​Los forenses descartan una caída accidental en el juicio por la fotógrafa de Benabarre

Declaran que la muerte se produjo por dos golpes “muy violentos” en la cabeza con una piedra.

Momento de constitución del jurado popular
Un joven se enfrenta a 20 años por el violento crimen de una mujer en Benabarre
Rafael Gobantes

Los médicos forenses han descartado una caída accidental como causa de la muerte de Consuelo Roig, la mujer de 52 años, aficionada a la fotografía, encontraba muerta el 31 de marzo de 2013 en la escombrera de Benabarre, un lugar solitario al que acudió para tomar imágenes. El juicio con jurado contra su presunto asesino, Antonio Belmonte, de 22 años, vecino de esta misma localidad, ha comenzado en la mañana del lunes en la Audiencia de Huesca.


Según los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), fue golpeada en la cabeza con una piedra por detrás, cayó al suelo inconsciente y posteriormente su agresor le asestó otro golpe “violentísimo” que le aplastó el cráneo. Ambos eran mortales. Además, al apoyar la rodilla en el tórax, le fracturó dos costillas. Luego la arrastró hasta un barranco y la tiró.


El forense Jaime Cobo declaró ante el jurado que, aunque al llegar al lugar donde la encontraron parecía que se había caído, “la escena no encajaba”, por la posición del cuerpo y porque solo llevaba puesta una manga de la chaqueta, tenía la ropa levantada hasta el pecho y la cámara no apareció, aunque sí el parasol de la misma.


La primera sesión del juicio, tras la elección del jurado, se inició con la lectura de los escritos de las partes y el interrogatorio de los peritos forenses que hicieron el levantamiento del cadáver y la autopsia. Por la tarde, está prevista la declaración del acusado para el que la fiscal y el abogado de la familia de la víctima, José María Orús, solicitan 20 años de prisión por asesinato.


Según la acusación, coincidieron en la escombrera y él intentó besarla. Ella lo rechazó y en el forcejeo la mujer le mordió en una mano. La siguió y la golpeó en la cabeza por la espalda, luego ya en el suelo le dio otra vez con la piedra en el cráneo, arrastró el cuerpo y lo tiró. La fiscal niega un trastorno mental transitorio porque, como ha señalado en el juicio, él intentó construirse una coartada y deshacerse de las pruebas: quiso ocultar el cuerpo en unos matorrales y tiró la cámara de fotos a una balsa temiendo que hubiera captado alguna imagen suya.


Por el contrario, la defensa habla de una caída accidental. Se encontraron en la escombrera, a la que él acudía con frecuencia, “la quiso besar, lo rechazó, le mordió y él la empujó y se precipitó por un desnivel”, dijo el letrado Luis Miguel Ballabriga, del turno de oficio. Su línea de defensa se basa además en que es inimputable porque padece esquizofrenia paranoide y un retraso mental.


Consuelo Roig, residente en Lérida y que se dedicaba a la venta de cosméticos, tenía en la fotografía su gran afición. Había documentado muchas de las tradiciones de Benabarre, donde era una mujer muy popular. Participaba intensamente en las actividades de la localidad. La familia de él llegó de Jaén en 1998 y había tenido conflictos con los vecinos. Antonio Belmonte es uno de los cinco hijos. Según su abogado, cuatro están declarados como discapacitados mentales y dos asisten a un centro de Atades. Durante toda la mañana, el joven, con el pelo muy largo, mantuvo la mirada perdida. Las acusaciones no creen en su inimputabilidad y dicen que solo meses después de estar en prisión empezó a hablar de que vio en su víctima a “un demonio” con el que quería acabar.

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