Se retoman las excavaciones en la fuente del Trucho en busca de los primeros pobladores

El reto de esta campaña es localizar restos humanos en la cueva paleolítica del parque cultural del río Vero con las pinturas más antiguas de Aragón.

Los arqueólogos han vuelto esta semana a la cueva de la Fuente del Trucho, en el corazón del parque cultural del Río Vero, para retomar los trabajos que se desarrollaron en 2005 y 2014, con la esperanza de encontrar restos de los primeros moradores de este enclave, que cuenta con pinturas rupestres de hasta 30.000 años, las más antiguas de Aragón y unas de las más importantes del Paleolítico Superior ibérico. Además de encontrar restos de sus ocupantes, los investigadores sospechan que con una adecuada limpieza sobre el techo cubierto de carbón de la cueva se podrían encontrar más pinturas, como apunta la directora de la investigación la catedrática de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, Pilar Utrilla.


Se sabe por los restos encontrados que la cueva fue habitada por el hombre de Cromañón durante el Paleolítico Superior, desde el 35.000 al 13.000 a. C. Pero también, en nuestra era desde la Edad Media y hasta la Época Contemporánea. Estos últimos pobladores buscaron refugio en la cueva y la usaron para guardar el ganado, lo cual ha generado que los restos hallados de distintas épocas están mezclados, y que las paredes aparezcan cubiertas de hollín, lo que imposibilita saber si hay bajo su manto negro más pinturas rupestres.


Al no existir materia orgánica en las pinturas y no poder aplicarse el sistema de datación del Carbono 14, los expertos mundiales Alistair Pike (University of Southampton, Inglaterra) y Dirk Hoffmann (Instituto Max Planck de Leipzig, en Alemania) recurrieron hace unos pocos años a la técnica del Uranio/Thorio, que ha permitido situar su antigüedad entre los 26.000 y 31.000 años. Esta tecnología analizó unas costras que han surgido sobre las pinturas. La próxima semana, los días 27, 28 y 29, estos y otros profesores regresarán a la Fuente del Trucho para realizar una datación más exhaustiva sobre las costras aparecidas en la roca analizadas anteriormente. Además, la empresa zaragozana 3D Scanner, que ya examinó la cueva, completará sus trabajos en la zona, donde se encuentran las manos en negativo. El resultado de la investigación formará parte de una publicación dedicada al descubridor de la cueva, el fallecido Vicente Baldellou, que fue director del Museo de Huesca.

Incógnitas por despejar


Desde el jueves, la catedrática y su equipo integrado por profesores del Campus de Huesca, alumnos de Prehistoria y un responsable de 3D Scanner, una de las mejores en realizar escáneres en tres dimensiones de las cuevas con arte rupestre de Europa, excavan en el exterior. Allí apareció el último día de la anterior campaña de 2014 un hueso de 31.000 años, "que coincide con la llegada del primer hombre Moderno que llega a Aragón y a la península", explica Utrilla.


Hasta el momento, los investigadores han datado pinturas entre los 25.000 y los 31.000 años de antigüedad, un valioso conjunto de arte prehistórico de valor incalculable para los expertos, ya que su descubrimiento rompió con la teoría de que estas manifestaciones rupestres solo se dieron en la cornisa cantábrica. La cueva, situada en la margen izquierda del río Vero a su paso por Colungo, fue descubierta en 1978.


Desde entonces, han sido halladas un centenar de figuras perfiladas linealmente en rojo que muestran figuras y cabezas de caballos, manos en negativo y positivo, puntos seriados y astros. También aparecieron signos trilobulados que el profesor Antonio Beltrán interpretó hace años como vulvas femeninas, pero que en la actualidad tienen para los expertos otros significados todavía sin desvelar. Especialmente significativo es el grabado de un oso, con un zarpa a su lado, que iluminan los primeros rayos del sol del Equinoccio de otoño.


Alguno de estos dibujos, concretamente una cabeza de caballo dibujadas en el techo, está datada en 29.000 años, doblando la antigüedad de los bisontes de Altamira, fechados hace 14.400 años, y son los más antiguos plasmados en un techo del mundo.


En el exterior de la cueva se registran, además, digitaciones atribuidas al estilo rupestre esquemático, por lo que todo el yacimiento, considerado un santuario del paleolítico, se valora como un conjunto único y excepcional. Pero como explica la doctora Utrilla, el Carbono 14 solo permite datar con exactitud hasta los 40.000 años de antigüedad, por lo que los primeros moradores podrían ser anteriores al Paleolítico, es decir neandertales.


"Intentamos encontrar ese suelo intacto. Está costando picar por lo que muy removido no está", señala la profesora con la esperanza de encontrar restos de esos moradores. "Nosotros no vivimos en las iglesias, pero puede coincidir que el nivel arqueológico sea de la misma época que el santuario, o que vinieran unos y 10.000 años después, otros", explica. La hipótesis de la profesora Utrilla es que estos primeros pobladores cruzarían los Pirineos provenientes del sur de Francia, donde se encuentran cuevas con motivos pictóricos similares. Los hombres prehistóricos "se movían mucho y hay lugares de concentración de gente para realizar rituales. La fuente del Trucho puede ser perfectamente un santuario por la cantidad de pinturas y grabados".


Los trabajos arqueológicos cuentan con subvención estatal. En cuanto al retorno de la inversión pública realizada, la profesora Utrilla aboga por que se puedan realizar visitas guiadas no muy numerosas al igual que las que ya se llevan a cabo a los otros abrigos con arte esquemático y levantino del parque cultural del río Vero, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

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