Así juguetean en verano los cabritillos de sarrio en los neveros del Pirineo aragonés

Un lector de Heraldo capta unas inusuales y entrañables imágenes de un rebaño en la frontera del Portalet.

Así juguetean en verano los cabritillos de sarrio en los neveros del Pirineo aragonés
Así juguetean en verano los cabritillos de sarrio en los neveros del Pirineo aragonés

Tantas veces implacable, la madre Naturaleza es capaz de recompensar todo con la generosidad de una simple imagen. De esas que valen más que mil palabras. Como la que envía a los lectores de Heraldo.es un suscriptor de este periódico que, sin ninguna pretensión, presume de llevar “años recorriendo el Pirineo aragonés” y disfrutando de sus parajes con sus gratas sorpresas, muchas veces inesperadas, casi impensables.

Como las del vídeo que obtuvo este miércoles, 11 de julio, cuando realizaba un recorrido de tantos entres las cimas que a diario ve desde su segunda residencia en Formigal. Tranquilamente, sin prisas ni metas, había salido por la mañana con su familia, camino a la frontera, tal vez solo en busca de descanso y tranquilidad. En un cortado, a mediodía, justo al otro lado de la vertiente francesa de Portalet, el horizonte les regaló una estampa para ellos inédita. Bajo el calor de julio, en una zona de sombra aliada con un testimonial nevero de lo que ha sido un crudo invierno, un nutrido rebaño de sarrios: “Unos cuarenta animales”, asegura. “Porque aparte de los que se ven sobre el manto blanco, hay otros muchos que se confunden entre las piedras y rocas”.

“Lo más gracioso –describe- son las crías que, de forma inesperada, se ponen a saltar y jugar entre ellas, arrastrando al resto de la manada”. “Ha sido increíble, nos hemos quedado inmóviles durante 20 minutos para no asustarles y poder grabar una imagen que en 40 años no me había encontrado. He visto sarrios, pero nunca tantos y menos con los cabritillos jugando”, añade.

Efectivamente, el sarrio es una especie pirenaica que se aparea en otoño y que cría a finales de la primavera. Las hembras suelen parir un cabritillo y, por tanto, entra dentro de lo normal ver a las madres con sus crías a principios de verano, como se aprecia en las imágenes de este vídeo.

Según la Enciclopedia General Aragonesa, el sarrio de nuestros Pirineos (Rupicapra rupicapra pyrenaica) constituye la variedad o subespecie pirenaica de la gamuza alpina centroeuropea (Rupicapra rupicapra), que puede considerarse como la raza tipo. Coexiste en nuestra península con el rebeco cántabro, el mismo género y especie en los tres casos.

En el Pirineo aragonés el nombre de sarrio es el más habitual y extendido, pero existen también las denominaciones chizar, chizard, chizart o chizarz para la zona de Bielsa, e ixarso o ixarzo para la de Benasque. Al macho "bueno", solitario, se le designa como matrero, solenco o soleu; a las hembras y crías, como "cabras" y "cabritos" (crabas, crabitos). Las hembras viejas, estériles, son las machorras.

A diferencia de lo que ocurre con otros mamíferos afines, como el ciervo, corzo, gamo, en esta especie llevan cuernos los dos sexos, y no los pierden o "tiran" nunca. Si en altura pueden llegar a ser sensiblemente iguales, los de las hembras son algo más delgados, crecen más paralelos y tienen una curvatura menos marcada hacia atrás del ápice. Tanto en corpulencia como en tamaño de cuernos, los sarrios son algo menores que sus primos hermanos de los Alpes. El pelaje es de color tierra tostada franca, ligeramente rojizo en verano.

Su número ha aumentado apreciablemente. Hay establecidas cuatro reservas nacionales de caza, que de oeste a este son: Los Valles, Viñamala, Los Circos y Benasque; está intercalada la reserva permanente del Anayet, coincidente en la frontera con la antigua de Midi d’Ossau, actualmente englobada en el Parque Nacional francés de los Pirineos Occidentales, con buena densidad en la parte española y muy buena en la francesa, que se considera casi saturada; y el Parque nacional del Valle de Ordesa, donde se reúne también una buena cantidad de sarrios.

El hábitat de este animal se sitúa entre los 1.500 y los 2.500 metros. En verano  llega a rondar los 3.000, descendiendo a las cotas más bajas en la estación fría. Es animal exclusivamente herbívoro. El celo tiene lugar en noviembre y primeros días de diciembre, naciendo los cabritos en general en la segunda mitad de mayo o muy primeros días de junio. La hembra pare un solo cabrito, muy excepcionalmente gemelos.

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