Los errores de una senderista belga que casi acaban en tragedia

Un guarda del refugio de montaña de Pineta difunde el caso, que vivió en primera persona, con el objetivo de hacer un llamamiento a la prudencia ante el "inusual" aumento de accidentes este verano

Imagen captada del vídeo del rescate de la senderista
Imagen captada del vídeo del rescate de la senderista
Guardia Civil

Iba vestida con pantalón corto y una camiseta fina, estaba sola, sin mochila, y se iluminaba con una linterna de niño. El caso de una turista belga de 57 años rescatada por el Greim el 8 de julio en la senda del GR-11, entre Góriz y Pineta (Bielsa), ha servido para que uno de los guardas del refugio de Pineta, que vivió en primera persona el suceso, haga un llamamiento a la prudencia dándolo a conocer a través de las redes sociales.

"Fue claramente una imprudencia que movilizó a todo un grupo de rescate por algo que se podía haber evitado", comenta Jaime Arbés. "Contra la mala suerte, nada se puede decir. Otra cosa es la inconsciencia, la falta de preparación e información sobre qué ruta se va a hacer", añade.

Este guarda, acostumbrado a vivir muchas experiencias similares, escuchó la noticia, en la que en esencia se daba cuenta del rescate de madrugada de una senderista que cayó por una barranquera. Pero él sabía que detrás había una historia "un poco más rocambolesca".

Arbés subía hacia el collado de Añisclo por la senda GR-11 y se encontró a las 19.30 a un hombre con dos mochilas. "Me imaginé que detrás iba su compañero o compañera. Efectivamente, poco después encontré a una mujer que bajaba muy mal, no estaba en condiciones de seguir sola". Le dijo que venía del refugio de Góriz y él le aconsejó que cuando se encontrara con su pareja no se separaran. No obstante, llamó a su refugio, a Pineta, para que estuvieran pendientes de la llegada de ambos.

Arbés había salido a hacer unas fotografías nocturnas, pero en el último momento decidió no quedarse a dormir en la montaña. En el camino de regreso, sobre las 22.30, en un bosque muy tupido y con la noche cerrada, vio unas luces y oyó un grito. Salió de la senda y a los 15 minutos encontró a la mujer sentada en el suelo, cerca de un barranco, con un pantalón corto, una camiseta y una linterna de las que usan los niños en los campamentos. Tenía heridas en una pierna y el labio.

"La mujer había avisado al 112, pero volví a llamarlos, me pasaron con el Greim y les comenté que estaba con ella y la había abrigado y que intentaríamos volver a salir a la senda del GR-11". Les costó una hora y media localizar el camino porque la senderista iba muy despacio. No se atrevía a pasar un barranco y esperaron a los guardias. "Vinieron enseguida. Da gusto tener un equipo de salvamento como este", declara. La llevaron al centro de salud de Lafortunada para ser atendida.

El guarda detalla todos los errores cometidos: no estaba preparada físicamente, había elegido una ruta que la superaba, no iba equipada o en todo caso la mochila con ropa de abrigo se la llevó su compañero. Además este se equivocó al dejarla sola, "algo que nunca se debe hacer". Si hubiera tenido que pasar la noche en la montaña, a 6 o 7 grados, habría sufrido una hipotermia, explica Arbés, quien decidió contar la historia en el Facebook del refugio "porque estos días se está dando un inusual aumento de accidentes". "Cuando se cuenta que han rescatado a una mujer, no se detallan las circunstancias y entonces estas se repiten. Este caso salió bien, pero movilizó al grupo de rescate cuando se podía haber evitado sabiendo la ruta a elegir". Asegura que es frecuente ver llegar al refugio a gente muy cansada y grupos que vienen diseminados, incluso con dos horas de diferencia, "y en dos horas pueden pasar muchas cosas".

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