entrevista

Antonio Martín González: "Temí por los bienes de Sijena, hasta hubo amenazas de prender fuego al camión"

El juez que ordenó la salida de los bienes del Museo de Lérida con intervención de la fuerza pública el 11 de diciembre de 2017, ejecutando una sentencia que el Gobierno catalán se resistía a cumplir desde 2015, recuerda lo sucedido dos años después.

Los Mossos tratan de impedir el avance de los manifestantes que trataban de impedir el traslado de los bienes de Sijena
Los Mossos tratan de impedir el avance de los manifestantes que trataban de impedir el traslado de los bienes de Sijena
Rafael Gobantes

El 11 de diciembre de 2017, Aragón recuperó los bienes de Sijena. El juez Antonio Martín González fue quien ordenó su salida del Museo de Lérida con intervención de la fuerza pública, ejecutando así una sentencia que el Gobierno catalán se resistía a cumplir desde 2015. Su paso por el juzgado número 1 de Huesca fue breve pero resolutivo. Hoy sigue ejerciendo en la provincia. Ha accedido a hablar con HERALDO DE ARAGÓN, aunque prefiere que no se publique su fotografía.

Usted consiguió, el 11 de diciembre de 2017, que los bienes regresaran al monasterio, siendo juez sustituto en Huesca. Autorizó la entrada de la Guardia Civil en el Museo Diocesano de Lérida. ¿Cuándo y cómo se gestó esa decisión?

El Museo de Lérida no cumplía la sentencia y por ello se decidió que subsidiariamente, con los medios del Gobierno de Aragón, se llevase a efecto la ejecución provisional. Había un fallo de primera instancia y además en esos días la Audiencia Provincial de Huesca lo confirmó. La Ley de Enjuiciamiento Civil prevé que la parte que gana un procedimiento tiene derecho a la ejecución de la sentencia, aunque sea provisional, y así se hizo, como con cualquier otro ciudadano.

Otra cosa es la repercusión mediática, la pugna entre comunidades autónomas, la intervención en Cataluña, el artículo 155, etcétera. Todo eso era ajeno al procedimiento porque estábamos tratando de hacer cumplir lo que se había dicho dos años antes que se debía cumplir.

¿Sufrió presiones políticas?

Tomé una decisión sin intención política. Se publicaron cosas que apuntaban en esa dirección, pero ni me llamó el ministro ni ningún representante del Gobierno de Aragón. Ni yo llamé a nadie.

Entre la primera resolución del 15 de noviembre del 2017 y el traslado pasó menos de un mes. ¿Cómo vivió esos días?

Con muchísima presión. La exposición mediática fue dura. Todos los días salía mi nombre en la prensa y veía como en las televisiones nacionales hablaban de mí. Decían que si no era aragonés, que era de Madrid, cosa que es verdad... Había periodistas en la puerta del palacio de Justicia de Huesca. Algunos días, aunque vivía al lado, iba en coche y entraba por el garaje para evitar las fotografías. Pero también tengo que agradecer el inmenso cariño que me demostraron los aragoneses. He recibido cartas de agradecimiento.

¿Seguía las noticias en las que se hablaba de usted?

Procuraba no hacerlo, pero a través de familiares y amigos me llegaban mensajes constantes.

Usted sustituía a la juez que firmó la sentencia y que intentó en vano durante dos años ejecutarla. En un mes le dio tiempo a conseguirlo.

Fue el Ayuntamiento de Villanueva de Sijena el que solicitó que, como los requerimientos a los consejeros de Cultura de la Generalitat habían sido incumplidos y las competencias las tenía el ministro (en aplicación del 155), se le requiriese a él. Yo verifiqué en el Boletín Oficial del Estado el acuerdo propuesto por el Gobierno y aprobado por el Senado para ver que efectivamente las competencias habían sido asumidas. Así se acordó la notificación.

Pero antes de que el ministro (Íñigo Méndez de Vigo) se pronunciase y dijera si enviaba los bienes o no, el Gobierno de Aragón se adelantó a través de sus abogados. Presentó un plan de traslado con todo preparado para el 11 de diciembre. Entre otros medios, el transporte con un camión de una empresa especializada en obras de arte y antigüedades. Previamente se habían desplazado a Lérida los técnicos de Patrimonio de la Guardia Civil y de la Diputación General de Aragón para tomar fotografías y medidas de los objetos con la idea de preparar las cajas en las que debían venir protegidos.

También se requirió al ministro de Cultura.

Se le hizo un requerimiento general de entrega. La verdad es que antes de que el Ministerio de Cultura contestara, el Gobierno de Aragón ya presentó el plan.

¿Y pensó que era la oportunidad de ejecutar la sentencia?

Es que los aragoneses llevaban más de dos años esperando, y se habían hecho varios intentos fallidos. Bajo mi humilde criterio, no había otra posibilidad. En los programas de televisión, algunos intervinientes comentaban que les parecía triste que llegaran los bienes de este modo. Pero nosotros tenemos los medios que la ley nos da. Cuando voluntariamente no se cumple, el Estado de derecho hace que la fuerza pública actúe.

Tuvo un papel relevante en el litigio de Sijena pese al corto tiempo que pasó en el juzgado. De hecho, cesó el mismo 11 de diciembre.

Carmen Aznar se trasladó a Zaragoza y hasta que llegó la nueva juez estuve como un mes en ese juzgado. Sí, el día que se trajeron los bienes cesé. Era la fecha que solicitó el Gobierno de Aragón, cuando tenía todos los medios preparados. Se tarda tiempo en diseñar un dispositivo de este tipo. Y la seguridad, que era necesaria también.

¿Pensó en el revuelo que se iba a organizar?

No. Me imaginé que podía generar cierto interés, pero no al nivel de que se abrieran telediarios con mi nombre y se reprodujeran mis providencias.

¿Temió que la tensión frente al Museo de Lérida degenerara en violencia?

Yo sobre todo temía por la seguridad de los bienes, porque se prodigaron hasta amenazas de prender fuego al camión. Eso preocupaba mucho.

¿Cómo fue la entrada en el museo y el traslado? ¿Estaba informado en todo momento?

Yo estaba en el juzgado y lo que sabía era por los mensajes de whatsapp de la Guardia Civil, que me decía: ‘Ya hemos cargado el último objeto’, ‘Salimos ya’…

Visto lo ocurrido, ¿volvería a tomar la misma decisión?

Mi trabajo es cumplir la ley. Al que gana un juicio le agrada, y al que lo pierde, le desagrada. Me alegra que saliera todo bien, que las obras llegaran en buen estado y que el camión no sufriera un atentado.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión