"Curar un esguince es sencillo, salvo que estés en medio de una ventisca"

Marta García Luengo y Juan Pérez-Nievas se conocieron en el máster. Ella lo ha dejado por las lesiones y porque, con dos hijos pequeños, valora que es un trabajo de riesgo

Juan Pérez-Nievas y Marta García Luengo
Juan Pérez-Nievas y Marta García Luengo
Rafael Gobantes

Juan Pérez-Nievas y Marta García Luengo se conocieron cursando el máster. Están acostumbrados a atender heridos en las ambulancias del 061, con apoyo de otros sanitarios y una completa equipación, pero cuando les toca guardia de rescate y acuden a un accidente solo disponen de sus manos y del material imprescindible, ya que no se puede sobrecargar el helicóptero. "Lo tienes que hacer tú todo, el trabajo del médico, del enfermero y del técnico, aunque nos ayuden los guardias. Hemos avanzado y hace un año se instauró una formación sanitaria continuada para ellos que nos facilitará el trabajo. Otra mejora muy importante es que nosotros hacemos un reciclaje continuo todo el año con las unidades Greim en las técnicas de seguridad en montaña, lo que aporta mayor seguridad al equipo", explica él, coordinador de la unidad del 061 donde están integrados estos sanitarios que periódicamente hacen guardias en el hospital San Jorge para rápidamente incorporarse al helicóptero.

De 45 años, nacido en Tudela, se apuntó con unos amigos al máster y después de trabajar en Andorra y La Seu d’Urgell, se incorporó en 2005 al servicio cuando empezó a operar un segundo helicóptero en Benasque en verano. Los rescates importantes desde el punto de vista sanitario no pasan del 15%, y aquellos con peligro vital, aún son menos. Además de la gravedad de las lesiones, tiene mucho que ver el mal tiempo. "Un esguince de tobillo es algo sencillo, salvo que estés en medio de una ventisca", dice, recordando que su peor experiencia, en Peña Telera, fue con unos montañeros ilesos. "Nos jugamos la vida todos. Era una tormenta brutal. El helicóptero nos pudo dejar pero se tuvo que ir, no se veía nada. Sacamos al grupo a pie por corredores con mucho peligro de aludes".

Hasta hace poco trabajó en la unidad su mujer, Marta García Luengo, madrileña de 41 años, que se interesó por la montaña estudiando Medicina. «Hice la residencia en Zaragoza con la idea de cursar el máster y acabar trabajando aquí». Lo ha dejado por una lesión crónica de rodilla, porque "este servicio requiere una forma física buena", y por sus dos hijos, de 2 y 4 años. "Es un trabajo de riesgo, y con la edad y los niños pequeños cada vez tengo menos ganas de asumir ciertos riesgos que antes no me importaban". En su caso, el problema se agrava al dedicarse los dos a los mismo.

Juan tiene claro que medicalizar el rescate ha aportado un plus de calidad: además de reducir la mortalidad, alivia el dolor en la evacuación. Incide en que el tiempo de respuesta es importantísimo. "Se habla de la hora de oro, porque en 60 minutos una actuación médica puede aumentar la supervivencia". En este sentido, opina que el operativo ideal es el de Benasque: el Greim, el helicóptero y los médicos en la misma base, y le gustaría exportarlo a Huesca. "Juntos daríamos un salto cualitativo, ahorraríamos una hora, y eso en un politraumatizado es fundamental". De lo que no es partidario es de dedicar unos sanitarios en exclusiva a este servicio. "No puedes atender bien a un politraumatizado si ves uno al año, necesitas ver pacientes en urgencias de hospitales y ambulancias".

Los infartos se disparan

La mayoría de las lesiones atendidas por los médicos en la montaña son traumatismos causados por caídas, tropiezos... Sin embargo, últimamente se observa un repunte de patologías médicas no traumáticas (han pasado del 3,9% al 12,3%), en personas con un problema de base como diabéticos o hipertensos, que tras una caminata en un día de calor son más susceptibles. Destaca especialmente el incremento de problemas cardíacos, con las dificultades que entraña atender un infarto en un entorno tan hostil. El paciente tipo de estas patologías es un varón de entre 50 y 59 años practicante de senderismo en la época estival que se accidenta por encima de los 2.000 metros.

Estos datos corresponden a un estudio publicado en 2017 por un equipo compuesto por tres médicos del 061 de Aragón (Eva Sierra, Sara Batista y Salas Abella), una de emergencias de Castilla y León (Carmen Martínez) y una enfermera de uci de Madrid (María de la Vieja). Se desarrollo entre julio de 2010 y diciembre de 2016, periodo en el que se rescató a 2.079 personas, de las cuales solo un 7,8% no habían sufrido traumatismos.

Analizando a estos pacientes (el 82% varones), se vio que el 36,6% presentaban patologías relacionadas con el medio, siendo la más frecuente la hipotermia. El 20,7% correspondían a dolencias cardíacas, la causa de más de la mitad de los fallecidos en ese periodo de tiempo (11 de 16), y el 12,8% eran por problemas digestivos. Entre las conclusiones se apuntaba "al aumento progresivo de la edad de los rescatados, sobre todo mayores de 50 años y de 60 años".

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