No quedan días de verano... en las ludotecas de Huesca

El parque Miguel Servet alberga la fiesta de fin de temporada de los ludoparques, en los que se han inscrito 1.300 niños de 1 a 12 años

Una opción refrescante que saca de más de un aprieto a padres y abuelos durante los cálidos veranos de la capital oscense. Las Ludotecas Municipales se han traslado a los parques Miguel Servet y Universidad y ayer celebraron la fiesta de fin de temporada con la asistencia de muchos de los niños que han disfrutado de los juegos de mesa y de habilidades cuando la piscina o quedarse en casa no era una opción. El balance de la actividad ha vuelto a resultar muy satisfactorio y cada año aumentan sus usuarios.

Como Marta, de nueve años, que ha acudido muy a menudo durante estos meses salvo “en los días que me fui a la playa”. Si no la han acompañado sus padres, se ha encargado Nieves Lera, su abuela, que ayer por la tarde quiso que su nieta se despidiese de “compañeros con los que ya no va a coincidir en el colegio”. Esther Puyol, madre de tres niños, valoraba “lo contentos que han venido y la gran variedad de juegos. Están casi todos los que ya conocen porque se anuncian en la tele y también descubren otros nuevos”.

En esta edición se han inscrito 1.300 jóvenes, lo que supone un crecimiento “leve pero satisfactorio” con respecto a 2017. El pasado 7 de agosto se clausuraron las actividades en el Universidad y ayer se organizaron una chocolatada y una gincana en el Servet. Uno de sus responsables, Guille Boix, explicaba que “nos reincorporamos después de las fiestas de San Lorenzo y el tirón ha seguido siendo muy grande. Este verano hemos ido a más en el número de socios, unos 1.100 en el Miguel Servet y cerca de 200 en el Universidad”.

Se trata de una alternativa de ocio veterana en la ciudad, pues se puso en marcha en 1989. Los usuarios tienen edades comprendidas entre los 1 y los 12 años, con unos 6 o 7 de media; es “la gente que más puede disfrutar los juegos de mesa”. Los más reclamados son “los de toda la vida”, como el Trivial, ajedrez, parchís u oca, clásicos que son conservados de una temporada a otra y que pueden encontrarse asimismo en invierno.

Las ludotecas municipales se trasladan entonces al centro cultural Manuel Benito Moliner y en el espacio ciudadano María Sánchez Arbós, aunque gozan de una asistencia menor porque hay menos plazas que en los espacios abiertos de los parques. En el Miguel Servet y en el Universidad se disponen mesas y sillas de plástico para que no falten las comodidades. El precio del abono de temporada es de 4 euros en el primero y de 2 en el segundo. Los juguetes se utilizan y se devuelven siempre bajo el control de los adultos y de los trabajadores de las ludotecas.

“Los niños siempre vienen con un responsable, no pueden hacerlo solos y nosotros no nos responsabilizamos de ellos. Nuestra función es realizar las nuevas altas, enseñar a emplear los juegos de nueva adquisición o integrar a los chavales en sus primeros días”, ha señalado Boix. Esta campaña ha causado furor el Triqui Ball, un juego de mesa en el que el objetivo es conducir una bola por un camino de obstáculos hasta la meta.

Los ludoparques no tiran nada, y muchos juguetes se reutilizan para nuevas actividades e iniciativas en las que manda la imaginación. Un equipo de seis trabajadores, dos coordinadores y cuatro monitores, se encuentra muy presente en el tejido cultural de Huesca; participa en festivales como Micro, Periferias o el de cine. Asimismo, coordina la casita de Blancanieves, situada en el Miguel Servet y que mantendrá sus puertas abiertas entre el 3 y el 7 de septiembre.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión