Los refugios de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM) superaron en 2017 las 98.000 pernoctaciones, casi un 5% más que el año anterior, cuando ya se batió un récord con 94.000. Este 2018 se prevé una ligera caída debido al mal tiempo de la primavera y a la presencia de nieve hasta bien entrado el verano, pero en todo caso los albergues de alta montaña están experimentando una creciente demanda, en paralelo al auge de las actividades al aire libre. Actualmente disponen de unas 1.000 plazas en sus 16 instalaciones, que se verán incrementadas próximamente.

La FAM inaugurará el próximo día 22 la finalización del refugio de Cap de Llauset, el más alto del Pirineo con 2.425 metros. El proyecto inicial contemplaba dos edificios en dos fases. El primero se inauguró en el verano de 2016, para 32 personas. El segundo aumenta su capacidad a 86. En total, la Diputación Provincial de Huesca, el Ayuntamiento de Montanuy y la Federación Aragonesa han invertido 2,5 millones de euros, la mayor parte financiados por la primera institución, y también con alguna ayuda de fondos europeos.

La singularidad del proyecto, comenta Sergio Rivas, responsable de Refugios de la FAM, es que la configuración en dos módulos, unidos por un pasillo cubierto, ha permitido "poder abrir una parte para ir funcionando mientras seguíamos con las obras", y que de esta forma se fuera conociendo hasta ejecutar por completo las obras. Destaca que en dos años, con solo 32 plazas, ha conseguido 7.500 pernoctas.

La finalización de las obras se celebrará con un acto abierto a todo el mundo. A las 12.30 se procederá a la inauguración, a la que seguirá una comida popular preparada por los guardas.

Góriz, un proyecto pendiente

También se han hecho obras en el refugio de Góriz, que contaba con 72 plazas y aumenta a 80. No es posible incrementar más el espacio, ya que en la cesión de los terrenos que se hizo en 2003 para la ampliación, el titular (el Ayuntamiento de Fanlo) estableció una limitación.

El proyecto ha permitido ampliar el emblemático edificio situado en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El 1 de agosto se terminó y equipó la parte nueva para ponerla en servicio (cocina, recepción y habitaciones de montañeros). La mitad de las plazas están allí y la otra mitad en la zona antigua, que se ha mejorado con unos baños. "La obra no está terminada, porque la parte vieja apenas la hemos tocado", comenta Rivas, quien reconoce que está resultando un proyecto eterno.

El refugio de Cap de Llauset encontró una vía de financiación, fundamentalmente gracias a la Diputación Provincial de Huesca, pero Góriz todavía está buscándola.

Es el refugio más utilizado y el más internacional. Se construyó en 1961 a 2.200 metros de altitud, en la cara sur del Macizo de Monte Perdido. Las actuaciones en este albergue estaban en el Cuaderno de Planes y Programas del Centenario del Parque Nacional de Ordesa. El objetivo era finalizar las obras de ampliación y acondicionamiento consiguiendo "dimensionarlo para el máximo de plazas ocupadas que puede haber (80 en el interior y 50 en el área de acampada)".

En los últimos años se ha ido incrementando la ocupación en los alojamientos de alta montaña, reconoce Sergio Rivas, hasta rozar la barrera de las 100.000 pernoctaciones. El responsable de Refugios de la Federación cree que no será este en 2018, ya que la adversa climatología ha invertido ligeramente la curva. "Lo peor ha sido la primavera, y además la nieve caída en esta estación y en invierno ha persistido hasta el verano. A los montañeros no habituados a tocar nieve les cueste venir. A primeros de julio había mucha para hacer montaña", justifica.