El glaciar de Monte Perdido sufre su mayor retroceso: 2,3 metros de espesor en un año

La tercera masa de hielo más grande del Pirineo aragonés ha perdido 15 metros en algunas zonas desde 2011. Los científicos advierten de que está "muy deteriorado" y la parte occidental, "en claro peligro de desaparición".

Los investigadores, el pasado 2 de octubre, en una de las cavidades que se forman en el glaciar.
Los investigadores, el pasado 2 de octubre, en una de las cavidades que se forman en el glaciar.
J.I.López

Que los glaciares del Pirineo tienen los días contados se sabe hace tiempo. Que es por el cambio climático, también. Lo que sorprende es la celeridad del proceso. El ejemplo más evidente, porque es el más estudiado, es el de Monte Perdido, en el Parque Nacional de Ordesa, que en el último año ha sufrido el mayor retroceso desde que se empezó a investigar su evolución.

La tercera masa de hielo del Pirineo ha perdido 2,3 metros de espesor entre octubre de 2016 y octubre de 2017, una cantidad muy alta, a juicio de los científicos. Y esta es la media, porque en bastantes zonas la disminución ha sido de 5 metros, y en puntos concretos, incluso de 7. Viene a representar cuatro veces más que el promedio de los cinco años anteriores. En los periodos de 2011-2012 y 2014-2015, el retroceso se cuantificó en 1,8 m y 1,7, respectivamente. Los años intermedios, de mucha nieve y veranos frescos, se mantuvo estable e incluso experimentó algún incremento.

Dos metros y 30 centímetros es "mucho", valora el investigador principal del proyecto científico de seguimiento del glaciar, Juan Ignacio López Moreno, geógrafo del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), sobre todo teniendo en cuenta que pocas partes superan los 30 m. "Está yendo muy rápido. Con condiciones similares de un año a otro, ahora el deterioro es más acelerado. La parte derecha, la que más pérdidas tiene y la que menos movimiento presenta, va a desaparecer en pocos años si sigue esta tendencia. La otra está más protegida, acumula más nieve y evoluciona de forma más lenta", dice.

Temperaturas extremas

La razón principal del descenso entre 2016 y 2017 está en las altas temperaturas de los meses centrales. "Ha sido un verano tan cálido como hace dos años, pero más largo, porque en 2017 las temperaturas altas empezaron en mayo y duraron hasta octubre, el mes más extremo respecto a las medias", explica López Moreno.

Monte Perdido es el tercer glaciar en superficie del Pirineo, con 37,8 hectáreas (41 en 2008), aunque las pérdidas son más graves en volumen que en extensión. El IPE encabeza un proyecto financiado por Parques Nacionales (Criordesa), junto a las universidades de Zaragoza, a través del campus de Huesca, Valladolid y el País Vasco y varios centros de investigación. Recientemente se hizo un sondeo para extraer un registro de hielo a 9 metros con el fin de determinar su edad y reconstruir el clima desde el momento de su formación.

Para su estudio se han empleado técnicas de medición de escáner con láser, y un dron cartografió la superficie. Nuevas herramientas que constatan el declive, sobre todo en la parte occidental y en el glaciar superior, más expuesto al tener menor superficie. Hay pérdidas generalizadas que superan los 10 metros desde 2011, e incluso 15 en algunos puntos, señala Juan Ignacio López Moreno, quien publicará próximamente estos datos en una revista especializada, junto a Esteban Alonso-González, también del IPE; Jesús Revuelto, del Centro de Estudios de la Nieve de Meteofrance; e Ibai Rico, de la Universidad del País Vasco.

Pero no todo se reduce a números. El retroceso también es cualitativo. Monte Perdido presenta un estado "muy deteriorado", y este año ha marcado "un punto de inflexión". Ocurre lo mismo en el del Aneto, donde una parte que lo alimentaba se ha quedado desconectada del cuerpo principal. En el coloso de las masas de hielo del Pirineo se midieron el pasado verano temperaturas máximas de 18 grados centígrados. Si otros años en julio todavía quedaba nieve que lo cubría, los montañeros que iban de camino a la ascensión del Aneto pudieron constatar en julio y agosto cómo en muchas partes afloraba directamente el hielo.

Colapsos y rocas

"En medio de Monte Perdido están empezando a aparecer zonas de rocas y partes cubiertas de derrubios que evidencian la falta de movilidad del glaciar", comenta López Moreno, pero sobre todo se observan bastantes colapsos, lo que significa que se abren zonas huecas por dentro que aceleran la degradación. También en los últimos años ha ganado en pendiente, y eso se nota en la acumulación de nieve y en su irregular distribución. La campaña de medición del manto realizada el 30 de abril puso de relieve que mientras existen zonas con espesores de más de 10 metros, en otras aflora al hielo, que queda desprotegido frente a las elevadas temperaturas.

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