Una colección única: 10.600 hueveras

El centro cultural del Matadero expone hasta el domingo parte de una colección personal centrada curiosa pieza de menaje.

Una colección única: 10.600 hueveras.
Una colección única: 10.600 hueveras.
Rosa Calvo

Puede que al escuchar el término huevera, le vengan a la cabeza los envases de plástico y cartón en los que se comercializan en los supermercados los huevos, pero una huevera puede ser algo más delicado, incluso protagonista de una colección. Sino que se lo pregunten a María José Fuster, que lleva treinta años recopilando estas delicadas piezas del menaje que se utilizan para comer los huevos pasados por agua, hasta llegar a la increíble cifra de 10,600 distintas.

“Es un elemento ya en desuso, pero antes era algo muy común, para apoyarlos allí una vez hervidos y poder comerlos”, explica Fuster, que señala que en algunos países sí siguen utilizándose con frecuencia.

Una selección de ellas se podrán ver en el centro cultural Manuel Benito de Huesca -antiguo Matadero- hasta este domingo, en horario de 18.00 a 21.00 entre semana, y el fin de semana también por la mañana de 12.00 a 14.00. “Aquí habrá entre 1.300 y 1.500 diferentes, ya que nos debemos al espacio”, relata Fuster, que reconoce como una complicada tarea poder seleccionar aquellas que mostrará a los oscenses.

“Se me pasa el rato eligiendo unas y quitando otras, y volviéndolas a cambiar”. Así, los ha seleccionado como por secciones: animales, flores, conmemorativas, publicitarias... Exponiendo formas tan curiosas como la cabeza de un cocodrilo, las figuras de la guerra de la Galaxia, Spiderman o la cara del príncipe Carlos de Inglaterra.

Esta altoaragonesa, natural de la localidad de Campo, pero que reside habitualmente en Barcelona, inició su particular pasión casi por casualidad, en casa de su abuelo, precisamente en Campo. “Descubrí un juego que tenía de cuatro hueveras, y me llamaron la atención. Acabé 'raptándolas', y a partir de allí, en mis viajes empecé a buscar diferentes formas, comenzando así la colección”, relata.

Sus 20 años viviendo en Bélgica le permitieron ganar muchas piezas en diferentes mercadillos de segunda mano. “Donde más costumbre hay es en Alemania e Inglaterra, y tengo algunas que son de 1850”, explica, señalando entre las mesas de la exposición las que comparten estos orígenes.

Descubrió de esta manera todo un abanico de tipos, de materiales, bien en juegos de varias, o individuales. “Hay de todos los precios, más ostentosas o sencillas, pero son una cosa pequeñita y fácil de almacenar. Cuando en mi casa se quejan, les digo que sería peor si coleccionara soperas”, bromea María José. Porque tanto en su residencia de Barcelona como en la casa familiar de Campo, las hueveras se acumulan, expuestas o en cajas, hechas de arcilla, porcelana, esmaltadas o de madera y compradas en todo el mundo.

“Se trata de algo curioso, que a la gente le llama la atención, y si puede servir para entretener, pues yo encantada de poder hacer exposiciones y enseñar mi colección, porque tenerlas en cajas no es agradable”, aclara María José Fuster, que logró este contacto con el centro municipal de Huesca a través de unos familiares, aunque también ha participado en otras ferias y muestras de coleccionistas como Replega, en Monzón.

“Sí que he conocido más colecciones así, pero la mayoría en el extranjero, y además, se suelen centrar en una variedad o tipo, no suelen ser como la mía en la que tienen cabida todas las formas y materiales”, aclara.

A la hora de escoger sus piezas favoritas entre las más de 10.600 que atesora, a María José Fuster le cuesta decidirse. “Las primeras, con las que inicie la colección son muy importantes, y les tengo mucho cariño. También la que me regaló mi nieto, pintada por él, cuando alcance la cifra de 7.000. Hay algunas muy bonitas, y otras que son especiales, no sabría decir”, concluye.

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