Cierra la planta de biomasa de Ansó después de seis años por la escasa demanda de pellet

De los cinco empleados que quedaban, han sido despedidos tres. Si repunta la venta de este combustible, podría reabrirse.

La planta de biomasa de Ansó, pionera en Aragón y que nació en 2011 fruto de la colaboración público-privada, ha cesado su actividad por falta de rentabilidad derivada de la baja de demanda de pellet, un serrín comprimido que se utiliza como combustible en de este tipo de calderas. No obstante, no es un cierre definitivo, ya que la fábrica no se desmontará ni se disolverá la sociedad que la gestiona, participada actualmente por la multinacional francesa Veolia (antes Dalkia) con el 70% y la Mancomunidad Forestal Ansó Fago, con un 30% restante.

"Los números no cuadran", justificó ayer la alcaldesa de Ansó y presidenta de dicha Mancomunidad, Montse Castán. "No había suficiente demanda de pellet, ya que actualmente se producían al año 4.500 toneladas y para que fuera rentable tendrá que haber sido el doble, en torno a 10.000 toneladas". A pesar de que es una materia prima en alza, "no se producen inversiones en calderas grandes", y aunque en Ansó muchos vecinos han apostado por este tipo de combustible y los edificios municipales también utilizan pellets, "no es suficiente y la empresa ha estado en números rojos constantemente", aseguró Castán.

Trabas legales para la madera

A esto hay que sumar que bajó el precio del gasoil y se equiparó con el pellet, y a que en los últimos tiempos se ha tenido que comprar fuera la madera para fabricar este serrín. "Es una de las cuestiones que ha fallado. La realidad es que las propias leyes del Gobierno de Aragón nos han impedido sacar madera del 15 de abril al 15 de agosto, la mejor época en lo que respecta a la climatología, y también las leyes contra plagas forestales", explicó. Ansó cuenta con un plan de gestión forestal que determina el volumen de madera que se puede extraer del monte, "pero no se ha podido llevar a cabo esta acción porque ha habido inconvenientes legales", añadió. Ello ha obligado a la planta a comprar madera, lo que encarecía la materia prima, y después de ser procesada "se almacenaba y no se vendía".

En los últimos tiempos la transformación de los recursos forestales en pellets y astillas, daba trabajo a cinco personas, de las cuales tres ya han sido despedidas y dos mantendrán su empleo "de momento" mientras se termina de procesar la astilla que queda y se vende el pellet almacenado, aunque la alcaldesa aseguró que "queda muy poco". Luego una persona se podría quedar para labores de mantenimiento, ya que la fábrica no se va a desmontar. "Va a ser un impás, la planta va a quedar en espera", lo que significa que si repunta la venta de este combustible, se podría retomar la actividad.

La planta de biomasa de Ansó entró en funcionamiento en noviembre de 2011 y estuvo a pleno rendimiento desde la primavera de 2012. Hace ahora cuatro años, se celebró la inauguración oficial (el 9 de abril del 2013), que contó con la asistencia de la entonces presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi. Fue una iniciativa piloto en España y la primera planta de producción de biomasa de Aragón. La inversión rondó los 4 millones y 600.000 euros fueron aportados por ayudas públicas del Gobierno de Aragón. Se preveía dar trabajo a 20 personas, pero ha tenido como máximo 11 empleados. En marzo del 2015 ya se produjo un reajuste de la plantilla y hubo cuatro despidos.

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