​Lana de oveja para desbancar al poliestireno

Una casa de Ayerbe ha sido nominada a un galardón entre las mejores construcciones en tierra cruda.

La casa premiada está situada en el centro de Ayerbe.
La casa premiada está situada en el centro de Ayerbe.
Edra Arquitectura Km.0

Arcilla, paja, lana de oveja o madera llegada desde puntos cercanos son los materiales que componen la casa diseñada por Angels Castellarnau, propietaria también de la misma, en la localidad de Ayerbe, situada en el prepirineo oscense. Una construcción elaborada según el sistema tradicional local, mediante tapial, y que le ha valido colarse entre los 40 finalistas para los galardones internacionales Terra Adwars, que premian las mejores construcciones en tierra viva, y que se entregarán el próximo mes de julio, en el marco de un congreso sobre estas técnicas que tendrá lugar en Lyon.


“De los finalistas, solo cinco son construcciones destinadas a un uso como viviendas, por lo que creo que en este sentido tenemos bastantes opciones”, explica Castellarnau, una de las impulsoras de la adaptación de estas técnicas a la vivienda contemporánea a través de su estudio Edra arquitecura km.0.


Una de las principales peculiaridades de la vivienda de Casterllarnau es que se encuentra dentro del núcleo urbano de Ayerbe. “En este caso hay una serie de normativas y reglas a las que adaptarse. No es como otros proyectos que se llevan a cabo en parcelas aisladas, con una mayor libertad. Pero todo esto lo convirtió en un reto mayor, porque quisimos hacer una casa experimental, y por eso lo llevamos al límite”, argumenta la arquitecta, que explica que estas técnicas pueden competir en tiempo y costes con los métodos más comunes actualmente.


Su casa se ha construido siguiendo el sistema tradicional local, que Casterllarnau estudió previamente. “Hemos intentado localizar todos los materiales de kilómetro cero, hasta el punto que el 80% del peso de la casa se compone de elementos obtenidos a no más de 150 kilómetros”, explica, y enumera la madera que compone la estructura, o la lana de oveja y corcho utilizados como aislantes. Además, se ha instalado una caldera de biomasa que funciona con cáscara de almendras o hueso de oliva para calentar los 160 metros que componen la casa, divididos en un sótano y dos plantas.


Además del diseño, Casterllanau y su familia también se involucraron en la construcción, participando activamente de ella, como manera de tener una mayor vinculación con su vivienda y una forma de reducir costes. También los vecinos del pueblo, sobre todo los más mayores, vivieron con intensidad las obras, ya que recordaban del pasado muchos de los métodos utilizados, e incluso les indicaron en dónde obtenían los materiales entonces, relata Casterllarnau, que explica que los bancos de los edificios próximos estuvieron muy concurridos en el tiempo en el que llevaron a cabo la construcción.


Respecto a cuáles son las grandes ventajas que ofrece contar con una casa de este tipo, Casterllarnau habla de la capacidad de estos materiales de ceder y retener la humedad, “muy similar a la que el cuerpo humano necesita”. Así, funciona como un muro contenedor de temperatura, que trabaja en ciclos largos. Además, la arquitecta habla de “sostenibilidad”; ya que se trata de materiales casi sin manufacturar, ahorrando todo el ciclo energético que supone su creación. Junto a estas ventajas, habla de otras cualidades de tipo más sensorial, “es más confortable, sientes que la casa te acoge, y se percibe ya cuando entras o cuando tocas las paredes”.


Esta corriente, la de construir con métodos y materiales vernáculos, está ganando adeptos en los últimos años, explica Casterllarnau, que hace un lustro cifró en una veintena los focos de expansión de esta arquitectura. “Algunos estudios se centran en la elaboración de viviendas actuales con sistemas tradicionales, y se observa como poco a poco se van expandiendo en sus puntos de actuación, creando radios cada vez mayores”, comenta. De hecho, Edra Arquitecura km.0 trabaja actualmente en la ampliación de una masía y en la construcción de un hotel de cuatro estrellas en la zona del Matarraña.


Una piscina en la localidad zamorana de Toro es la otra candidata española a los galardones, en una categoría diferente. “Lo que se pretende con estos premios es demostrar que estas técnicas son aplicables a cualquier tipo de construcción”, explica.

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