ocupación de enero a septiembre

Los refugios de montaña se preparan para el invierno tras recibir casi 90.000 visitas

En los nueve primeros meses, las pernoctaciones en los alojamientos gestionados por la Federación Aragonesa aumentaron un 7,5 % respecto al 2018.

El helicóptero sube los suministros al refugio de Cap de Llauset.
El helicóptero sube los suministros al refugio de Cap de Llauset.
Raúl Martínez

Los refugios de montaña siguen ganado clientes, con una ocupación que ha crecido este año un 7,5%. Ahora, con la cercanía del invierno, los guardas se preparan para el periodo más solitario. En algunos casos, de recibir a más de 2.000 montañeros en julio y agosto, pasarán a atender a apenas una veintena en los meses de enero o febrero.

Según los datos del Comité de Refugios de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM), de enero a septiembre de 2019 se registraron 87.787 pernoctaciones, frente a las 81.674 del mismo periodo de 2018. Entre enero y abril hubo 19.905, y de mayo a septiembre, 67.880, en los 14 establecimientos de la provincia de Huesca: las Escuela de Montaña de Benasque y Alquézar y los refugios de Góriz, La Renclusa, Ángel Orús, Respomuso, Bachimaña, Casa de Piedra, Riglos, Lizara, Cap de Llauset, Estós, Pineta y Montfalcó. En las dos primeras, la mayoría de los usuarios son grupos de escolares. Si se excluye a estos, las visitas de los montañeros a los refugios en los cuatro primeros meses quedan en 11.740 y en los meses estivales, en 57.768.

Aunque la tendencia es al alza, en consonancia con el incremento de practicantes de actividades al aire libre, los datos varían mucho de un año a otro dependiendo del tiempo. Según Sergio Rivas, responsable del Comité de Refugios, "la primavera marca las diferencias", y en esta estación el año pasado hizo mal tiempo y este, todo lo contrario.

De la vorágine del verano se pasa ahora a la calma chicha que caracteriza el invierno, sobre todo en los refugios de altura, donde no hay acceso rodado y solo se puede llegar a pie. En Respomuso (el único que cierra, por riesgo de aludes), Bachimaña, Góriz, Ángel Orús, Estós, Renclusa y Cap de Llauset arranca una larga estación para la que ya se están preparando.

En los últimos días se han trasladado con helicóptero los víveres y el combustible necesarios para el invierno. Cinco palés de pellets, comida y bebida, una estufa nueva, unos 15 sacos de pan para congelar, pienso para los animales... componían la lista de la compra de La Renclusa (2.140 metros), uno de los situados a mayor altitud, al que se porteó por aire más de 5.000 kilos. Aquí ya hay nieve permanente a partir de 2.500 metros y en el glaciar, más de medio metro, explica el guarda Pedro Borja. "Cambia mucho el tipo de cliente, aunque siempre llega algún despistado que se cree que está en verano", comentó.

La ocupación se ha resentido en los últimos meses por las condiciones del glaciar, paso obligado en la ascensión al Aneto. A mediados de agosto desapareció la nieve y había que atravesar hielo puro, lo que requería mayor preparación técnica. "Al estar mal, hubo gente que decidió no venir", según el guarda. Por contra, la primavera pasada, el buen tiempo animó a más montañeros y crecieron las pernoctaciones.

26 clientes en enero 

En el refugio de Cap de Llauset, el más alto del Pirineo, también se notó una primavera más favorable. Desde este viernes se queda solo un trabajador, ya que la ocupación diaria desciende a dos o tres personas. "En julio y agosto tuvimos 2.200, pero en enero, hubo 26", explica el guarda Raúl Martínez. Y cuando entren los temporales de nieve, pueden pasar días o incluso varias semanas sin ver a nadie. Aragón es la única Comunidad cuyos refugios dan servicio los 365 días del año.

Ahora, de lunes a viernes, con pocos visitantes, el trabajo se centra en labores como ir envasando la comida al vacío. La semana pasada llegó el helicóptero con los suministros. Hizo nueve viajes para transportar 3.600 kilos de comida y combustible, fundamentalmente pellets y gasoil. Martínez cree que "con este porteo tendremos suficiente hasta marzo".

El producto fresco, fruta o verdura, es limitado, y en la alimentación de los guardas y los clientes abundarán las legumbres, la pasta o las verduras congeladas, junto a estofados. Un menú en consonancia con el paisaje invernal. Y es que aquí ya se pisa nieve a partir de 1.800 metros.

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