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Las nubes no empañan la brillantez de la Fiesta de la Longaniza de Graus

Nuevo éxito con casi 7.000 personas y la presencia del periodista Manuel Campo Vidal como tastador oficial.

Las lluvias que acompañaron intermitentemente buena parte de la mañana en Graus no arredraron este sábado a los apasionados por la popular Fiesta de la Longaniza –que son legión- y desde primeras horas las calles de la villa ribagorzana se convirtieron en escenario de los paseos de visitantes y lugareños deseosos de disfrutar del amplio programa de actividades diseñado para la 28 edición de una cita considerada Fiesta de Interés Turístico Regional.

Las nubes descargaron un intenso aguacero que refrescó el ambiente y dejó un día con temperaturas muy agradables. El mercado artesanal, en el que faltaban varios expositores que habían reservado plaza pero que se asustaron por la previsión meteorológicas, vio un incesante ir y venir de gentes de las procedencias más diversas ya que la fiesta es cada año más internacional.

Hubo talleres infantiles de embutido de la longaniza, una serie de propuestas lúdicas convocadas bajo el nombre genérico de ‘Tocinópolis’, música clásica y folclórica en directo o una espectacular demostración del difícil arte de las piedras en equilibrio del ‘escultor de la gravedad’ Pedro Durán, como preludio de la celebración hoy del campeonato de esta modalidad convocado por la Asociación Ramiro I.

Otro de los puntos de interés estaba junto al estrado en el que, a primeras horas de la tarde, se empezaba a embutir la longaniza gigante. Junto a él, no se perdía detalle Josep, quien confesaba sentirse "medio ribagorzano y medio de Balaguer", mientras reconocía que solo se ha perdido una edición de este festejo "que es siempre especial". Desde Masnou llegó Enrique, que venía a Graus por primera vez y que disfrutó de un ambiente "fantástico" mientras guardaba turno para degustar el embutido. Y de Zaragoza venían Mari Mar y su marido, quienes ya habían conocido el montaje de la longaniza de Graus en la demostración que se hizo en la Expo de 2008, aunque también era su primera vez para degustar una longaniza que "nunca falta en mi nevera", dijo.

Entre los asistentes, disfrutó de lo lindo la tastadora cesante, la escritora barbastrense Inés Plana que había hecho un hueco en su apretada agenda –a las puertas de presentar su esperada segunda novela, se le acumulan los compromisos editoriales- para vivir intensamente la fiesta sin el corsé del cargo representativo. "Me lo estoy pasando incluso mejor que el año pasado, es una celebración increíble", comentó.

"Pone a Graus en el mapa"

Cedió los trastos como embajadora de la fiesta a otro periodista y escritor altoaragonés, Manuel Campo Vidal, quien confesó sentirse "muy honrado" con esta distinción y ponderó este festejo como un promotor de valores como la concordia, la amistad, la imaginación y la cooperación. Una fiesta que, abundaba el tastador, "sirve para poner a Graus en el mapa informativo y asociarlo a un producto de calidad".

Y ya cuando empezó a caer el sol, ultimado el laborioso trabajo de embutido de la longaniza más grande del mundo –con casi 600 m de largo y más de 1.000 kilos, su elaboración artesanal se prolongó durante casi tres horas-, comenzó el momento más esperado por las casi 7.000 personas que acudieron este año al reclamo de estos festejos, el impactante volteo de la parrilla gigante de 25 metros cuadrados, para el que es necesario la ayuda de una gran grúa. Una vez recibido el preceptivo visto bueno del tastador oficial, en pocos minutos se agotaron las más de diez mil raciones de la longaniza recién asada. Se certificaba así la maestría de embutidores y asadores cuyo trabajo fue unánimemente alabado por quienes degustaron las generosas raciones repartidas.

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