Se derrumba y cae a la calle parte de un muro del castillo de Argavieso, declarado BIC en 2006

?El Ayuntamiento ha pedido a la DGA que intervenga porque hay más áreas que presentan peligro.

Muro del castillo de Argavieso
muro del castillo de Argavieso
Rafael Gobantes

Parte del muro del castillo de Argavieso, conocido también como el Palacio de los Gurrea, se derrumbó la mañana del domingo y cayó a la vía pública. Aunque no hubo daños personales, este incidente ha hecho saltar de nuevo la alarma en esta localidad de la Hoya de Huesca por el estado de ruina en el que se encuentra este Bien de Interés Cultural (BIC), declarado en 2006. Por ello, el Ayuntamiento de Argavieso ha enviado una carta al Gobierno de Aragón para reclamar su intervención en la construcción de origen medieval y transformada en muchas ocasiones a lo largo de su historia. Ahora, pertenece a varios particulares después de que el último propietario, el conde Ignacio de Llanza y Bobadilla, lo vendiera a los vecinos en nueve lotes en 1934 y se dividiera su estructura en viviendas. Ahora, solo reside una familia en uno de los torreones.


Los enormes sillares del muro cayeron junto a este, cerrando la estrecha vía que conduce a la puerta de la fortificación, y provocaron tal estruendo que salieron los habitantes de esta vivienda. La enorme polvareda les impidió durante unos segundos ver el alcance del destrozo. "Es una pena y hay que buscar una solución, sobre todo por el peligro que hay", comentó ayer la propietaria Lourdes Galve. "No pasó nada, pero si llega a haber alguien, lo mata", aseguró la alcaldesa de Argavieso, Mónica Soler, que comunicó ayer la situación por carta a la DGA. Un técnico de la Comarca de la Hoya acudió para hacer un informe, que se sumará al de los Bomberos de Huesca, que se desplazaron al mediodía del domingo para acordonar la zona y revisar el muro. Ahora, Soler espera que Patrimonio de la de DGA realice su informe y se busque una solución.


Además, esta no era precisamente la zona que aparentemente presentaba un peor estado. De hecho, unas inmensas grietas recorren otras partes de muro de esta edificación, de la que los primeros documentos datan de 1097, cuando era propiedad de Fortún Garcés del Valle, tras la conquista de Huesca. Por ello, hay incluso una zona del entorno vallada para evitar el paso ya que, aunque hay muchos escombros en el interior, parte de los elementos han ido cayendo durante décadas por la ladera de la meseta sobre la que se asienta. Situado a la entrada del pueblo, es de excelente sillería y presenta una planta irregular asimilable a un rectángulo, aunque achaflanada en los flancos del oeste, según la descripción del Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés (Sipca). Estos muros oscilan entre los treinta y quince metros, con una altura de cuatro plantas que le dan gran envergadura.


La puerta principal, en cuyo pasadizo de acceso se han producido los desprendimientos, es de grandes dovelas y presenta el blasón familiar de los Gurrea. Esta flanqueada por dos torreones, uno de ellos es la vivienda habitada y al otro se accede desde un pasadizo contiguo, donde quedan las bodegas del sótano cubiertas por bóveda de cañón. En el interior del castillo, había un patio donde se recogía el agua de la lluvia, ahora repleto de escombros y maleza. Este sistema incluso lo utilizaron las familias que adquirieron los lotes para convertirlos en viviendas en el siglo XX. Además, se mantuvo el salón de baile renacentista que promovió Juan de Gurrea en 1550. En el primer piso, hundido en gran parte y donde se situaba la planta noble, quedan restos de una capilla. Por otra escalera, se accede al horno del pan, de cuyo exterior se han desprendido los sillares.


Encima de la puerta de acceso se encuentran algunas de las estancias de la casa de Lourdes Galve, que nació allí hace 67 años. Su abuelo, que fue administrador del Palacio de los Gurrea, adquirió el torreón. En su patio, ha conservado el muro de sillares originales y al exterior tampoco se han abierto más huecos. Justo enfrente se encuentran las bodegas, una de las cuales fue durante años, hasta 1994, el bar del pueblo que regentaba la familia de Galve, como detalló su hijo Roberto Escar. Lourdes también recordaba ayer cómo era la vida en el castillo en su niñez, aunque las últimas familias que residían en el interior –a su casa se accede desde el exterior– se marcharon hace medio siglo aproximadamente. Después, la ruina se ha apoderado del conjunto. Solo se ha restaurado su casa. "Prácticamente ya estaba así cuando se declaró BIC en 2006", comentó la alcaldesa. Por ello, reclaman una actuación.

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