La ruta vicentina gana adeptos en un día festivo que también se dedica a esquiar y a comprar

Los oscenses celebraron ayer la fiesta del copatrón, con naranjas como símbolo del martirio en Valencia.

El busto relicario de San Vicente.
El busto relicario de San Vicente.
Rafael Gobantes

Cada año son más los oscenses que se suman en la celebración del día del copatrón, San Vicente, a la ruta que recorre los lugares de Huesca vinculados al mártir, en los que se explica su historia. La visita comenzó al mismo tiempo (11.00) que la misa solemne oficiada por el obispo, Julián Ruiz, en el Convento de la Asunción, en la calle de Las Cortes de la capital. Esta se quedó pequeña para acoger a cientos de fieles, que se llevaron una naranja bendecida como símbolo del martirio en Valencia. En total, se repartieron unos 50 kilos.


Es el día grande tras el encuentro de la víspera en torno a la hoguera, con la longaniza y las patatas asadas. De hecho, también hubo reparto de estas ayer en Puerto Venecia, ya que son muchos los que aprovechan este día para ir de compras a Zaragoza o para esquiar en el Pirineo.


"Nos gusta esta mañana de San Vicente. No soy de aquí pero llevo unos años y la disfruto", comentó Amelia Regla, a la salida de la misa. Al igual que a su acompañante, María Pilar Gambau, le hacía especial ilusión la naranja bendecida. También a las hermanas Vega (9 años) y Emma López (7), que vivieron este día por primera vez y se mostraban muy ilusionadas.


Se sumaron al recorrido por los lugares vicentinos que había empezado antes en la plaza de López Allué, donde se tuvieron que crear dos grupos ante la masiva respuesta. Entre ellos, había un chico valenciano que está trabajando en Huesca y su madre, Merche, que quisieron seguir los pasos de su patrón en Huesca. Después, se dirigieron a la iglesia de San Pedro, donde se encuentra el busto relicario del santo y donde fue bautizado.


Desde allí, marcharon a la iglesia de San Vicente, La Compañía, en la que se pueden contemplar las pinturas de la bóveda alusivas al santo. Allí se proyectó un audiovisual sobre los lugares vicentinos y, por último, en el convento de la Asunción, que es donde se crió con sus abuelos y padres, se explicó quién es San Vicente.


Ayudaba al obispo Valero a predicar en Zaragoza y lograron que muchos se hicieran cristianos. Esto llegó a oídos del emperador Diocleciano y mandó detenerlos. A Valero lo destierra, pero a Vicente lo llevan a Valencia y sufre muchos tormentos hasta que muere (año 304), resumió la guía de la diócesis, Antonia Buisán. Lo echaron a un muladar para que lo devoraran las fieras, pero lo respetaron. Al final, lo arrojaron al mar con una rueda de molino, pero las aguas lo devolvieron a la orilla.


La Corporación municipal, precedida por los maceros, timbaleros y la guardia de gala, participó en la misa. Además del alcalde, Luis Felipe, y la concejal de Fiestas, María Rodrigo, acudieron muchos otros ediles del PP y del PSOE, así como José Luis Cadena, de Ciudadanos. No acudió ninguno ni de Cambiar Huesca ni de Aragón Sí Puede. Y es que la asistencia a estos actos es voluntaria.


Con todo, se ha creado un grupo de trabajo para revisar el Reglamento de Protocolo. Participaron las mairalesas, como Silvia Robledo (11 años), del barrio de La Encarnación, y Soraya Sánchez Vinué (10 años), de la peña Los 30, para quienes fue su primera vez. No lo fue para mayor de la peña María Gállego, pero lo vivió con más emoción.

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