Dos años en moto por América

El aragonés David Pueyo ha hecho realidad “un sueño” al recorrer 18 países y más de 65.000 kilómetros después de dejar atrás su trabajo y su vida en Barcelona

Dos años a lomos de una moto y descubriendo América Latina. Esta ha sido la experiencia de David Pueyo, un aragonés de 37 años que un día decidió dejar atrás una vida cómoda y llevar a cabo “lo que realmente quería hacer”. Dos años de viaje y más de 65.000 kilómetros después, se muestra “contento y orgulloso de haber sido capaz de abandonar todo y materializar un sueño que llevaba tiempo rondándome por la cabeza”. En el camino, además, encontró el amor y la experiencia le ha animado a abrir una agencia de viajes.

Nacido en Boltaña y criado en Tamarite de Litera, a finales de 2015 trabajaba en Barcelona para una gran empresa española que le permitía contar con estabilidad económica, capacidad de ahorro y, además, disfrutaba de un entorno familiar y de amistades estable y satisfactorio. Pese a ello, prefirió dar un giro de 180 grados a su vida. “Era feliz, sin duda, pero prefería viajar y conocer nuevos lugares en el mundo, otras culturas, otras formas de pensar y de hacer. Así que, después de meditarlo, lo abandoné todo y me lancé a la aventura que es viajar sin un destino muy definido”. Así, inició su aventura en Ecuador, donde tomó un autobús hasta la ciudad colombiana de Cali.

Allí se compró una moto de trail, la primera de las dos que utilizó en esta aventura, y descendió por la línea del Pacífico hasta Ushuaia, en la Patagonia, atravesando Perú, Bolivia y Chile y subiendo después por la zona atlántica (Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, el Amazonas…). Después cruzó todos los países de Centroamérica y hasta Tijuana, en México. En esta ciudad vendió la motocicleta, se desplazó a Los Ángeles y voló de regreso a España. 18 países en total y “un montón de historias y anécdotas, para un libro”. De momento, las refleja en su blog personal (www.elcirculotravel.com/blog) y anima a los clientes de su agencia a emular su experiencia.

Conoció a su mujer en Santiago de Chile, en una boda a la que le invitó un amigo de Barcelona. Al final de su primer año de viaje, ella también lo dejó todo para acompañar a David y ahora viven los dos en Quicena. La mayoría de sus vivencias servirían para ilustrar una 'road movie'. Ya en la primera jornada de este viaje de dos años sufrió un accidente con un vehículo que se dio a la fuga. “Me quedé tirado en el asfalto, con una de las maletas rota y toda la dirección dañada. Me recuperé rápido, arreglé la moto y al cabo de dos días volví a retomar el viaje con la misma ilusión”, recuerda.

Una de las etapas más exigentes fue la visita al Salar de Uyuni, en Bolivia, por la que debió cruzar el desierto hasta llegar a San Pedro de Atacama, en el norte de Chile. El último día, la motocicleta se le clavó en la arena y se volvió a caer, por lo que le tocó caminar unos cuantos kilómetros, perderse y encontrar por azar una camioneta con la que pudo orientarse. Entre los privilegios de atravesar América del Sur, navegar el río Amazonas de punta a punta: 17 días para recorrer unos 7.000 kilómetros en cuatro barcos diferentes, visitando aldeas indígenas, conociendo mucha gente local y “luchando para cargar y descargar la moto en cada puerto”.

En Colombia le robaron el dinero un par de policías de carretera. “Se inventaron una infracción y la única manera para que me dejaran ir era pagándoles. Así que después de sufrir mil amenazas tuve que ‘pasar por caja’ para poder continuar. El único robo que he tenido en dos años me lo hizo la policía”, bromea. Las cuestiones burocráticas en las fronteras también amenazaron su proyecto en un par de ocasiones; para cruzar de Colombia a Panamá no le quedó más remedio que vender su vehículo y comprar otro “de tercera o cuarta mano” en el segundo país. Y para moverse de Panamá a Costa Rica se vio obligado a pagar 100 dólares al funcionario de aduanas. “Menos mal que alguna de las cosas que se aprenden viajando es a negociar y a solucionar rápido los problemas que a veces llegan”, celebra David.

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