información sobre el caso para tomar luego las medidas adecuadas, no prejuzgamos nada". 

Sí tiene claro esta organización, encargada de la recuperación de la especie en la Cordillera Cantábrica y el Pirineo, que solicitará formalmente a las administraciones competentes, entre ellas el Gobierno de Aragón, la reposición de todos los ejemplares desaparecidos por la acción del hombre, tres en total en 2020. Además de Sarousse y de la osa abatida por otro cazador en Palencia, está el macho Cachou, envenenado en el valle de Arán. Palomero cree que la responsabilidad no está solo en quienes apretaron el gatillo, y se pregunta por qué había una cacería en la zona de hábitat de Sarousse sin las oportunidas medidas. 

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