Unas pozas con más sal que el Mar Muerto para flotar

Las populares instalaciones para el baño, en la localidad de Naval, se han convertido en un motor de desarrollo para la localidad

Los bañistas flotan en estas aguas
Los bañistas flotan en estas aguas
José Luis Pano

Los baños, terapéuticos y relajantes, en el Salinar de Rolda de Naval siguen siendo un motor para la economía local en los meses de verano, así como la mejor tarjeta de presentación para este municipio del Somontano, fronterizo con el Sobrabre. La temporada se inició el 1 de junio y finalizará el próximo 15 de septiembre. Las previsiones son llegar a los 23.000 bañistas que acudieron el pasado verano a este antiguo salinar milenario reconvertido en un spa al aire libre.

La extracción de sal se sigue realizando como hace siglos para su comercialización a nivel industrial, para mantenimiento de carreteras o como alimento de ganado. También para el ámbito gourmet con su demandada Flor de Sal, o como sales aromáticas para baños. Pero la principal actividad de este recinto, recuperado a comienzos del siglo XXI, se da en verano, y concretamente en los meses de julio y agosto con la proliferación de un turismo que busca experiencias distintas y sobre todo relajantes como las que ofrece el salinar.

En julio se registraron una media de 300 visitantes cada día y en agosto de unas 400 personas. En junio y septiembre los bañistas suelen ser 200 cada jornada.

El balance es "satisfactorio, similar al del año pasado. Si en septiembre hiciera buen tiempo yo creo que superaríamos los 23.000 bañistas que tuvimos en 2017", explica Saturnino Riazuelo, gerente de la sociedad de accionistas que regenta la explotación (en su mayoría vecinas de la villa y también el Ayuntamiento).

Los aragoneses son los visitantes más fieles y más numerosos a este spa enclavado en el barranco del río Llastre. Le siguen los catalanes, sobre todo de la vecina Lérida, pero también acuden extranjeros como franceses, belgas o rumanos.

La ocupación hotelera está siendo muy alta en esta localidad, y también el efecto del salinar se nota en el restaurante situado junto a las piscinas y que ofrece unos 200 menús diarios.

El salinar también se ha convertido en fenómeno para combatir la despoblación ya que crea siete empleos, la mayoría son vecinos de la localidad que trabajan en tareas de mantenimiento todo el año, en el control del acceso a las balsas, así como elaboran la sal para el invierno.

En el plano turístico, el salinar se concibe como un entorno idílico, en plena naturaleza, para disfrutar de la relajación que aportan los baños en unas pozas con un grado de salinidad superior a la del Mar Muerto que evitan hundirse. Además, este año repite la actividad de talasoterapia, baños relajantes con el sonido de cuencos de cuarzo, y como novedad un fisioterapeuta ofrece masajes los fines de semana.

De cara a la próxima temporada la principal intervención será la adecuación del acceso, que hará el Ayuntamiento con ayuda de la Diputación por 100.000 euros.

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