“El alud me arrastró pero por suerte me paré a 3 metros del precipicio”

Kike Fernández relata su experiencia en la avalancha que le sorprendió el miércoles en Punta Suelza a él y a otro esquiador de montaña, el cual resultó herido grave

Croquis de la ascensión a Punta Suelza y del lugar donde se produjo el alud (en rojo y en amarillo)
Croquis de la ascensión a Punta Suelza y del lugar donde se produjo el alud (en rojo y en amarillo)
Alberto Bosque

Kike Fernández y Carlos Andrés, dos experimentados esquiadores de montaña de Aínsa y socios del Club Atlético Sobrarbe, estaban el miércoles al mediodía a punto de alcanzar la cima de Punta Suelza (2.973 m), en el término municipal de Tella Sin, cuando se encontraron con una cornisa de nieve que conocían de anteriores ascensiones y que creyeron que era estable. “Aun así, nos separamos y pasamos despacio y en silencio para no romperla con ningún ruido raro, pero la placa nos sorprendió y se nos llevó para abajo”, relata Kike Fernández, guía de montaña de 59 años y que por suerte salió ileso del incidente.

Habían madrugado y hacía un día “perfecto” para disfrutar de una de sus aficiones, el esquí de montaña. Pero a punto estuvieron de sufrir una tragedia. Asegura que aunque vieron la cornisa “ni habíamos visto una placa de viento ni la esperábamos”. Cuando les rompió encima un corte de unos 40 centímetros de espesor y más de 100 de longitud, recuerda que le fue revolcando ladera abajo unos 50 metros. “Tuve la suerte de que cuando se paró la avalancha, me quedé con la cabeza y un brazo fuera. Y cuando ves que estás vivo, ya solo piensas en salir lo más rápido posible para sacar a tu compañero”, afirma.

Le costó desenterrarse “mucho rato” y a continuación empezó a buscar a Carlos con el Arva (dispositivo de localización de víctimas de avalanchas), la pala y la sonda “aunque enseguida me di cuenta de que seguro que había saltado por el cortado”. Pidió ayuda a la Guardia Civil por teléfono y después de encontrar sus esquís, se los puso y bajó hacia el acantilado, donde ya encontró a su compañero, que se había precipitado unos 45 metros. Por suerte, la nieve amortiguó la caída, pero aun así sufrió lesiones de gravedad. “Le senté y le estabilicé para que le doliera menos y allí estuvimos esperando a que vinieran a buscarnos”, señala.

“El alud me arrastró pero por suerte me paré a 3 metros del precipicio”

Croquis del lugar donde se produjo el alud (amarillo) y donde aparecieron las víctimas (naranja). Alberto Bosque

Una hora después, llegaron los especialistas del Greim de Boltaña y el médico del 061 a bordo del helicóptero, que tuvo que realizar una arriesgada maniobra de aproximación para llegar hasta los dos esquiadores “porque estábamos justo en la vertical de la cornisa y había un peligro latente de que se cayera”. “Pero son muy buenos en su trabajo”, destaca Fernández, agradeciendo la labor de los especialistas de la Guardia Civil y del personal sanitario.

Carlos Andrés, de 55 años, sufrió varias fracturas “pero lo por menos lo podrá contar”, resalta su compañero Kike Fernández, quien confiesa, a toro pasado, que “está claro que no teníamos que haber pasado por allí”. Sin embargo, insiste en que no creyeron estar en peligro. “Pensamos que iba a ser mucha casualidad que se rompiera”, indica.

El riesgo de aludes no era demasiado alto el miércoles con un nivel 2 sobre 5 –limitado– por debajo de los 2.100 metros, y de 3 sobre 5 –notable– por encima de esa altitud, según la Aemet.

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