Patxi Álvarez: "Durante 30 años he instruido a todos los Greim del país"

Patxi Álvarez ha sido hasta hace poco profesor del CAEM de Candanchú, donde se forman los especialistas de montaña de la Guardia Civil.

Patxi Álvarez, instructor del CAEM de Candanchú, pasó en marzo a la reserva.
Patxi Álvarez, instructor del CAEM de Candanchú, pasó en marzo a la reserva.
Rafael Gobantes

Usted fue hasta marzo, cuando pasó a la reserva, el instructor más veterano del Centro de Adiestramiento Específico de Montaña (CAEM), en Candanchú, donde se forman los rescatadores de la Guardia Civil. Salvo contadas excepciones, ha sido profesor de los 254 guardias ahora en activo en España. ¿A cuántas promociones enseñó?

Desde el segundo curso al 33. Casi todos los guardias que están ahora en los Grupos de Rescate en Montaña (Greim) del país han sido mis alumnos.

¿Qué formación impartía?

Los instructores somos profesores de la Escuela Española de Esquí y guías de montaña. Yo les daba Vida y Movimiento en Montaña: marchas, peligros, vivac, gps, detector de avalanchas... tanto estival como invernal. Y socorro.

¿Y qué se les atraganta más?

El esquí fuera de pista, con nieve no pisada, no tratada, donde puedes encontrar costras, hielo, nieve primavera… Es lo que más les cuesta porque vienen de esquiar en pistas, y para nosotros lo importante es el esquí de montaña para llegar al herido.

¿En el CAEM entra todo el que quiere?

Cuando yo empecé había 45 plazas para 400, en el último curso eran 14 para 75. Hacemos pruebas de selección. Antes eran más físicas: venían muchos que eran muy deportistas pero no montañeros, teníamos que inculcarles el amor a la montaña. Ahora viene gente que incluso ha entrado en la Guardia Civil por el Greim, y exigimos más técnica. Ya no se trata de correr rápido o hacer flexiones, pedimos un nivel de escalada y de esquí, y hacemos una prueba de montaña con un desnivel y unos horarios. Resulta más fácil para nosotros porque no perdemos tanto tiempo en hacerlos montañeros y nos podemos dedicar a hacerlos socorristas.

Deben afrontar rescates con ventiscas, con granizo, en barrancos, en cumbres...

Primero les enseñamos movilidad, saber llegar al herido. Si es en invierno hay que ir esquiando; si es en un barranco, por el agua. Luego está el autosocorro, para solucionar sus problemas mientras van al herido; y el socorro, la ayuda. Y todo esto combinado con el trabajo con el helicóptero.

¿Alguno de sus alumnos ha tirado la toalla?

Es más frecuente que les digamos ‘Esto no es para ti’. La baja voluntaria no es lo normal. A algunos se les ve ilusión pero no dan el nivel técnico.

¿Y puede haber miedo?

Puede haberlo, pero es más falta de habilidad. Llegas al accidentado en situación de estrés, porque vas rápido, en esquís o escalada, luego hay que montar un equipamiento, y hay gente a la que ves más torpe, piensas que la va a liar. Vamos, que no da el perfil.

¿Y cuál es ese perfil? ¿Qué hay que tener además de técnica?

Es muy fácil, ganas de llegar a la víctima para rescatarla. Yo digo que son los mejores alumnos del mundo porque están dispuestos a dar su vida para salvar otra. Cuando leo en la prensa que las víctimas los ven aparecer con una sonrisa, que no les echan la bronca para decirles ‘¿qué hacías aquí?’, que les dan su ropa o el termo con té caliente... Hace falta corazón y ganas de trabajar cuando toca salir a las tres de la mañana en medio de una ventisca.

El CAEM instruye a agentes de otros países. ¿Qué nivel tiene España en formar especialistas?

Vienen de Ecuador, Bolivia, México..., y muchos de Marruecos. Y tenemos relación con las escuelas de Francia, Italia o Austria. Cuando vamos por Europa y les contamos nuestro programa y la duración del curso, se quedan alucinados.

¿Hacia dónde evoluciona la enseñanza del Greim?

Nos centramos no solo en ir a socorrer, también en la investigación: saber hacer un atestado para entregar al juez si hay una negligencia.

¿Y qué me dice del nivel de los rescatados?

Cada vez hay más gente en la montaña y muchos salen sin saber dónde van, ni siquiera saben preparar la mochila.

¿A cuántos guardias ha preparado usted?

No lo sé, 400, 500... Los números no me interesan, sí sé que han sido los mejores años de mi vida.

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