Alberto López Simón abre la puerta grande en el inicio de la feria

El escaso juego del ganado marcó el desarrollo de la tarde. Cayetano cortó una oreja y el francés Sebastián Castella se fue de vacío tras lidiar el peor lote.

El de Barajas salió a hombros tras cortar tres orejas a base de actitud.
El de Barajas salió a hombros tras cortar tres orejas a base de actitud.
Pablo Segura

Alberto López Simón es un torero afortunado. De esos que coleccionan más puertas grandes que muletazos dejan para el recuerdo. Siempre bienparado en los sorteos, limitado con los trastos y sobrado de actitud. Y en tardes como la de este viernes, resulta suficiente para desorejar un toro. Así lo hizo con el que cerró plaza. Un animal serio que se dejó pegar en el caballo y puso en apuros a los de plata con las banderillas. Se lo brindó al respetable y jamás lo dejó pensar. Metido entre los pitones, lo llevó por donde quiso. A media altura, con la figura vertical, pero siempre con el pico de la muleta. Dos arrimones marca de la casa que conquistaron a las peñas y una estocada recibiendo a dos tiempos, le valieron convertirse en el triunfador de la tarde.

Con el manso y flojo primero, al que también le cortó una oreja, se mostró perdido. No fue capaz de aprovechar las dulces embestidas del animal. Siempre mal colocado, lo mandó a la recta una y otra vez, dibujando una faena que, desgraciadamente, hemos visto muchas veces. Más arrimones y una entera. Suficiente.

Inédito se quedó el francés Sebastián Castella que pechó con el peor lote. El abreplaza salió ya derrotado al ruedo. Se durmió en el peto y aguantó a duras penas dos pares de banderillas. Mejor por el pitón izquierdo, se desplazó sin raza y sin clase en la muleta de un Castella que debió abreviar. Le valió con una media para pasaportarlo.

Si malo fue su primero, no fue mejor el que hizo cuarto. Un animal fuerte, hondo y bien hecho que desgraciadamente mostró la misma condición que sus hermanos. Flojo de remos, mansurrón y descastado, se lesionó de la mano izquierda en el último tercio y privó a Castella de cualquier opción de triunfo. Una pena.

Cayetano, que volvía a Huesca, mostró su versión más populachera e hizo las delicias de las peñas gracias a un toreo efectista y poco ortodoxo en el primero de su lote. Con su segundo aburrió.

Una corrida para olvidar

La divisa gaditana de Manuel Blázquez debutaba en el coso altoaragonés y seguramente tardará en volver. Pese a la impecable presentación, fue un desfile de mansos, inválidos y descastados que colmó la paciencia de los presentes. Paciencia que, en cambio, no parecieron perder los timbaleros mientras merendaban. Qué tranquilidad y qué temple. No tocaron para devolver al lesionado cuarto y la gente dudó si el toro había sido devuelto. Mal.

El toro necesita un punto más de fuerza y mucha más casta. Lo de este viernes no puede ser la norma.

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