Puerta grande en el adiós de Padilla

El Fandi, Padilla y Miguel Abellán salieron a hombros en la última tarde del de Jerez en la plaza de Huesca, donde hace 19 años y un día casi perdió la vida.

Padilla se ha envuelto con banderas piratas, la española y la del Huesca
Padilla se ha envuelto con banderas piratas, la española y la del Huesca
Rafael Gobantes

En la plaza de Huesca volvió a nacer un 12 de agosto de 1999. Diecinueve años y un día después, Juan José Padilla se ha despedido definitivamente de la afición oscense besando la arena del coso taurino. En la memoria colectiva está aquella fatídica tarde en la que un toro le perforó el abdomen y pasó más de un mes en la uci. Por eso, su comunión con el público de esta ciudad es especial.

Padilla ha salido por la puerta grande, lo mismo que los otros dos toreros de la terna de la tarde, El Fandi y Miguel Abellán, en la cuarta corrida de feria, que este martes concluye con los rejones.

El torero jerezano, con 39 cornadas en su currículo (en 2011 en Zaragoza perdió el ojo izquierdo), era ayer más pirata que nunca, con un pañuelo que protegía su cuero cabelludo, parte del cual se quedó en la plaza de Arévalo (Ávila) en su última cogida el pasado mes de julio.

Una gran bandera pirata ha ondeado en su honor en el tendido de sol, lleno hasta rebosar, toda la corrida. Casi no cabían ni las neveras preparadas para la merienda. No sería por banderas: se han contado hasta 10, de todos los tamaños, con la carabela. Y a ellas se han sumado las de España y de la S D Huesca, con las que ha acabado envolviéndose.

El jerezano se ha llevado dos orejas del primero. No ha sido el único premio. Las peñas recreativas y la peña y la escuela taurinas le han agasajado con obsequios para reconocer su sintonía con Huesca. El segundo toro, el cuarto de la tarde, se lo ha dedicado al ganadero aragonés Jesús González. Han sido sus últimos momentos en la feria de San Lorenzo, y el público lo ha reclamado hasta para poner las banderillas. De rodillas, haciendo el remolino, de espaldas... toda la faena la ha ejecutado cerca del sol, que para eso es la afición más entregada.

La plaza, en pie

Sin embargo, en su despedida ha logrado poner en pie a toda la plaza, que estaba casi llena. La vuelta al ruedo, en las dos ocasiones, se ha prolongado más de lo acostumbrado. El habitual par de minutos se ha estirado hasta casi 10 y la corrida ha durado 2 horas y 52 minutos. Engalanado con pañoleta y ramo de albahaca le ha cedido la oreja a un niño de corta edad en premio a su arrojo torero por pisar la arena.

En el tendido de sol se ha cantado, cómo no, el «Illa, illa, illa, Padilla maravilla», típico en todas las plazas. En esta ocasión, a esa consigna le ha acompañado otro grito multitudinario: «Padilla quédate». La salida por la puerta grande de la feria laurentina ha sido este año una merecida recompensa al esfuerzo de su último tributo a la plaza de Huesca.

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