Inquietud en la Escuela de Restauración por tener solo tres alumnos matriculados en primer curso

Los profesores lamentan la drástica caída de estudiantes en un centro único en Aragón y "puntero" a nivel nacional

Un taller de restauración impartido esta semana en Huesca a iniciativa de la Escuela y de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
Un taller de restauración impartido esta semana en Huesca a iniciativa de la Escuela y de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
R. D. N.

El inicio del curso 2018/2019 ha encendido la preocupación en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón, que tiene su sede en Huesca y que lleva formando a profesionales desde 2002. Y es que solo se han matriculado tres personas de Barbastro, Monzón y Zaragoza, todas ellas procedentes de Bachilleratos Artísticos, para las 20 plazas disponibles en el primero de los cuatro cursos que componen el título, equivalente "a todos los efectos" al Grado universitario.

"Estamos preocupados porque la supervivencia del centro depende de que haya flujo de alumnos que puedan aprovechar los medios y un profesorado muy actualizado que se ofrece", destaca Julio Gavín, responsable del departamento Científico, quien admite estar sorprendido de que en un año hayan pasado de 12 a solo tres nuevos alumnos.

En su afán de atraer a personas interesadas por este oficio, la Escuela está tratando de potenciar las actividades que permitan difundir y dar a conocer su trabajo, bien a través de las redes sociales, bien saliendo incluso a la calle para "llamar la atención".

Gavín cree que uno de los principales problemas que ve es que los jóvenes no son conscientes del nivel educativo que se oferta. Y en este sentido, lamenta por ejemplo la imagen distorsionada de la profesión que generan casos tan mediáticos como el Ecce Homo de Borja. "Es una cuestión anecdótica porque intervenciones como esa pasan en todos los pueblos con personas que con buena voluntad arreglan una pintura o una escultura que está estropeada. Pero lo que sale a la luz es eso, el estropicio, y es desesperante ver que no se valora el trabajo serio y de investigación de profesionales que están muy bien formados", se queja.

También Nuria de Miguel, responsable del departamento de Promoción Cultural, achaca la situación al "desconocimiento de la profesión, porque luego cuando conocen el centro cambian de opinión ya que se dan cuenta de que la formación que se da es más científica que artística".

Otro de los factores que, a su juicio, también ha podido influir en este descenso de alumnos es que debido a la crisis, la inversión en conservación y restauración ha bajado "inevitablemente".

En sus inicios, la Escuela de Restauración logró llenar el cupo de plazas con mucha gente llegada de Lérida o Navarra, donde entonces no existía una oferta formativa similar, pero actualmente en el resto de cursos tampoco está completa la matrícula.

Y eso que el profesorado insiste en que el nivel de formación es "puntero" a nivel nacional gracias, por ejemplo, a que el cupo máximo de alumnos es de 10 en pintura y 10 en escultura "lo que nos permite dar una atención personalizada y trabajar con obra real, que suele ser patrimonio aragonés". Así por ejemplo, en primero están trabajando con unas lámparas de la estación de Canfranc, cuyo vestíbulo también han restaurado los alumnos.

Desde el centro, por último, aseguran que los alumnos tienen salidas laborales muy variadas que van desde la docencia a la investigación, pasando por el trabajo en museos o la creación de sus propias empresas.

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