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Descubren los restos de una iglesia prerrománica en el valle de la Garcipollera

La Asociación Cultural Bosnerau ha realizado una campaña de excavaciones en la que ha salido a la luz un asentamiento fortificado de época altomedieval desconocido hasta el momento.

La primera campaña de excavaciones llevada a cabo las últimas semanas en La Torre de Bescós de la Garcipollera (Jaca) ha sacado a la luz un asentamiento fortificado de época altomedieval desconocido hasta el momento. Este enclave, situado en lo alto de un cerro en el valle de la Garcipollera, entre los despoblados de Cenarbe y Bescós, se caracteriza principalmente por la existencia de una iglesia prerrománica. La intervención, que comenzó el 26 de agosto y finalizó el 7 de septiembre, ha estado a cargo de un pequeño grupo de arqueólogos de la Asociación Cultural Bosnerau-Arqueología y Patrimonio.

Esta intervención supone el primer paso de un proyecto mucho más ambicioso, que tiene como objetivo principal realizar un estudio sobre el poblamiento rural altoaragonés durante la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media. Es un periodo bastante extenso en el tiempo, entre los siglos tres y el once, caracterizado por numerosas transformaciones, en el que las fuentes escritas, en el caso de existir, son realmente escasas, sobre todo al respecto de esta cuestión, y, además, aportan información incompleta e imprecisa. De este modo, la arqueología se convierte en la mejor herramienta para un conocimiento profundo y preciso de esta etapa de nuestra historia.

La estructura de la iglesia descubierta, de nave única y cabecera plana, mide aproximadamente nueve metros de largo por cuatro metros de ancho y estaba prácticamente cubierta por la vegetación antes de llevar a cabo la intervención. Tras realizar las tareas de desbroce, los arqueólogos han podido comprobar que los muros, que apenas superan los noventa centímetros de altura en la actualidad, no tenían más de sesenta centímetros de grosor y que fueron realizados con bloques de piedra bien escuadrada unidos con mortero. Además, en su interior se conservan un altar adosado al muro en la parte oriental de la estructura, un banco corrido que recorre las paredes de la iglesia y cuatro escalones de acceso al interior del edificio.

Sobre el resto del asentamiento, la campaña ha permitido confirmar que estuvo rodeado por una pequeña cerca, realizada con la técnica de la piedra seca, la cual podría haber sido reutilizada posteriormente para realizar parcelaciones del terreno con fines agrícolas una vez el lugar quedó despoblado. No obstante, con la intención de constatar la existencia de un poblamiento permanente los arqueólogos han abierto un sondeo de diez metros cuadrados en una zona próxima a dicha cerca revelando la existencia de un muro de doble hilada que podría delimitar un espacio de habitación o de trabajo.

En cuanto a los materiales recuperados en el proceso de excavación, destacan los huesos de animales, las escorias de fundición y los fragmentos de cerámica. Estos últimos son muy variados desde el punto de vista tipológico, lo que permite suponer una ocupación prolongada en el tiempo. Durante los próximos meses se realizará el estudio de estos hallazgos para intentar dar respuesta a las preguntas que se han planteado a lo largo de la campaña. A pesar de todo, cabe destacar que el estado de conservación de los restos arqueológicos es bueno, lo que constituye un aliciente para continuar en años futuros con las excavaciones.

Los trabajos han contado con la participación y colaboración del Ayuntamiento de Jaca y el Museo de Huesca y han estado bajo la dirección y coordinación científica de Julián Ramos Bonilla, de la Asociación Cultural Bosnerau-Arqueología y Patrimonio. El resto del equipo técnico está formado por Fernando Varas Cruzado, Daniel Luño Tola, Jesús Collazos García, Celia Corbatón Martínez y Jorge Sánchez Solano.

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