El Parque de Ordesa protege su espacio aéreo

El espacio natural recibe cada año entre 6 y 8 solicitudes para sobrevolar, pero muy pocas se autorizan. La última la ha hecho el aventurero Jesús Calleja para ‘Volando voy’.

Con helicóptero o con mulos hasta Góriz.
Con helicóptero o con mulos hasta Góriz.
Héctor Vaquero

La visión desde el cielo del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, además de a los pájaros, está reservada solo a unos pocos ojos humanos. El plan de uso y gestión de este espacio protegido de 15.696 hectáreas preserva el suelo, el subsuelo, y también el aire, con la prohibición de volar por debajo de los 3.000 metros sobre la vertical del terreno para no perturbar a la fauna ni el silencio que buscan los visitantes. La norma contempla muy pocas excepciones, pero cada año se siguen recibiendo de 20 a 25 solicitudes de grabación, de las que entre 6 y 8 incluyen sobrevolar el Parque, más fácil ahora con la tecnología de los drones.


La última petición desestimada es la del programa ‘Volando voy’, del conocido presentador y aventurero Jesús Calleja, quien no podrá surcar con su helicóptero el espectacular cañón del valle de Ordesa, de 15 kilómetros de longitud y con unas paredes de caliza de 800 metros de altura.


Como la suya, "la mayoría de las solicitudes se desautorizan y se reconducen a filmaciones terrestres", explica el director, Manuel Montes. La alternativa que se facilita es la toma de imágenes en altura del valle de Ordesa desde las crestas del cañón, pasando por la pista de las Cutas (de uso restringido). Y aún con autorización, hay límites, como no entrar en las zonas de Reserva y no molestar a la fauna, especialmente al quebrantahuesos. "Incluso en las autorizaciones de vuelo relacionadas con la gestión del Parque se evita pasar sobre áreas muy frecuentadas por el público (el valle de Ordesa) y sobre las zonas de nidificación de aves", aclara Montes.


Para poder fotografiar al quebrantahuesos se habilitó el punto de El Cebollar, en Torla, donde se permite tomar imágenes, previa autorización del Inaga, en un ‘hide’ (escondite fotográfico). Para acceder a él se han recibido este año 92 solicitudes (99 en 2015), que se sortean porque solo se conceden 10 permisos.


La junta rectora desaconsejó la petición de ‘Volando voy’ (el permiso lo otorga el Organismo Autónomo Parques Nacionales). Según la dirección, la productora solicitó grabar en áreas altamente protegidas, como la zona de Revilla y Escuaín, donde habita el quebrantahuesos o sobre los glaciares, y se les dio alternativas como filmar desde la zona periférica. En ello está Zanskar Producciones, que no renuncia a la grabación de un programa sobre la comarca de Sobrarbe, con Ordesa como plato fuerte, y baraja en estos momentos distintas opciones. Instituciones y empresarios de la comarca confían en que finalmente haya una solución porque lo ven como una oportunidad de promoción, "una hora gratis de publicidad en una televisión nacional". Hace unos meses, Calleja grabó desde su helicóptero los Mallos de Riglos.Aviso por los drones

La normativa que prohibe el sobrevuelo es similar en todos los Parques. En concreto, el Plan Rector de Uso y Gestión de Ordesa impide "con carácter general" el vuelo "de aeronaves o artefactos con o sin motor" a menos de 3.000 metros sobre la vertical del terreno al considerarlo una actividad "incompatible" con la conservación. En la zona periférica, la restricción es de 1.000 metros. Se exceptúan "los casos de emergencia, seguridad y salvamento y aquellos justificados por motivos de gestión del Parque Nacional o los autorizados para el mantenimiento y suministro de los refugios de montaña". No todos los usuarios conocen la norma, más fácil de burlar ahora gracias a los drones. Hace unos días, el Parque de la Caldera de Taburiente (Canarias), lanzó un mensaje en las redes sociales dado "el incremento observado en los últimos meses de sobrevuelo con aparatos no tripulados".


Al refugio de Góriz llega el helicóptero en contadas ocasiones. Según explica el guarda Luis Muñoz, de junio a septiembre se usa dos veces al mes, y hay tres vuelos para todo el resto del año. El refugio está siendo ampliado y en los meses que se trabaja en las obras, se hace un viaje por semana. Eso si, aclara, "siempre evitando el paso por el centro del valle de Ordesa".


También cuentan con autorización los proyectos de investigación, del CSIC o los de distintas universidades, que requieren subir material a zonas alejadas. Por ejemplo, un estudio del Instituto Pirenaico de Ecología en el lago de Marboré. Lo mismo ocurre con reportajes divulgativos promovidos por las administraciones, como el vídeo sobre la geomorfología del Patrimonio Mundial Pirineos-Monte Perdido. Otra excepción, relacionada con la gestión, es la subida de suministro para apoyar a la ganadería extensiva trashumante.


Manuel Montes recuerda que detrás de las máximas restricciones al vuelo, lo que se persigue es preservar el silencio y la calidad del medio natural "que el visitante disfrute de un paisaje en calma sin perturbaciones de ruidos ni elementos extraños".

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