Los Almudévar: localidad, apellido y una excusa para encontrarse

Unas 70 personas apellidadas Almudévar se reúnen para celebrar el noveno centenario de la toma de la población por el rey Alfonso I

Siétamo fue el lugar de encuentro de los participantes.
Siétamo fue el lugar de encuentro de los participantes.
Heraldo

La historia de una localidad se inserta en ocasiones en el apellido de sus habitantes. Almudévar, villa romana que en su origen se denominó Burtina, ha prestado su topónimo a generaciones de personas. Unas 70 de ellas se reunieron el pasado sábado 16 de junio para celebrar el noveno centenario de la toma de esta población por las tropas cristianas del rey Alfonso I el Batallador en su camino a la conquista de Zaragoza y de la imposición de este apellido al primer caballero que lo atesoró y legó después a su linaje.

Los Almudévar congregados para la ocasión almorzaron en Huesca y realizaron una visita guiada por sus calles, con parada obligatoria en la iglesia de San Pedro el Viejo. En su claustro pudieron leer en primera fila los epitafios de los sepulcros de Michael de Almudévar y su esposa, fechados en 1321 y 1306, respectivamente.

A continuación se dirigieron a la cercana localidad de Siétamo, donde disfrutaron de un almuerzo en un establecimiento hostelero con un carácter medieval muy acorde con la fecha. El grupo se reunió en la plaza Mayor, delante de la casa solariega de la familia del escritor Ignacio Almudévar Zamora, para terminar una jornada que definieron como “emotiva y enriquecedora”.

En este encuentro, el apellido Almudévar se unió a otros oscenses como Royo, Llanas, Zamora, Pascual o Used y a algunos menos habituales en la provincia: Buye, Adiego o Tesa. Otros, como Torino o Cornejo, eran de latitudes lejanas; todos, con este nexo familiar común.

En manos musulmanas, entre 714 y 1118 Burtina pasó a llamarse Almudévar, topónimo que puede traducirse como “el redondo”, debido probablemente a la forma ovalada sobre la que se asienta el castillo y que se denomina la ‘corona’. Tras la conquista cristiana, y como era costumbre en la época, se otorgó la bailía o administración a un caballero que legaría el apellido a sus descendientes. Sin embargo, los primeros datos genealógicos contrastados pertenecen al siglo XV y pueden rastrearse hasta nuestros días.

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