El amor de las navatas

A Alba (26), de Laspuña, y Martín (25), de Biscarrués, les ha unido su pasión por las navatas, el agua y el Pirineo. Este fin de semana harán juntos por primera vez el descenso del río Cinca en un acto que de año en año rinde homenaje en el Sobrarbe al viejo oficio de los navateros.

Los jóvenes navateros Alba y Martín, a bordo de una de las navatas que este fin de semana protagonizarán el XXIV Descenso de Navatas del río Cinca.
Los jóvenes navateros Alba y Martín, a bordo de una de las navatas que este fin de semana protagonizarán el XXIV Descenso de Navatas del río Cinca.
P. Berné

La historia de Alba Betato (26) y Martín Ortas (25) surge a orillas del Cinca, ligada a las aguas de este río y a la ilusión de recuperar un oficio, el de las navatas, que poco a poco se ha ido perdiendo.

"Ser navatero es un sentimiento... Para mí bajar el río es un homenaje que le hago a mis familiares y a toda esa gente del Pirineo que se ganaba la vida de esta manera", relata esta joven descendiente de Laspuña (Huesca), la única mujer que el próximo fin de semana surcará junto a su prometido las aguas del río Cinca a bordo de una de estas embarcaciones de madera.

La Asociación de Nabateros del Sobrarbe, de la que forman parte los padres de ambos, ha tenido el detalle de convertir a la pareja en protagonistas del XXIV descenso para celebrar así que el amor también surge entre navatas.

"Martín y yo nos casaremos en octubre y la Asociación ha querido tener este gesto. Yo la primera vez que bajé el río tenía 18 años y lo hice acompañada de mi padre y el que pronto será mi suegro -dice entre risas-. Ahora todos los que quedamos somos aficionados, porque este año murió el último navatero que lo tenía como oficio aquí en Laspuña", cuenta Alba, quien pese a vivir durante años en una localidad barcelonesa -adonde emigró su padre- confiesa que a día de hoy no cambiaría la ciudad por esto.

"A mí me tira demasiado el monte, los ríos... Tenía claro que no me quedaría allí", dice mientras contempla orgullosa la construcción de las navatas. Su prometido, Martín, guía de aguas bravas en el Gállego, es uno de los navateros más jóvenes del grupo. Él llegó a Laspuña con ocho años e hizo su primer descenso a los 15. "Su familia fue pionera en la iniciativa de subir a Laspuña para recuperar la tradición. Querían aprender el oficio para poder retomarlo allí, en Biscarrués, y eran de los pocos que venían a todos los trabajos", detalla esta joven.

El puente de Laspuña ha sido este fin de semana el escenario elegido para la construcción de las navatas que el próximo domingo, a las 11.00, surcarán las aguas del río Cinca en la XXIV edición de este descenso. "La primera vez que se hizo fue en el año 83, cuando Severino Pallaruelo, nuestro abuelo y antiguos navateros quisieron dejar constancia de este oficio que se estaba perdiendo en el documental de Eugenio Monesma", señala, por su parte, José Luis Palomeque, otro vecino de Puyarruego que participó el fin de semana en la construcción de las navatas. Su sobrino Mario, de 26 años, explica que la esencia de este descenso que se realiza de año en año no es otra que intentar que "no se olvide un oficio que fue importante en estas montañas y en la zona para muchas familias" que aun hoy lo reviven cada mes de mayo con ilusión.

“El amor de las navatas”

"Disfrutar disfrutamos siempre... El hecho de estar en un río más grande sobre la navata es una sensación que impresiona, y que es muy bonita", describe Mario, quien insiste en que cada recorrido tiene una duración diferente en función del caudal.

Alba, por su parte, hace hincapié en el "sentimiento" que les une a todos ellos, los navateros del Sobrarbe, a la hora de emprender el descenso en estas embarcaciones que a menudo recuerda también La Ronda de Boltaña en sus canciones.

Tu casa no es solo un montón de piedras, la torre que el tiempo derrumbará; es más que un techo, es un puente de sangre, entre los que vivieron y los que vivirán; navata que en el río de los siglos, con sus troncos unidos, lejos navegará

"Para mí, el momento más emotivo es justo antes de hacer el descenso. Hacemos un homenaje en el monumento navatero de Laspuña y le llevamos un ramo de flores en memoria de los que ya no están. En Puyarruego hay otra escultura del que llamamos 'el maestro', porque fue el navatero que nos enseñó y estaba allí siempre, y es muy emotivo también ese momento de cambiarle el berdugo", concluye Alba, quien anima a vecinos y visitantes del Sobrarbe y otras localidades a disfrutar de esta intrépida y emotiva jornada tradicional el próximo fin de semana.

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