Entrevista

"Encontramos en España una imagen muy distinta de la que dejamos"

Óscar Araújo, capitán del Ejército de Tierra, ha sido el responsable de Navegación y Movimiento de la XXXIII Campaña Antártica, que partió en diciembre y adelantó su vuelta por la pandemia del coronavirus.

Óscar Araújo está en su casa, en Huesca, tras pasar casi cuatro meses en la Antártida.
Óscar Araújo está en su casa, en Huesca, tras pasar casi cuatro meses en la Antártida.
O.Araújo

¿Cuál ha sido su misión en la Antártida desde principios de diciembre hasta finales de marzo?

Fuimos a apoyar a los científicos durante la XXXIII Campaña Antártica. Nuestro trabajo era abrir y mantener la base Gabriel de Castilla y yo era el encargado de navegación y movimiento en la isla Decepción. Es un volcán y tiene agua en el medio. Los científicos iban de un lado a otro y todos los días se salía dos o tres veces para llevar los equipos y comprobar que todo funcionara bien.

¿Dónde tiene su destino y cómo surgió la oportunidad de ir a esa expedición?

Estoy en la Academia General Militar de Zaragoza y en el Ejército de Tierra sale cada año esta campaña. Quien reúna una serie de condiciones puede presentarse a una de las once plazas que se ofertan. En mi caso, había que tener el curso de montaña o de operaciones especiales.

En 2002 estuvo en Afganistán y en 2016, en Irak. ¿Cuál de las campañas le ha marcado más?

Ir a la Antártida es un reto porque no sabes qué vas a encontrar. Personalmente ha sido la más bonita de las tres. En las otras puedes desarrollar todo lo que has ido aprendiendo en el Ejército.

¿Cuándo se enteraron de que en España se decretaba el estado de alarma por el coronavirus?

Allí tenemos muy buenas comunicaciones y vimos que poco a poco iba creciendo la ola, pero eran las familias las que nos transmitían que la cosa iba en serio, que les iban a confinar...

¿Cuál fue su primera preocupación estando a casi 13.000 kilómetros de distancia?

Primero, que mi familia no se contagiara. Después, la situación de histeria que empezaba a generarse, porque me contaban que en los supermercados se había terminado el papel higiénico y que la gente compraba grandes cantidades de alimentos no perecederos. Te preguntas qué pasa y te sientes impotente porque no puedes coger un avión y volver. Allí todo es muy lento, dependemos del barco para movernos y teníamos casi cuatro días de navegación hasta el continente. Además, la base no se puede cerrar así como así, porque hay que dejarla lista para el invierno.

La expedición iba a terminar el 23 de marzo, pero se adelantó la vuelta...

Desde la Brilog (Brigada Logística) nos transmitían que estuviéramos tranquilos, que miraban cómo podíamos salir antes de la fecha fijada y viajar a España. El día 15 nos dijeron que teníamos que recoger porque empezaban a cerrar fronteras y no íbamos a tener manera de volar hacia aquí. La alternativa era volver en barco, pero es un mes de navegación. Los países más cercanos, Chile y Argentina, cerraron fronteras y no nos dejaron desembarcar. Veníamos de un área libre de coronavirus, de una isla que los dos reclaman como propia, pero cuando saltó la alarma ninguno la reconoció como suya.

¿Qué ocurrió entonces?

El único país que no había cerrado fronteras era Brasil y empezaron las gestiones, pero llegar nos costaba una semana y no sabíamos qué iba a pasar. Tuvimos suerte y llegamos a Uruguay, a Montevideo, el día 25. Estuvimos fondeados fuera del puerto porque no había sitio hasta el 27, y el 28 salimos en un avión a Madrid. Era un vuelo consular con más de 300 pasajeros. Casi todos éramos españoles pero había también italianos y franceses que querían acercarse a Europa.

¿Qué le sorprendió al llegar a Madrid?

Llegamos a Barajas el 29. Apenas había movimiento, la gente iba con guantes, mascarillas... La imagen era muy distinta a la que dejamos al salir; sabíamos qué pasaba pero nos impactó. Después, la carretera vacía, las áreas de servicio cerradas... Y Huesca... parecía una ciudad fantasma.

¿Le ha costado adaptarse?

Después de llevar en la Antártida cuatro meses tienes ganas de movimiento y jaleo, pero...

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