El colegio de Naiara descarta signos de malos tratos en un informe al juez

El juzgado solicitó al centro educativo un informe sobre todas las incidencias escolares que constaran en los archivos del centro durante los cinco años que estuvo escolarizada

Iván Pardo, en una reciente comparecencia en el juzgado
Iván Pardo, en una reciente comparecencia en el juzgado
Laura Zamboraín

El colegio de Sabiñánigo donde estudió Naiara Briones, la niña asesinada por su tío de una paliza en 2017, no observó signos de maltrato infantil en los cinco años en los que la menor permaneció en la escuela. Así lo revela el informe encargado por el juzgado al centro público Montecorona, que concluye que en ese tiempo "no detectamos indicadores del maltrato infantil para poder activar el protocolo".

El informe hace constar el dolor por la pérdida de la alumna y señala al mismo tiempo que se atendieron las necesidades de la niña, tanto de aprendizaje como a nivel emocional, personal y social, en coordinación con la familia. El centro aporta información sobre sus notas, desde que llegó en 2012, con 4 años, hasta los 8. La pequeña promocionó todos los cursos.

El abogado Marcos García Montes, que ejerce la acusación particular en nombre del padre biológico de la niña, había solicitado la declaración de responsables municipales, de los servicios sociales comarcales y del colegio, pero el juzgado lo rechazó y únicamente aceptó pedir un informe al centro educativo. Ese abogado ha pedido insistentemente la imputación de la madre, a la que acusa de maltrato y abandono, pese a haber sido descartada por el juzgado y la Audiencia. Según él, los informes aportados a la causa indicaban que evidenciaba un estado de abandono "físico y psicológico", un hecho desmentido en el informe que acaba de emitir el centro escolar. Este precisa que la madre de Naiara la llevaba y recogía del colegio y asistía habituamente a tutorías. También que existía una adecuada relación familia-escuela y que la niña mostraba "buen comportamiento y una actitud positiva".

Además de la acusación por asesinato y violencia física y psíquica habitual contra el tío, también se investiga a la abuela y el padrastro de Naiara por violencia física y psíquica habitual. Recientemente, el juzgado descartó sobreseer la causa contra estos últimos.

Iván Pardo Pena, vigilante de seguridad, ha confesado los hechos. Admitió que había "castigado" a Naiara durante más de 24 horas "por no saberse las lección" y para que "cambiara" su comportamiento y "obedeciera y tuviera respeto" a los mayores. El asesinato tuvo lugar en julio de 2017, durante las vacaciones escolares de la pequeña, que había acabado 3º de Educación Primaria y había aprobado todas las asignaturas.

Su madre había ido a trabajar a Escarrilla y había dejado a la niña en casa de la abuelastra y el tiastro. Iván Pardo entró en la cocina donde estaba Naiara para comprobar si había copiado veinte hojas de la lección que le había puesto el día anterior, obligándola a estar toda la noche de rodillas con piedras debajo, y cuando la pequeña le dijo que no, le empezó a propinar golpes y a aplicarle descargas con una raqueta eléctrica. Tras desmayarse por las brutales agresiones, la metió en la bañera, pero la niña no dejó de sangrar por lo que mandó a sus dos sobrinas que la limpiaran y recogieran todos los restos de las torturas, que fueron hallados en la basura por la Guardia Civil. El informe de los forenses reveló múltiples hematomas y un traumatismo craneoencefálico que fue el desencadenante de la muerte después de 30 horas de agonía en el hospital Miguel Servet de Zaragoza.

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