El cardenal Omella preside el funeral del obispo Damián Iguacen, enterrado en la catedral de Huesca

La ceremonia fue concelebrada por 23 sacerdotes, tres obispos y dos arzobispos. Los restos reposan en la capilla del Pópulo.

El cardenal Juan José Omella ha presidido el ritual de las exequias celebrado en la catedral de Huesca.
El cardenal Juan José Omella ha presidido el ritual de las exequias celebrado en la catedral de Huesca.
Rafael Gobantes

En la capilla del Pópulo de la catedral de Huesca descansan desde el mediodía de este jueves los restos mortales del obispo emérito Damián Iguacen, fallecido a la edad de 104 años en la residencia de Saturnino López Novoa. El funeral por el prelado más longevo del mundo se ofició en una misa concelebrada por 23 sacerdotes y a la que asistieron numerosas autoridades eclesiásticas y civiles, con aforo limitado para el público. La última ocasión en la que ese templo albergó una ceremonia similar fue hace casi 20 años, con motivo de la muerte de Javier Osés, junto a quien reposa en la citada capilla. 

Sobre su féretro se colocó una casulla con la estola y la mitra, vestiduras propias de la presidencia de la eucaristía, en recuerdo de su papel como sacerdote y como obispo; y el evangeliario, que predicó. También se le impuso el báculo pastoral, signo del buen pastor y que da testimonio de los muchos kilómetros recorridos para estar siempre cerca de todos sus diocesanos. Ejerció desde 1941, cuando fue ordenado sacerdote, hasta que la Santa Sede aceptó su renuncia en 1991. En este tiempo fue párroco en numerosos pueblos del Alto Aragón, también en Santa Engracia y San Lino, en la ciudad de Zaragoza, y obispo de Teruel, Barbastro y Tenerife, su último destino. 

Sus restos han sido recibidos por el obispo de Huesca, Julián Ruiz, a las puertas de la catedral a las 11.00. Al ritual de las exequias ha asistido el presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, que como Iguacen fue administrador apostólico en Huesca.

Sobre el féretro se colocó el evangelio, una casulla y una mitra y se le impuso también un báculo.
La ceremonia se celebró con limitación del aforo.
Rafael Gobantes

Él ha presidido la misa, concelebrada junto a los obispo de las diócesis de Huesca y de Jaca, Julián Ruiz; Tenerife, Bernardo Álvarez; y Barbastro-Monzón, Ángel Pérez; y el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano. Junto a ellos 23 sacerdotes, y algunas de las religiosas de la residencia de las Hermanitas de los Desamparados, donde vivió sus últimos años. También han estado las autoridades civiles, encabezadas por el alcalde de Huesca, Luis Felipe, y la subdelegada del Gobierno en Huesca, Silvia Salazar. Iguacen nació en la localidad zaragozana de Fuencalderas y era Hijo Adoptivo de Huesca. 

Juan José Omella ha reconocido su “emoción” al salir a recibir el cuerpo de Damián Iguacen, del que ha dicho que fue “un gran pastor que nos ha tocado a todos el corazón, como el también fallecido Javier Osés”. Y ha contado algún capítulo personal que daba fe de “ese tono de gracia porque la vida nos lleva siempre a la sonrisa y la esperanza”. Por su parte, Julián Ruiz ha dado “gracias por la vida don Damián".

El obispo de Huesca colocó una casulla y una mitra en el féretro. También se le impuso el báculo pastoral y el evangelio.
El obispo de Huesca colocó una casulla y una mitra en el féretro. También se le impuso el báculo pastoral y el evangelio.
Rafael Gobantes

El obispo de Tenerife, diócesis de la que era obispo emérito, ha lanzado también un sentido mensaje. “Fue mi obispo durante siete años. Cuando uno contempla su vida, nacido en Fuencalderas e hijo de un peón, hay que ver que su vida es un milagro patente y un regalo”. 

Tras la misa exequial, el féretro ha sido portado por miembros de la Cofradía de San Lorenzo, parroquia donde sirvió durante muchos años, hasta la capilla de Nuestra Señora del Pópulo, una capilla gótica construida en el año 1300 por el canónigo Guillermo de Vallseniú y renovada en 1630. 

El rito se ha desarrollado bajo la normativa sanitaria vigente y con un aforo limitado al 25% de la capacidad del templo. Era necesario recoger invitaciones para poder asistir. Esta circunstancia contrasta curiosamente con la ceremonia de quien hasta el mes de junio era el obispo más longevo del mundo, el chileno Bernardino Piñera, fallecido por coronavirus. Su funeral, al que asistió el presidente de Chile, Sebastián Piñera, sobrino suyo, estuvo envuelto en la polémica al sobrepasar el aforo permitido por el protocolo sanitario del país. Además, se difundió un vídeo en el que se podía ver a Piñera pedir la apertura del ataúd, a pesar de que algunos presentes le advertían de que eso no se podía hacer.

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