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Huértalo, un ejemplo más de un pueblo deshabitado que ha sufrido un cruel expolio

Los vándalos roban materiales de casas y ermitas y destrozan el patrimonio arquitectónico del Pirineo.

En 2019. Casa Buey, una de las cinco que había en Huértalo y la última que se mantuvo habitada . El año pasado el arco de la puerta estaba intacto.
En 2019. Casa Buey, una de las cinco que había en Huértalo y la última que se mantuvo habitada . El año pasado el arco de la puerta estaba intacto. En 2020. Las dovelas de la entrada secundaria de Casa Buey están arrancadas a conciencia y la puerta, como se puede ver en esta imagen.
Cristian Laglera

Muchos pueblos deshabitados del Pirineo han sufrido o siguen sufriendo expolios. Especialmente perjudicados han sido los despoblados a los que se puede llegar con vehículo mientras que los enclaves que únicamente tienen acceso a pie presentan, por lo general, un aspecto más digno. Así lo explica el oscense Cristian Laglera, investigador de la historia de los núcleos deshabitados, que reconoce que en el Pirineo "se ha expoliado mucho". En los casi 20 años que lleva visitando pueblos abandonados, asegura que ha visto "de todo" y que hay decenas y decenas de ejemplos de rapiña.

Uno de los ejemplos de estos expolios es Huértalo, un pequeño núcleo de la Canal de Berdún que ha sufrido varios robos de patrimonio. Si hace dos meses una vecina de Majones daba la voz de alarma por la desaparición del arco de entrada de la iglesia, ahora, en una de sus visitas, Cristian Laglera ha descubierto que también faltan las dovelas de una puerta de casa Buey, una de las cinco casas del pueblo. Está claro que no se han desprendido de forma natural sino que han sido arrancadas. A esto se suma otro robo anterior, cometido hace unos años, en la ermita de la Inmaculada.

El pasado puente de la Constitución una vecina de Majones, Beatriz Francisoud, descubrió que faltaba el arco de entrada al atrio de la iglesia de San Esteban, una construcción de origen románico datable en el siglo XII, aunque ese arco podría ser del XVI ya que, posteriormente, el templo sufrió modificaciones.

Desgraciadamente y al faltar dicho arco, poco después se derrumbó el muro de la iglesia. Probablemente el mismo día que se llevaron dicho materiales se hicieron también con otro ‘botín’, aunque pasó más desapercibido por lo ocurrido en el templo.

Laglera descubrió hace unas semanas en su visita a Huértalo que faltaba algo más. Se trata de las dovelas de una de las puertas, no la principal sino una secundaria, de casa Buey, una de las cinco casas de Huértalo. Esta fue la última vivienda que se mantuvo habitada, con una persona, hasta los años 90.

Precisamente, hace nueve meses se presentó en Huértalo el libro de Cristian Laglera, ‘Huértalo, el pueblo que se fue’. Para este acto, los vecinos desbrozaron los accesos y la calle principal del pueblo, por la que era imposible caminar debido a la maleza. Esta facilidad en el acceso pudo facilitar los robos. También hay que tener en cuenta que este núcleo despoblado no es muy accesible. Hay una pista por la que solo puede circular un vehículo todoterreno y durante los últimos 800 metros hay que ir a pie. A estos últimos expolios hay que sumar otro, cometido hace unos años. Se llevaron la puerta de medio punto de la ermita de la Inmaculada y una pila de agua bendita que había empotrada en la pared.

Cristian Laglera recuerda otros robos, como el arco de una magnífica puerta en el despoblado de Lienas, en 2019. También arrancaron la puerta y las ventanas en La Lecina (La Fueva). Igualmente hay algunos edificios que, aprovechando su aislamiento de los núcleos, "también han salido mal parados", como por ejemplo las ermitas, añade. Es el caso de la de San Elías, en Fosado, un núcleo que, en este caso, no está deshabitado, pero la ermita se encuentra totalmente aislada y desamparada. Ahí se llevaron el dintel de la puerta.

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