Cremas solares y aromatizantes con efectos secundarios

La Escuela Politécnica de Huesca acoge el primer encuentro científico sobre contaminantes emergentes del siglo XXI, organizado por la Universidad Menéndez Pelayo.

El director del encuentro, el catedrático Juan R. Castillo, en la Sala de Grados de la Politécnica.
El director del encuentro, el catedrático Juan R. Castillo, en la Sala de Grados de la Politécnica.
R. Gobantes

Las cremas usadas para protegerse del sol empiezan a generar problemas por la aparición de sustancias de degradación de sus componentes. Algunos aromas artificiales utilizados en la alimentación se ven alterados por el paso del tiempo y afectan al sistema hormonal. Son algunos de los enemigos invisibles considerados como contaminantes emergentes del siglo XXI, que ayer y hoy se analizan en un encuentro organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en la Escuela Politécnica Superior de Huesca.


Un apartado especial merecen los microplásticos. "Al mar van a parar cientos de toneladas de plásticos al año y en los rompientes se van desmenuzando. Esos trocitos pequeñitos de menos de 5 milímetros se encuentran en el estómago de los peces que pasan a formar parte de la cadena alimenticia del ser humano", explica Juan R. Castillo, catedrático de Química Analítica de la Universidad de Zaragoza y miembro del Instituto de Investigación de Ciencias Ambientales de Aragón, al que se ha encargado la dirección del curso.


Salvo algunos trabajos aislados de grupos de investigación, es la primera vez que se desarrolla un encuentro dedicado específicamente al tema. Al mismo asisten más de 40 técnicos, investigadores y profesionales, del sector público y privado. Expertos de todo el país (Barcelona, Lérida, Madrid, Burgos o Zaragoza) analizan distintos aspectos relacionados con los nuevos contaminantes en el agua, los microorganismos resistentes a procesos de desinfección o las microtoxinas.


Quizá el primer contaminante emergente fue el DDT, usado durante décadas de forma generalizada para combatir mosquitos y otras plagas hasta que un investigador, en la década de los 60, demostró sus efectos nocivos en muchas especies. Pasaron años hasta su prohibición definitiva. Y es que este tipo de tóxicos, cuya presencia no es nueva, pero sí sus posibles consecuencias perjudiciales, se caracterizan porque su control todavía no está regulado por la administración.


El concepto nació con el siglo XXI y cada vez adquiere más importancia. En estas casi dos décadas han aparecido numerosos contaminantes, algunos de uso cotidiano, de efectos desconocidos para el gran público: aromas sintéticos, edulcorantes artificiales, fármacos, drogas de abuso, hormonas, filtros solares, retardantes de llama e incluso productos que paradójicamente se utilizan para la desinfección de aguas. Un apartado especial merecen los nanomateriales contaminantes, presentes en muchos productos de consumo habitual.


"Los contaminantes emergentes nos preocupan porque siguen apareciendo sustancias nuevas", señala el director del encuentro, aunque quiere dejar claro que "no intentamos asustar a la gente, sino conocer problemas que nacen. Ejercemos de notarios y advertimos de lo que pasa".

14 años sin control legal

Entre los asistentes hay técnicos de la administración. Y es que mientras la investigación avanza, la regulación oficial va por detrás. Según Juan R. Castillo, "desde que se da la primera voz de alarma y se comprueban los efectos tóxicos, hasta la incorporación a una directiva europea y la transposición a las leyes nacionales, pasan 14 años, de media". No existen normativas reguladoras, pero tampoco metodologías analíticas oficiales.


Varias de las ponencias giran en torno a los nanomateriales sintéticos, su uso, riesgos y regulación y sus técnicas de análisis. "Tienen muchos efectos beneficiosos por sus aplicaciones en la vida cotidiana, la industria o la biomedicina, pero también hay algunos que pueden ser perniciosos para el ser humano y los ecosistemas por los efectos anómalos en procesos bioquímicos o biocelulares", explica el catedrático de Química.


Otro apartado lo conforma la depuración de las aguas, pues se ha descubierto la toxicidad de oxidantes usados en el tratamiento de las mismas. Un investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua de Barcelona (CSIC) habló ayer precisamente de los nuevos contaminantes en el agua, y una responsable de la potabilizadora de Tudela reflexionó sobre las limitaciones de estas plantas en el control de contaminantes químicos emergentes.


Precisamente las drogas de abusos figuran en la lista de los nuevos contaminantes emergentes del siglo XXI que aparecen en las aguas tras la depuración. "La cocaína se detecta en la entrada de las aguas residuales de las grandes ciudades (a través de los orines de los consumidores). La depuradora no tiene un sistema de eliminación y ese agua que va a parar a los ríos ya limpia todavía contiene restos de cocaína, aunque sea en cantidades mínimas", señala Castillo. El último estudio realizado en Bruselas detectó que durante el fin de semana la presencia de cocaína se multiplicaba por 100.

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