Las navatas completan un descenso "perfecto" por el abundante caudal del Cinca

Las dos embarcaciones llegaron desde Laspuña hasta Aínsa en una hora.

La primera de las navatas momentos antes de tomar la salida en Laspuña.
La primera de las navatas momentos antes de tomar la salida en Laspuña.
Rafael Gobantes

"Ha sido un descenso muy limpio, con un caudal perfecto y, simplemente, hemos disfrutado". Javier Garcés iba en la primera de las dos navatas que ayer por la mañana surcaron el Cinca entre Laspuña y Aínsa, un recorrido de 12 kilómetros por carretera que se completó en una hora gracias a las condiciones del cauce. La tormenta que descargó con fuerza poco antes de la salida no amilanó a los navateros ni al público que acudió a contemplar el viaje de las embarcaciones, que recreó el tradicional transporte de la madera desde el Sobrarbe hasta Tortosa (Tarragona), siguiendo el camino del Ebro.


El XXXII Descenso de Navatas por el Río Cinca recordó un año más el antiguo y duro oficio que muchos vecinos de la zona desempeñaron hasta hace unos 60 años. José Grasa, de Olsón, no ha ido nunca en una navata, pero sabe lo que ocurría cuando una se encallaba, como sucedió ayer con la segunda poco antes de llegar al puente de Aínsa. Contaba también que en el desfiladero del Entremón, entre las presas de Mediano y El Grado, «muchos se ahogaban".


El descenso, declarado Bien de Interés Inmaterial por el Gobierno de Aragón, discurrió ayer sin incidentes. A las 11.00 y tras un copioso almuerzo partió la primera navata y enseguida salió la segunda. Ambas eran de dos trampos y sobre cada una iban cinco personas. En la curva de ‘os pescadores’ se paró un momento para hacer el relevo. «Somos bastantes navateros y nos tenemos que ir turnando, yo la segunda parte la he hecho en coche", explicó Luis Cánovas, que se estrenaba en el descenso y que recibió el correspondiente ‘bautismo’ en el Cinca al final del recorrido. «El río estaba muy bien, con un montón de agua y sin peligro", comentó.Recibimiento en el puente

La primera de las navatas llegó a Aínsa poco antes de las 12.00. Sobre el puente, decenas de personas la avistaron cuando apareció por el recodo del río. Rosa Orús y Ángel Ara, de Barbenuta y Fanlillo aunque residentes en Sabiñánigo acudían por primera vez al descenso. «Habíamos oído hablar, pero nunca habíamos venido y teníamos curiosidad", dijo ella. A él le hubiera gustado ver más embarcaciones, pero «el año que viene repetiremos, seguro".


En el puente estaba José Fumanal, también de Olsón. «Venimos todos los años a ver las navatas con los amigos, es ya una tradición", comentó. El público esperó con cierta preocupación a que la segunda embarcación reanudara el camino. Había dejado bastante distancia con la primera y quedó varada junto a una isleta del cauce al topar con una piedra.


Kike Fernández, que durante gran parte del recorrido llevó el remo puntero y con gran experiencia a bordo, quitó importancia a lo ocurrido y dijo que el descenso había ido bien. «Algún año hemos bajado con más agua, pero el río se pone muy plano, es muy rápido pero aún más fácil que hoy y a los navateros nos gusta la emoción", manifestó satisfecho, como sus compañeros, una vez que las dos navatas llegaron a buen puerto.

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