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Del Cretácico al TAC y los bisturíes

La Escuela de Restauración y el Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón realizan un estudio para evitar la degradación de fósiles de dinosaurio.

Están acostumbradas a trabajar con obras de arte románicas o góticas de varios siglos de antigüedad, pero nunca antes habían intervenido en restos del período Cretácico Inferior con entre 110 y 113 millones de años. Alumnas de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Aragón, con sede en Huesca, están aprendiendo a recuperar y consolidar fósiles de una nueva especie de dinosaurio de 8 m de longitud, el Iguanodon Proa Valdearinnoensis, descubierto en 2012 en la mina de Ariño (Teruel), donde hallaron 348 huesos de seis individuos distintos.

"Da cierto vértigo y mucha responsabilidad pensar que estás tocando una parte de un animal que se extinguió antes de que apareciera el ser humano", admite Carmen de Peña, la profesora que dirige la intervención de un grupo de alumnas de 3º en la asignatura de Consolidación de materiales escultóricos de naturaleza inorgánicos: Carmen Villarreal, Lucía Rustarazo, Yolanda Senli, Andrea Camacho y Verónica Sancho.

Tras un laborioso proceso inicial de documentación de las tres vértebras del cuello, la zona dorsal y la cola del dinosaurio facilitadas por la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, las sometieron a unas pruebas de TAC gracias a un convenio que tienen con el hospital San Jorge de Huesca. Y es que las piezas llegaron fosilizadas dentro de sedimentos compactos y hubo que irradiarlas primero para identificar los fragmentos de huesos "porque al final todo se había convertido en una piedra", señala De Peña.

El siguiente paso fue retirar esos materiales adheridos a las vértebras manualmente con bisturíes o mecánicamente con percutores, aunque sin utilizar ningún disolvente. A partir de allí, el trabajo se ha limitado, en unos casos, a consolidar los huesos, y en otros, a unir las posibles fracturas.

"Hay alteraciones irreversibles"

Lo que han respetado han sido los desplazamientos de fragmentos soldados ya durante el proceso de fosilización "porque le haríamos más daño intentando recuperar una situación primitiva que es irrecuperable porque hay alteraciones irreversibles". De ahí que el gran objetivo sea conseguir la "estabilidad". Ya en la fase final están reintegrando fragmentos cuando es posible con resinas e incluso virtualmente.

Para todo ello, aprovechan la experiencia previa adquirida por la Fundación Dinópolis para recuperar este tipo de fósiles. "Y además valoramos otras técnicas o productos que puedan tener alguna ventaja, siempre en consenso con ellos", destaca Carmen de Peña.

En paralelo a la restauración, la propia Escuela, con la doctora en nanotecnología Nuria de Miguel a la cabeza, y el Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (ICMA), participado por el CSIC y la Universidad de Zaragoza, han impulsado un estudio pionero que busca aprovechar la nanotecnología para proteger fósiles de estas características de la degradación causada por la pirita y que se conserven en el mejor estado posible.

Scott Mitchell, investigador del ICMA, explica que el principal problema al que se enfrentan estos restos es que "cuando el fósil está dentro de la tierra, está protegido, pero cuando se expone al aire, se oxida y la pirita actúa como un cáncer que hace que el fósil se coma a sí mismo básicamente". Un peligro que, añade, está en muchos otros yacimientos del mundo que tienen un alto contenido de hierro por o que los resultados se podrían extrapolar.

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Imagen obtenida con el microscopio electrónico de barrido donde se observan los cristales de los minerales presente en el fósil.
ICMA

Para evitar o al menos ralentizar el proceso, están realizando pruebas con equipos especializados y ensayos en laboratorio para identificar esos minerales y diseñar luego una intervención con nanomateriales. "Si logramos aumentar el PH del fósil, conseguiremos prevenir esa degradación, aunque de momento es solo una hipótesis", reconoce. En ello colabora una estudiante mejicana, Jessica Casandra, dentro del máster en Nanomateriales Nanoestructurales de la Universidad.

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