Felipe Zazurca "Se ve a la Justicia lenta y que no es igual para todos, y tiene algo de cierto pero con matices"

El fiscal jefe de Huesca se despide del cargo después de 15 años para asumir ese mismo puesto pero ahora en Zaragoza, su ciudad natal.

Felipe Zazurca ya ha recogido su despacho en Huesca y tomará posesión en Zaragoza el día 14.
Felipe Zazurca ya ha recogido su despacho en Huesca y tomará posesión en Zaragoza el día 14.
Rafael Gobantes

Después de 15 años como fiscal jefe de Huesca, ¿por qué ha decidido dar el salto a Zaragoza?

Lo he decidido porque aunque la categoría es la misma, fiscal jefe provincial, es un paso más en mi carrera ya que es una Fiscalía notoriamente de más envergadura porque tiene más de treinta fiscales y aquí éramos doce. Además, a veces hay que cambiar porque si no corres el peligro de acomodarte. Y también hay una vinculación personal porque yo soy de Zaragoza, me fui de allí hace 40 años, y me parecía una ocasión de volver.

¿Le asusta la responsabilidad?

Tengo respeto porque Zaragoza es una Fiscalía con mucha solera y porque, lógicamente, habrá asuntos más complejos por una cuestión de tamaño de la provincia. No obstante, la experiencia de 15 años me permite asumir este reto con tranquilidad.

¿Es más fácil ser fiscal es una provincia con uno de los índices de delitos más bajos de España?

Cada Fiscalía tiene su peculiaridad. Huesca tiene las mismas que otras pequeñas como Lugo, Palencia o Cuenca. Tiene la ventaja de que todo es más fácil de controlar, pero también el problema de que tocamos a más porque somos menos fiscales. Aun así, no creo que haya trabajo fácil.

¿Una plantilla de 12 fiscales es suficiente para Huesca?

En este momento sí. Cuando llegué éramos 9 y fue aumentando hasta 12. Pero existe el proyecto, que ahora parece que sí va en serio, de dar la instrucción a los fiscales y si llega ese momento, evidentemente pasará de ser suficiente a ser notoriamente insuficiente. Pero todo eso es futuro.

¿La creación de juzgados y la construcción de edificios ha mejorado la Justicia en la provincia?

Ha facilitado muchas cosas, pero administrar Justicia es otro tema, no solo depende de los edificios.

¿Cree que la gente es consciente de la importancia que tiene para sus vidas que se dote de medios adecuados a la Justicia?

No sé si un edificio nuevo puede cambiar la visión que la gente tiene de la Justicia. El ciudadano recibe mucha información y no toda bien dosificada a través de las redes sociales, los medios de comunicación... Y puede tener una idea distorsionada. Generalmente la gente piensa que la Justicia es lenta, que no es cercana y que no es igual para todos, afirmaciones que todas tienen algo de cierto aunque con matices porque no todo es blanco o negro. Hay que ver también los tonos de grises.

¿Cómo se cambia esa visión?

Es cierto que hay una falta de empatía entre las personas que trabajamos en esta Administración y los ciudadanos, y quizá una forma de ir reduciéndola sería que los fiscales fuéramos capaces de explicar nuestro trabajo y las razones de una decisión, de una petición de condena, de una resolución que ellos no entienden.

En las últimas semanas ha estado bajo la lupa la labor su compañero Pedro Horrach en el juicio del caso Nóos. ¿Qué le parece que un fiscal esté sometido a tanta atención mediática?

No voy a opinar sobre el trabajo de un compañero, pero cuando un caso es mediático es muy difícil sustraerse. Yo creo que no es malo que la gente sepa quién es el fiscal de un caso y cuál es su posición, pero en todo caso siempre la tarea de los jueces y fiscales ha de ser discreta y callada, y eficaz pero sin grandes alaracas.

A menor escala pero usted también tuvo mucha presión mediática en el juicio de Fago.

Tuvo un tratamiento mediático llamativo porque la persona asesinada era un alcalde. Me acuerdo que al principio en el Juzgado de Jaca había decenas de periodistas. Hubo una serie de televisión, libros, se difundió el juicio por toda España... Yo estaba allí en medio y procuré hacer mi trabajo. Todo lo que tenía que decir lo dije en sede judicial, donde creo que hay que decir las cosas. Puede ser el caso más sonado de mi carrera, pero quizá ha habido otros de menos trascendencia y más importantes para mí.

También soportó mucho tensión en el juicio del atropello mortal de la discoteca Manhattan.

Es lógico porque en una ciudad como Huesca quien más o quien menos conocía a alguien que había sufrido una pérdida o que había tenido lesiones y había mucha sensibilidad. Hubo una sentencia que discrepó de la acusación de manera llamativa. Yo estoy tranquilo de lo que hice, aunque entiendo que haya quien le cueste aceptar que unos hechos como esos se resolvieran así, pero la sentencia estaba motivada.

¿Qué aprendió en esos dos casos que no se estudia cuando alguien oposita para fiscal?

Con los años aprendes sobre todo a respetar a la parte contraria, a ser responsable porque hay alguien de carne y hueso que depende mucho de que te esfuerces por hacer tu trabajo bien, a ver las cosas con menos pasión, y a asumir que no tienes por qué tener siempre la razón o al menos toda.

Uno de sus caballos de batalla ha sido siempre la violencia de género. ¿Una de las soluciones podría ser endurecer las penas?

Se ha legislado mucho y se han arbitrado muchos medios, y aun así sigue habiendo números alarmantes. En las manos que trabajamos en la Justicia está poner los medios y tomarse en serio todos los asuntos. Pero también es obligación de todos los ciudadanos ser autocríticos y reflexionar sobre qué estamos haciendo mal.

También ha insistido en proteger a los menores. ¿Cree que la del Menor es una buena ley?

Por nuestra experiencia sí, porque hay muchos casos que da resultados y se produce esa función rehabilitadora. Como todas las leyes, es perfeccionable, pero no es bueno ir modificándola erráticamente a impulsos de la opinión pública. Son cuestiones que hay que meditar con serenidad.

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