Las obras de la autovía a Jaca solo avanzan en cuatro kilómetros y siguen paralizadas en 38

Las máquinas trabajan únicamente en el túnel de 2.885 m entre el Alto de Monrepós y Caldearenas. El tramo Congosto del Isuela-Arguis se retomó hace un mes con la adecuación de los accesos.

Desde la planta de hormigón de Escusaguas, el viaducto, el talud y, al fondo a la derecha, la boca norte del túnel de 2.885 m.
Desde la planta de hormigón de Escusaguas, el viaducto, el talud y, al fondo a la derecha, la boca norte del túnel de 2.885 m.
Rafael Gobantes

En vez de sumar tramos de autovía en la principal puerta de entrada al Pirineo, por el puerto de Monrepós, se restan. Ahora, hay tres kilómetros menos de vía rápida por el desvío provisional que se ha tenido que abrir en la calzada sentido Huesca de la A-23. Esta se ha convertido en bidireccional, tras el desprendimiento del pasado domingo por la noche que obligó a cortar la vía hacia Francia pasado Nueno. A partir de allí, es en una especie de ‘scalextric’ en el que el paso de uno a dos carriles es constante hasta Jaca. Y así será durante muchos años, porque solo hay obras en los 4,1 km entre el Alto de Monrepós y Caldearenas.


En el resto del trazado hasta Jaca, hay 38 kilómetros sin máquinas, aunque los 3,3 del congosto del Isuela hasta Arguis –el tramo que sigue al que ahora está cortado– se retomaron hace un mes con la adecuación de los accesos a la obra. Con todo, no hay muchos más cambios en el terreno, si bien se ha desbloqueado la construcción que se paralizó en 2010 una vez iniciada. FCC, que ha construido el siguiente tramo entre Arguis y Alto de Monrepós (inaugurado en octubre de 2014), prepara la actuación desde sus oficinas a pie de obra. De este modo, hasta que empieza la autovía en el puerto hay casi siete kilómetros de curvas.


Pero lo bueno se acaba pronto, ya que este tramo de 3,9 km, que costó 78,8 millones, es el último de vía rápida hasta la entrada a Sabiñánigo. Desde el alto del puerto hasta Caldearenas es el único en el que trabajan las máquinas ahora. Son 4,1 km (con un presupuesto de 119,2 millones) poco visibles para los conductores de la N-330, ya que un túnel de 2.885, el más largo de toda la autovía, atraviesa la montaña para salir al antiguo núcleo de Escusaguas, en la carretera de Caldearenas. Allí es donde se ha montado la base de operaciones y se ha instalado una planta de hormigón, de la empresa de Sabiñánigo Hormyapa. Acciona, que es la adjudicataria de la obra, tiene sus oficinas en la boca norte de este túnel, cuyo revestimiento se ha iniciado ahora.


En el exterior, ya se aprecia un talud artificial y bastante inclinado sobre el que pasa una canalización para drenar la zona. Esta desemboca en el barranco, sobre el que ya se ha construido un viaducto apoyado en cuatro pilares. Aunque inicialmente se había proyectado otra solución para la zona, finalmente se ha optado por esta tras apreciar el comportamiento del terreno.


Desde ahí, la carretera irá a enlazar con el siguiente tramo de autovía Caldearenas-Lanave, de 12 kilómetros de longitud. Sin embargo, está paralizado en estos momentos. La empresa Ferrovial ya ha iniciado la construcción de varias estructuras, algunas de las cuales se sitúan junto al trazado actual, y la explanada del terreno. Sin embargo, las máquinas no avanzan. Aunque al tramo anterior le quedan unos años, a este algunos más para permitir la continuidad. El proyecto de los 9,2 km siguientes entre Lanave y el inicio de la autovía antes de llegar a Sabiñánigo se está acabando de redactar, según informó el Ministerio de Fomento, que tampoco dice más.


Pasado el respiro de la autovía hasta el enlace con la carretera de Fiscal, Fomento publicó la resolución para aprobar definitivamente el expediente de información pública y el estudio de soluciones de la variante de 4,7 km de Sabiñánigo, que acumula cinco años de retrasos para evitar los terrenos contaminados por el lindano. Esta vía enlazará en el futuro con los 10,1 km en servicio hasta Jaca.


Después, van los ocho de la variante de la capital jacetana, que unirán la autovía A-23 con la A-21 (Autovía del Pirineo). Fomento aprobó en diciembre el proyecto de construcción, que tiene un presupuesto estimado de 114,6 millones de euros. Además de las distintas velocidades para cada tramo –tanto en la calzada como en los trámites–, no hay dinero presupuestado.

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