Vuelta a la rutina también en la cocina

Un curso de buenos hábitos alimenticios ayudó a que los niños se familiarizaran con los fogones.

Taller de cocina para alumnos en la tienda Semonia de Atades, con el chef
Taller de cocina para alumnos en la tienda Semonia de Atades, con el chef
R. Calvo

Las chuches de la pisci o el helado de después de cenar. El verano y las vacaciones implican también cierta relajación en los hábitos alimenticios de los pequeños. Con el fin de que la vuelta a la rutina sea lo más llevadera posible, también a la hora de sentarse a la mesa, la tienda Semonia de Atades, en Huesca, en la que se ponen a la venta sus productos ecológicos y de proximidad, organiza durante el mes de septiembre diferentes talleres y actividades. Como el que impartió el chef Paco Oliva, especialista en cocina saludable y para niños, en el que una veintena de pequeños pudieron descubrir que tener una alimentación sana puede ser incluso divertido.


“Un niño no come mal por voluntad propia, sino que son los padres los que siguen unos hábitos equivocados, por eso es importante que los niños se familiaricen con la manera correcta de comer a través de talleres o en los propios colegios, para que ellos mismos puedan transmitirlo en su casa”, explica Oliva.


Para el chef, que los pequeños se impliquen en la cocina es uno de los aspectos más a tener en cuenta si se pretende que la vuelta a una rutina saludable no sea complicado. “Lo ideal en estas fechas es acostumbrarse a preparar un plan al inicio de la semana, en el se diseñen los menús y en cuyo diseño se impliquen también los niños”, aconseja el cocinero.


También invita a los padres a que dejen a los pequeños ponerse el delantal y hacer de improvisados pinches. “Que corten, laven las verduras... porque así se familiarizan con los alimentos y eliminan esas barreras que pueden tener de primeras sobre algunos”, añade.


Se demostró en el desarrollo del taller con los niños participantes, que elaboraron un cuscús con garbanzos y fresas, un pastel de carne con hortalizas y setas, y como postre una brocheta de verdura. “Ellos se han encargado de trocear los ingredientes, y cuando les das el pimiento, el apio o las setas, su reacción es bastante negativa, pero después de manipularlos, al probarlos se dan cuenta de que le aportan un buen sabor al plato”. Las continuas exclamaciones de “¡Qué bien huele!” durante la preparación así lo corroboraban.


Entre los niños que se esmeraban en reducir a la mínima expresión los ingredientes con cuchillos de sierra de plástico, Amaya se confesaba una experta en este tipo de talleres. “Hicimos calabazas en Halloween, también postres en Navidad o una casita como Mona de Pascua”. No así Claudia, que se limpiaba las lágrimas que le provocaba trocear el apio. Con solo cinco años, era de las benjaminas del grupo. “Es su primer contacto con la cocina, porque en casa siempre quiere ayudarnos, pero muchas veces vamos deprisa o nos da un poco de miedo y no les implicamos”, lamentaba su madre, Vanesa Bara, que también asistió al taller.


Los pequeños disfrutaron con la preparación de los tres platos, que podrían integrar un menú saludable tipo, según el cocinero. “El auge en los últimos años de los programas y concursos de cocina, algunos protagonizando por niños, ha hecho que estos se familiaricen mucho con algunos términos culinarios y que tengan interés por participar y ayudar”, apunta Paco Oliva, que también añade que esos mismos programas hacen que muchos niños afronten los cursos casi con nerviosismo. “Hay que mostrarles que cocinar es algo divertido, no una competición”.

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