El 'Ball dels salvatges' regresa a Benabarre arropado por los vecinos

El público reclamó al Gobierno de Aragón que declare el acto Fiesta de Interés Turístico regional.

Casi un centenar de vecinos representaron el 'Ball', que se celebra cada dos años.
Casi un centenar de vecinos representaron el 'Ball', que se celebra cada dos años.
Ángel Gayúbar

Benabarre fue ayer un clamor al solicitar al Gobierno de Aragón que declare el ‘Ball dels salvatges’ como una Fiesta de Interés Turístico regional. La representación de este trasunto de auto sacramental, nacido en el siglo XIV, resultó todo un éxito y los asistentes disfrutaron enormemente con este espectáculo que devuelve al ciudadano actual cuitas y planteamientos filosóficos intemporales envueltos en bailes galantes y representaciones satírico-burlescas.


Motivos no les faltaban a los presentes en su reclamación: el montaje escénico es singular en grado sumo y, aunque abierto a las interpretaciones más diversas, propone una ventana al pasado que casa perfectamente con los planteamientos estéticos actuales. Sin ir más lejos, así lo demostraba el hecho de que la representación reuniera ayer a centenares de personas llegadas desde los sitios más diversos y el cálido aplauso que premió el desempeño de los actores.


El ‘Ball’ volvía a Benabarre tras un año de ausencia –ya que desde 2010 sus representaciones son bienales– y se notaba en el ambiente la expectación y las ganas de disfrutar de este espectáculo puesto en pie por casi dos centenares de vecinos de la localidad, de los que más de cien actuaron como protagonistas de este drama ritualizado en forma de complejas danzas que supone una metáfora sobre el amor cortés, el instinto y la lujuria.


Para representar tales honduras filosóficas, en Benabarre se mantuvo hasta comienzos del siglo XX la celebración de esta singular danza. Gracias a las descripciones dejadas por José Carrera en 1904, y a unas pequeñas reseñas de Joan Amades en su Costumari, el ‘Ball’ pudo ser recuperado en 2007 con un considerable éxito. El trabajo del etnólogo oscense Manuel Benito resultó fundamental para conseguir sacar adelante la recuperación de esta representación heredera del movimiento literario que surgió en Europa en los siglos XIV y XV y transformó el modo de querer y su concepto. Si hasta entonces el caballero había de dedicar el amor a su dama, enfrentándose a cuantas empresas le presentara el destino, ahora nacía una nueva intuición que el hombre debía doblegar: el instinto.

Amor cortés

En la actualidad, la representación tiene como eje vertebrador a doce mujeres que son requebradas sucesivamente por caballeros, cazadores y salvajes en una serie de cuadros visualmente atractivos y con un profundo simbolismo. Así, la representación comienza con la aparición de las mujeres, el objeto amoroso, realizando un baile de presentación. A continuación, hacen su entrada los caballeros bailadores, que simbolizan el amor cortés y caballeresco y ejecutan un baile de cortejo con el que no tienen ningún éxito.


Los cazadores, menos ceremoniosos que sus predecesores, serán los siguientes en aparecer en escena procurando también –con idéntico resultado negativo– conquistar a la mujer. En último término, irrumpen los salvajes, cubiertos con pieles de animales, motivos vegetales, suciedad y todo tipo de tocados con motivos naturales. Con los ‘salvatges’ hace su presencia también el caos en el baile y en la actuación. Tras la inclusión de varios elementos contemporáneos y la celebración de un juicio a las autoridades presentes –en el que este año se repasaron varios temas de los últimos meses de la vida local como el encuentro de las Casas Regionales o el rodaje de la película ‘Villaviciosa de al lado’–, las mujeres tomaron el mando de la situación y devolvieron la cordura a la representación.

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