Terrazas despejadas en menos de 5 minutos en la capital oscense

La Policía patrulló por el centro de la ciudad para que el comercio y la hostelería cumplieran con la hora límite.

Un camarero limpia las últimas mesas para cerrar a las 20.00 en la plaza de López Allué de Huesca.
Un camarero limpia las últimas mesas para cerrar a las 20.00 en la plaza de López Allué de Huesca.
Rafael Gobantes

Apenas pasaban unos minutos de las ocho de la tarde cuando las terrazas de los bares de Huesca se quedaban completamente vacías en el primer día del cierre obligado a esa hora. Mientras los camareros cobraran la minuta a los rezagados, la Policía Local y la Policía Nacional patrullaban en coche y a pie por los Porches de Galicia, los Cosos y la plaza de López Allué, las principales zonas de veladores, para garantizar el cierre anticipado por el nivel 3 de alerta agravado. Se cumplió con bastante puntualidad y no fue necesaria su intervención.

Hosteleros y comerciantes mostraban su hartazgo ante tanto recorte, pero con un sentimiento de resignación. "Les hemos dicho a los clientes que paguen y se vayan porque son las 20.00, pero de todas formas están muy concienciados. Así como con el anterior horario de las 22.00 se mostraban sorprendidos, ahora ya lo saben", decía Luisa López, que regenta el bar Alt Berlín, en López Allué. Tanto este establecimiento, con más de 20 mesas en la calle, como el otro de la plaza tenían casi toda la terraza ocupada al llegar la hora límite. Bastaron unos minutos para que el céntrico espacio se convirtiera en un desierto.

"Somos un bar de tarde, y nos han ido recortando y recortando. Estas todo el día invirtiendo, que si el ozono, que si bolsas de comida para llevar...", se lamentaba Luisa López. Lo peor es que las continuas restricciones no han logrado detener aún la nueva oleada. "En agosto el cierre era a las 0.00 y resulta que ahora hay más casos". El establecimiento tiene ocho empleados. "Estoy haciendo lo imposible para aguantarlos porque el problema no es solo para nosotros como empresarios, también para los trabajadores, con hipotecas, hijos...".

Los comercios lo notaron en menor medida. Muchos bajan la persiana a las 20.30 y otros incluso lo hacen a las 20.00. Es el caso de la perfumería Julia, que ha oscilado entre los dos horarios durante la pandemia. "Treinta minutos parece poco, pero siempre entran clientes", decía una empleada de esta tienda ubicado en el Coso Alto, una calle que a esa hora experimentaba un importante trasiego de gente.

Con los bares y los comercios cerrados en el inicio del fin de semana, muchas cuadrillas de jóvenes se trasladaron a los bancos situados alrededor de la fuente de la cercana plaza de Navarra. Pasadas las 20.00 no quedaba uno libre.

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