Cientos de años de viaje en navata

Las navatas surcarán el río Cinca para recordar el oficio del transporte de madera, mañana a las 11.00, desde Laspuña.

Los navateros ataron los troncos con los verdugos el pasado fin de semana.
Los navateros ataron los troncos con los verdugos el pasado fin de semana.
Rafael Gobantes

Érase una vez unos montañeses que juntaban unos troncos, los ataban con cuerdas vegetales y, de pie sobre su particular embarcación, surcaban los ríos hasta el mar. Suena a un cuento pero fue una realidad tan ingeniosa como dura. Con abarcas, sin traje de neopreno. Ni era un sueño ni afán de aventura, aunque algo de todo esto había: era el trabajo de los navateros, con el que transportaban la madera que se extraía del Pirineo hasta la desembocadura del Ebro. El XXXII Descenso de Navatas por el río Cinca recordará mañana domingo este oficio, declarado Bien de Interés Inmaterial por el Gobierno de Aragón.


En esta ocasión, bajarán dos navatas de dos trampos (cada grupo de troncos) a partir de las 11.00 desde el puente de Laspuña y, como es habitual, llegarán hasta el de Aínsa. Los navateros volverán mañana a la ‘placha’ de Laspuña (explanada en la orilla del río) para ultimar los preparativos tras un pasado fin de semana intenso en el que ataron los troncos. Será el momento de aguar la madera y se acoplarán los trampos para dejarlas en el agua. Aunque en la orilla hay muchos más trabajando, sobre las plataformas bajarán este año unos doce navateros.


Son puestos muy deseados pero en los que se van dando relevos. "Por mucho que duela, hay que bajarse de la madera", resaltó Daniel Castillón, de Laspuña, que ya cedió su puesto. Navegarán veteranos como Daniel Pallaruelo, José Antonio Murillo, Joaquín Garcés, Paco Sierra o Antonio Lavilla, y es posible que vuelva Juan García, del que Castillón resalta la actitud de trabajo y el respeto al río que les inculcó.


El último navatero


Mariano Pallaruelo, de 88 años y nacido en Puyarruego, que recibió recientemente un homenaje en Monzón, es el único que sigue vivo de aquellos que aprendieron el oficio de la madera hasta 1949, cuando se realizó el último descenso por el río Cinca. Desde entonces se transportó por camión, como ya se hacía desde décadas antes en el entorno de los ríos Aragón y Gállego. La madera que se picaba en el monte se bajaba con los troncos sueltos por los barrancos y los ríos (en aragonés, barranquiar) y se agrupaba en el Cinca. Al principio, al pie de Badaín, hasta la construcción a principios del siglo XX de la central de Lafortunada, y después en Laspuña.


Severino Pallaruelo, sobrino de Mariano, creció escuchando las historias de su padre Luis, de su abuelo y de su tío, herederos de una tradición "inmemorial" que se remonta más allá de la época romana, ya que en los relieves asirios del Museo Británico de Londres, se aprecian imágenes. Y es que aquello que inicialmente le pareció exclusivo de su zona era una oficio extendido por toda Europa y con mucho arraigo con países como Alemania, donde próximamente se celebrará un encuentro internacional de asociaciones de almadieros a las que acuden las tres altoaragonesas.


El primer descenso de esta nueva etapa, ya como una recreación, fue en 1983, cuando Severino Pallaruelo le sugirió al etnógrafo Ángel Gari la posibilidad de que las navatas volvieran a surcar el Cinca. En ese momento, no imaginaron la repercusión que iba a tener, aunque les sorprendió que mucha gente de la zona se acercara. Ese fue el inicio.


Todo empieza cada año en la luna menguante de enero, momento de cortar los verdugos de sarga, que hace poco más de un mes retorcieron para convertirlos en las cuerdas naturales con las que se atan los troncos. En estas primeras faenas se suman miembros de la Asociación de Nabateros de la Val D’Echo, que preside Enrique Climente, y los de la Galliguera, con Pedro Borau al frente, que ya realizaron sus descensos el 7 de mayo y el 24 de abril respectivamente. Aunque Climente no podrá acudir, de los navateros del Gállego habrá algún participante en el descenso.


La fiesta empieza hoy con el aguado de las navatas y el III Descenso popular de kayaks y piraguas (11.30), que organiza el Club Atlético Sobrarbe (CAS) y que cada año suma participantes. A las 18.00, tendrá lugar el homenaje navatero, en el monolito de Puyarruego. A las 8.00 de mañana habrá un homenaje floral en el monumento, a las 9.00 se celebrará la misa y a las 10.00 el almuerzo juntos a las almadías.


A las 11.00, saldrán las navatas desde Laspuña hasta Aínsa. No es más que el inicio de un viaje que les llevaba el primer día hasta Monzón y el segundo a Fraga. Según detalla Pallaruelo, a partir de ahí la duración era más incierta porque la navegación por río el Ebro era más irregular, aunque en general les costaba siete días. Después, volvían andando y, ya en el siglo XX, regresaban en tren hasta la desaparecida estación de Barbastro y a partir de allí en autocar. En ese viaje no iban buscando aventuras pero, sin querer, las encontraban.

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