Trufas ribagorzanas de tradición familiar

Manuel Pascual Tschudin dejó su Alemania natal para dedicarse a la truficultura en Cornudella, lugar de origen de su familia paterna.

Que la tierra tira no es un dicho cualquiera para Manuel Pascual Tschudin, un truficultor nacido en Alemania, aunque de origen ribagorzano, que junto a su pareja, Carlota, y su hijo Gabriel continúa con la tradición de recoger trufas que inició su abuelo en Cornudella, junto al municipio ribagorzano de Arén, donde se dedicaba a recoger trufas décadas atrás, una labor que Manuel retomó nuevamente hace 10 años.


En la actualidad, Manuel y un primo suyo están al frente de la empresa familiar Fungi de Gaia, un negocio dedicado al cultivo y producción de trufa negra (tuber melanosporum) en una superficie de más de 40 hectáreas distribuidas en alturas y latitudes de terrenos diferentes.


“Mi padre marchó a trabajar a Alemania hace 40 años y veníamos a Cornudella durante las vacaciones, cuando era pequeño, y ya entonces me enamoré de este sitio, del paisaje, la gente, todo... y cuando me hice mayor decidí volver y formar parte del negocio agrícola de la familia de mi padre que permanecía en Cornudella. Primero empecé con las ovejas y luego pase al cultivo de la trufa”, relata Manuel.


Este enclave ribagorzano “ha sido una zona trufera desde siempre. La generación de mi padre fue la que comenzó a probar con algunos pequeños cultivos, entonces había que importar de Francia la planta microrrizada de los robles porque aquí no existían todavía viveros, y así empezaron a cultivar la tuber melanosporum”, apostilla.


Aquellas primeras plantas procedentes del país vecino no dieron muy buenos resultados. Por ese motivo, las que actualmente se emplean para el cultivo de la trufa “provienen en su mayoría de Teruel. Por suerte, se ha avanzado mucho en la investigación para mejorar la calidad de la trufa que se produce en Aragón”.

Sabor sutil

La trufa negra tiene múltiples usos en la cocina. “Como tiene un sabor muy sutil se debe utilizar con ingredientes que no tengan demasiado sabor propio, como arroz, pasta, y algunas carnes”, señala Manuel.


Las trufas que se cultivan en Cornudella se envían a cualquier punto de España, y de Europa, en el menor tiempo posible: “De un día para otro siempre que sea posible, -matiza Manuel-. Intentamos hacer llegar el producto lo más fresco posible porque es un ingrediente muy perecedero”.

De la Ribagorza a Alemania

Buena parte de los pedidos se envían a Alemania y Suiza: “Allí contamos con varios restaurantes que son clientes directos”, explica Manuel. A través de su Facebook y del correo electrónico los clientes pueden contactar con Fungi de Gaia para adquirir sus trufas a un precio que varía según su peso y su forma, entre otras cualidades, y que se regula semanalmente según la referencia internacional que marcan mercados como el de Carpentras, en Francia.


En la comarca de la Ribagorza, se celebra durante la temporada de recolección el mercado de la trufa fresca y al detalle de Graus para dar a conocer la trufa que se produce en esta zona, como la que cultiva Manuel, de forma natural, sin utilizar químicos ni abonos y no laboreando sistemáticamente la tierra, imitando los procesos de la trufa silvestre.

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