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Una exposición rescata a Agustín Alamán, el artista oscense de los tres exilios

Una investigación familiar de la periodista Esther Puisac ha permitido recuperar el trabajo y la memoria de este vecino de Tabernas de Isuela, una pedanía de Huesca, muy reconocido en foros artísticos internacionales.

Fotografía tomada en 1964 de Agustín Alamán trabajando en su estudio.
Fotografía tomada en 1964 de Agustín Alamán trabajando en su estudio.
Esther Puisac

El hallazgo casual de una vieja fotografía familiar de los años 70 ha permitido recuperar el trabajo y la memoria de Agustín Alamán, un vecino de Tabernas de Isuela, una pedanía de Huesca, que pasó por tres exilios en su vida y que alcanzó un gran reconocimiento artístico a nivel nacional que era prácticamente desconocido en su tierra natal. 

Hasta el día 17 de noviembre puede visitarse en el Salón Rojo del Casino una exposición de Agustín Alamán, un artista autodidacta y anarquista oscense fallecido hace 23 años en Madrid. Está compuesta por una veintena de piezas de pintura, dibujo, escultura, grabado, portada e ilustración. En Aragón solo pudo ver su obra una vez en Zaragoza, en 1979 en la Sala Gastón, pero nunca antes se había podido mostrar en su ciudad.  

La periodista oscense Esther Puisac, junto a algunas de las obras de la exposición sobre Agustín Alamán que se pueden ver en el Casino de Huesca.
La periodista oscense Esther Puisac, junto a algunas de las obras de la exposición sobre Agustín Alamán que se pueden ver en el Casino de Huesca.
Rafael Gobantes

La periodista oscense Esther Puisac ha desempolvado esta "fascinante historia" después de meses de investigación, al hilo de un nombre que encontró por internet ligado a su pueblo -es también de Tabernas de Isuela- y una foto en un álbum familiar en la que salía su abuelo, Miguel Nogarol, abrazado a un hombre desconocido que resultó ser Agustín. "Siempre nos llamó la atención porque había un señor que no conocíamos. Le preguntábamos a mi madre quién era y nos decía que era un amigo del abuelo, que se fue a Francia para la Guerra y nunca más volvió hasta ese día que mis tíos se lo encontraron en nuestro pueblo. Comieron juntos y nunca más volvió por mi casa", recuerda.

Pero años después, buscando información de su pueblo en internet encontró casualmente a un pintor de Tabernas de Isuela que había hecho carrera en Uruguay y que había expuesto y vendido obra por todo el continente americano recibiendo además premios importantes. Hizo copia de esos reportajes y se los llevó a su madre por si recordaba a este personaje. "Y no tuvo dudad. Me dijo que ese señor era el amigo de mi abuelo de la foto que tanto preguntábamos siempre", relata. 

De izquierda a derecha, Miguel Nogarol, Agustín Alamán, Antonio y Carmen Nogarol.
De izquierda a derecha, Miguel Nogarol, Agustín Alamán, Antonio y Carmen Nogarol.
Esther Puisac

Comenzó entonces a bucear en la historia de Agustín Alamán Gallo. Nacido en 1921, era hijo y nieto de los herreros de Tabernas de Isuela. Tuvo una vida marcada por la Guerra Civil con varios familiares fusilados y tuvo que huir en 1938 "con lo puesto y en plena noche" a Barcelona y pocos meses después a Francia, donde sufrió los campos de concentración (Septfonds) y de trabajo (Alés y Miramás). 

Era anarquista y estuvo luchando también desde la resistencia después de quedar liberado en 1944. Su carrera artística comenzó precisamente en el país galo en 1947 de forma autodidacta y solo cinco años después llegó a exponer junto a Picasso en una de las muestras de Arte y Exilio que organizaba Federica Montseny. En ese período se casó con Josefina Fernández, a la que había conocido en el campo de trabajo de Alés, y nacieron sus tres hijos, Esmeralda, Laura y Lucio.

En 1955 se marchó con su familia a Uruguay buscando una vida mejor. Nestlé les había dado una generosísima ayuda por el nacimiento de trillizos -solo sobrevivió uno de ellos al final- y con ese dinero pagaron el pasaje de 7 personas. Se puso a trabajar de albañil con su hermano José, pero continuaba pintando por la noche y llegó a tener un gran éxito artístico en medio de un boom cultural. De la abstracción evolucionó al geometrismo y sobre todo el informalismo.

Le concedieron numerosos premios, realizó decenas de exposiciones y movió su obra por todo el continente americano (Argentina, Uruguay, Perú, Colombia, Brasil...),  estando en contacto con figuras de la talla de Pablo Serrano, Benedetti o Sender (a estos últimos les diseña sendas portadas) y toda la intelectualidad y política del país. "Pero lo verdaderamente importante fue que formó parte muy protagonista de un núcleo de creadores uruguayos que renovaron el lenguaje pictórico del país y del cono sur del contienen americano", resalta Esther Puisac.  

Recorte de prensa del periódico El País sobre Agustín Alamán.
Recorte de prensa del periódico El País sobre Agustín Alamán.
El País

En 1970 tomó la decisión de volver a España porque ya veía venir la dictadura que se implantó solo tres años después tras un golpe de Estado. Se asentó en Madrid, donde abrió una tienda de enmarcaciones y se centró en la escultura, aunque no dejó de pintar, su gran pasión. Expuso su obra por todo el país, incluyendo las primeras ediciones de Arco y con artistas como Chillida, Pablo Serrano u Oteiza. Pero cayó en el olvido y murió en la capital madrileña en 1996. "No se le hace ningún obituario en ningún medio de comunicación y nadie habla de su fallecimiento", lamenta.

"Imaginativo, luchador, idealista, creativo y trabajador incansable, Agustín Alamán, exiliado y superviviente de varias guerras, fue capaz de transformar la vida en arte. Aunque tímido, tenía una personalidad inteligente, arrolladora e insobornable", resume Esther Puisac, que ha organizado la exposición con la colaboración de María Eugenia Cavero, Laura Torres y Sandra Puisac, además del Instituto de Estudios Altoaragoneses

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