Lanuza, el pueblo desalojado por el embalse que se reconstruyó piedra a piedra en 25 años

Actualmente hay 10 casas ocupadas de forma permanente y en verano se llena de familias. Los vecinos celebraron ayer el aniversario del inicio de los trabajos.

Los antiguos vecinos ven con satisfacción cómo el pueblo se ha vuelto a llenar de familias.
Lanuza, el pueblo desalojado por el embalse que se reconstruyó piedra a piedra en 25 años
Javier Navarro

Se fueron del pueblo por la fuerza. La construcción del embalse los dejó sin tierras que cultivar y los empujó a la emigración. Pero nunca renunciaron a volver. Ayer, los antiguos vecinos de Lanuza celebraron el 25 aniversario del inicio de los trabajos que han permitido rehabilitarlo piedra a piedra y salvarlo de la ruina y los escombros. La localidad, famosa por el festival de música Pirineos Sur y por la cercana estación de esquí de Formigal, ofrece estos días una estampa, con las calles llenas de residentes y veraneantes, que nada tiene que ver con la del despoblado a orillas del pantano. Fue el primer caso, y hasta ahora el único, de un pueblo devuelto y recuperado por los antiguos propietarios, y un ejemplo a seguir para los de Jánovas.

La Confederación Hidrográfica del Ebro inició el proceso de reversión a finales de los años 80 y permitió, en sucesivas fases, recuperar las propiedades por encima de la cota 1.285 del pantano. Curiosamente, lo primero que se rehabilitó fue la iglesia. La asociación de antiguos vecinos, formada inicialmente por una docena de personas, se puso manos a la obra y entre todos pagaron la rehabilitación. "Cada familia aportó unas 500.000 pesetas, entre lo que costó la iglesia y la rehabilitación", recuerda Ángel Pérez, uno de los pioneros. El templo se convirtió en el símbolo de la recuperación. "No podíamos consentir que se viniera abajo", añade.

Pusieron dinero, pero sobre todo muchas horas de trabajo. "Durante dos años, sábados y domingos, veníamos a trabajar a la iglesia, con un horario como en una empresa", cuenta Pérez. Ayudó que el entonces presidente de la junta, Matías Naverac, se dedicara a la albañilería.

Tras la iglesia, se revirtieron los edificios colindantes, en un radio de 100 metros. El Ayuntamiento de Sallent de Gállego, del que depende la localidad, aprobó un plan urbanístico y se empezó a intervenir en las casas. Ángel Pérez recuerda que el entonces alcalde de Sallent, José Luis Sánchez, "se portó muy bien" echándoles una mano en los complejos trámites administrativos. Por las casas pagaron un 20% más de lo que en su día recibieron, pero una vez que ya tenían los servicios de luz, agua y alcantarillado, el precio subió hasta más del 100%. Las infraestructuras se instalaron con una subvención del Ministerio de Medio Ambiente destinada a los pueblos afectados por embalses.

Los antiguos vecinos se quedaron cerca. Cuando los desalojaron en 1977 para hacer el embalse se instalaron en Sabiñánigo, Jaca, Sallent de Gállego o Huesca. "Los que más lejos, vivían en Zaragoza", precisa Ángel Pérez. Primero volvieron tres o cuatro familias, que en cuanto tuvieron la vivienda arreglada ya se instalaron permanentemente aquí. "Ahora hay incluso más casas que antes porque las cuadras, los corrales y las eras se han aprovechado, al estar dentro del núcleo urbano. Sobre todo por parte de vecinos que no pudieron recuperar sus casas en la zona de abajo porque estaban por debajo de la cota de seguridad". Pérez asegura que "aquí no ha venido nadie a especular con esos terrenos".

Hoy viven en Lanuza 10 familias de forma permanente y hay más de 60 viviendas, la mayoría en manos de antiguos vecinos y usadas como segunda residencia, pero también gente que no tenía vinculación con el pueblo se ha ido comprando apartamentos. Además, hay un hotel, un bar restaurante y dos casas de turismo rural. La escuela se habilitó como local social, y en una planta se adecuó una ludoteca, porque en verano se llena de niños.

El secreto fue "la unión de los vecinos", afirma Pérez. Es el principal consejo que da a los antiguos propietarios de Jánovas. Y también les recomienda tener cerca, y no de frente, a la administración. Otros pueblos de Soria y Alicante se interesaron por su experiencia y copiaron sus estatutos.

Homenaje a los pioneros

Los pioneros han dado el relevo generacional y hoy la tarea de dinamización del pueblo está en manos de la Asociación Cultural La Escuela de Lanuza, que este fin de semana ha preparado un programa de actos para rendir homenaje a todas aquellas personas que, con perseverancia y mucho amor por sus raíces, consiguieron la reversión y realizaron los trabajos que han permitido restaurar la iglesia, urbanizar las calles y reconstruir las casas y la escuela, cerrando un ciclo que ha llevado a que hoy Lanuza sea un barrio de Sallent de Gállego.

Sandra Navarro, al frente de la asociación cultural, dice que es un agradecimiento "al esfuerzo personal y económico" de los pioneros. "Primero levantaron la iglesia, luego vinieron las calles, la traída de agua, la luz, las casas...". Y también, un ejemplo "para que los más jóvenes se den cuenta de que lo que hay ahora en Lanuza no ha caído del cielo".

Los actos de ayer comenzarán con una charla del estudioso del Pirineo Severino Pallaruelo. Le siguió la intervención de Oscar Espinosa, de la Fundación San Miguel de Jánovas, quien habló del estado de recuperación de esa localidad. A continuación, se presentó un vídeo sobre los trabajos realizados en Lanuza, y se descubrió una placa conmemorativa del 25 aniversario. La fiesta acabó con el baile del Palotiau y con un concierto a cargo del grupo Adagio.

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