Latas de los 80, plásticos de hace años y otras basuras en el Pirineo aragonés

El activista ‘Miss Pachamama’, Rafael Sanchís, se encuentra inmerso en su nueva aventura ecológica: ‘Pirineos Limpios’.

Justamente hace un año, Rafael Sanchís, más conocido por su pseudónimo en redes ‘Miss Pachamama’ atravesaba Aragón sobre su bicicleta rumbo a Galicia como parte de su particular vuelta a España que duró 5 meses. ¿La peculiaridad? Lo hacía recogiendo residuos que iban a apareciendo en su camino con el objetivo de dejar lo mejor posible la ruta tras su paso. Por aquel entonces, en una entrevista a HERALDO, reconocía que tan solo en la distancia que cubre de Valencia a Aragón había acumulado más de 75 kilos de residuos, sobre todo de envases de plástico y latas de bebida.

El pasado 2 de junio este joven valenciano de 27 años y titulado en Administración y Dirección de Empresas, emprendía una nueva aventura –esta vez a pie, eso sí- con el objetivo de remover conciencias, y, en este caso, bajo el título de ‘Pirineos limpios’. “La ruta comenzó en el cap de Creus con la intención de llegar al País Vasco a través de los Pirineos por una ruta icónica que se llama GR11. Son más de 800 kilómetros que unen el Mediterráneo y el Cantábrico y que finalizan en el cabo de Higuer”, explica Sanchís.

Hace tan solo unos días dejaba atrás Aragón con un gran cúmulo de experiencias y desperdicios a sus espaldas. Y es que, entre los múltiples tesoros que se topó durante la aventura por tierras aragonesas, ‘Miss Pachamama’ llegó a retirar una lata de refresco de una conocida marca que podría ser de la década de los 80, una bolsa de patatas que caducó hace más de medio año o un envoltorio de fruta en el ibón de Estanés, a más de 2.500 metros, que le hizo reflexionar: “Fue muy impactante encontrarme este plátano en estado avanzado de descomposición y su pegatina aún pegada e intacta”.

Por eso, y a pesar de considerarse un gran fan de las montañas aragonesas, el activista asegura que no aprueban en materia de limpieza. “Estas montañas son increíblemente bonitas y duras, además me ha coincidido con la ola de calor. Sin embargo, no aprueban en limpieza, como tampoco lo hace ninguna otra parte del pirineo”, explica el joven.

“Lamentablemente el plástico ha llegado a nuestras montañas, y esto confirma la teoría que dice que cuanto más accesible se convierte un lugar, más desperdicios somos capaces de dejar en él”, reflexiona. Un ejemplo de ello fue el Parque Nacional de Ordesa, uno de los lugares más turísticos y donde más basura ha retirado. Tan solo en las tres horas de caminata que discurren entre el refugio de Goriz y la explanada de Ordesa se encontró con 30 pañuelos de papel y varias piezas de plástico.

Pero, sin duda, una de las jornadas más sorprendentes tuvo lugar en la Cabaña del Collado de Ordizeto, en Bielsa, un refugio de montaña a más de 2.000 metros de altura. “En la parte trasera, bajo unas rocas, encontré 26 latas de metal oxidadas. Acabé cargando tres horas con ellas por la montaña hasta que llegué al contenedor más cercano”, admite el joven. Asegura que, diariamente, habrá recogido en torno a medio kilo o un kilo de basura. “Este viaje es diferente al anterior porque no puedo llevar tanta carga y llevo conmigo lo mínimo para sobrevivir. Aunque pueda parecer poco son muchos trocitos de muchas cosas”, reflexiona.

El precio de la sostenibilidad

Tras un año desde su mediática vuelta a España limpiando ríos y playas para evitar que el plástico y la basura llegasen al mar, el siguiente paso era comprobar si los desperdicios generados por el hombre habían llegado a territorios de más de 2.000 metros de altura. “Mi objetivo en este caso era el de sensibilizar a la gente del estado de la importancia de llevar una vida sostenible y que la única forma de no generar estos residuos es dejando de consumir ciertas productos”, opina.

Precisamente hace unos meses pondría en marcha su propia tienda on line con productos que facilitan este tipo de vida más sostenible, una decisión que, asegura, no tiene que ver con la economía: “Vivir de forma sostenible no es caro. Tiene que ver más bien con las decisiones que tomas en tu día a día, desde yendo a comprar al mercado, no comprando plásticos, gastando menos agua y menos luz…”.

Sin embargo, reconoce que actualmente el precio de este tipo de productos es algo más elevado que el de sus sucedáneos tradicionales, aunque asegura que la tendencia podría cambiar en los próximos años debido a una mayor concienciación social. “Son materias primas mejores y fabricadas en condiciones de comercio justo en las que se huye de la explotación, y, por ahora, la demanda es inferior por eso su precio es algo superior”, concluye.

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