"Me perdí, me mojé los pies y aguanté todo lo que pude, pero estaba muy preocupado"

Adolfo Lanau, el vecino de 83 años de Huesca que pasó el sábado más de 13 horas desorientado, celebró ayer el final con Juanjo Pérez Laborda, el chico de 33 que lo encontró.

Su nieto Pablo, su hijo Adolfo (detrás), su mujer Avelina, Adolfo Lanao y Juanjo Pérez.
Su nieto Pablo, su hijo Adolfo (detrás), su mujer Avelina, Adolfo Lanao y Juanjo Pérez.
rafael gobantes

Adolfo Lanau Cabrero, el vecino de Huesca de 83 años, que fue hallado con vida cerca de la medianoche del sábado tras pasar más de trece horas desaparecido en el entorno de la capital, celebró ayer el feliz desenlace de una forma muy especial: arropado por su familia y con el joven que lo localizó cerca del Castillo de Torresecas, Juanjo Pérez Laborda, al que no dejó de mencionar desde que se encontraron. Después de pasar la noche en el hospital San Jorge, donde comprobaron que se encuentra bien de salud, descansaba ayer en su casa mientras recordada lo sucedido. Con poco más que un zumo de naranja natural que había desayunado, pasó todo el día.


"Me metí en el carrascal que está al final del andador de la antigua vía del canfranero hasta Alerre y ya vi que salí por un sitio que no conocía. Tendría que haberme dado la vuelta, pero pensé que encontraría otro camino", comentaba ayer. Siguió caminando y caminando mientras tenía como referencia el pico de Gratal, que observa a diario en su paseo habitual hasta la vieja estación de Alerre, pero en cuanto se hizo de noche ya no le sirvió. Aunque no estaba muy lejos de donde empezaron a buscarlo, lo encontraron al ampliar el radio. De noche, "los caminos y los campos estaban con barro y charcos de agua en los que me metí y acabé sucio y con los pies mojados", detallaba. Por eso, cuando empezó a llover ligeramente poco antes de que lo localizarán, pensó que solo le faltaba que le cayera un chaparrón encima.


"Aguanté todo lo que pude, pero estaba muy preocupado por la familia", relataba. Entonces, vio las luces que iluminaban el exterior de un chalé y pensó que tenía que llegar hasta ahí para dar el aviso, porque Adolfo Lanau no llevaba teléfono móvil. En ese momento, le deslumbraron los faros del vehículo de Juanjo Pérez y se acercó. "Fue el primer coche y la primera persona que vi en todo el día", reconocía. Ahí, pasadas las 23.30 y más de trece horas después de que saliera de casa, acabó su periplo.


Este joven de 33 años se sumó a última hora al dispositivo de búsqueda organizado por la Policía Nacional, en el que participaron Policía Local, Guardia Civil, Voluntarios de Protección de Civil de Huesca, Bomberos de la Hoya, de Huesca y Ayerbe, voluntarios y familiares, como sus hijos Adolfo y Javier. Juanjo frecuenta la zona de Torresecas porque tiene una finca cerca, en Banariés, y al observar el dispositivo en la ermita de Loreto se acercó a preguntar qué pasaba y si necesitaban ayuda. Como conoce el entorno, les indicó unos caminos por donde podían buscar. "Dejé a mi novia en casa (en Huesca), me dio una corazonada y volví. ¿Cómo no iba a ayudar si podía ser mi padre?", explicaba ayer.


A su regreso, se encontró a los mismos guardias con los que había hablado y decidieron inspeccionar dos caminos. Casualmente, Adolfo Lanau estaba en el que se adentró Juanjo con el vehículo y a los 15 minutos lo localizó cerca de la perrera de Torresecas. "Yo echaba las luces antiniebla y las largas y él al verlas se acercó. Entonces ya le dije que qué buena cara sacaba y que con una buena sopa...", explicaba ayer Juanjo Pérez, que se dirigía a Adolfo Lanau con mucha ternura. "Es que ya le he cogido cariño", admitía. Sin embargo, "lo primero que dijo él cuando subió al coche es la que había montado y la preocupación que tendría la familia", comentaba Juanjo Pérez.


Una vez en el coche le ofreció chicles, lo único que llevaba, y se puso en contacto de nuevo con los miembros de las fuerzas de seguridad, que decidieron que era mejor no moverlo del mismo para el traslado al hospital por si tenía alguna fractura. "No pasé hambre ni sed porque ya he aguantado más de un día sin comer", indicaba. Por fortuna, se encuentra en perfecto estado.


También su mujer, Avelina Martín, sus hijos, Adolfo y Javier, y su nieto Pablo, de 15 años, que fue el primero que salió a buscarlo con su abuela en cuanto lo echaron en falta en casa, estaban ayer felices y sobre todo muy agradecidos a las fuerzas del seguridad, a todos los voluntarios y a los medios de comunicación que difundieron la fotografía. "Es increíble la gente que se puso a buscar", resaltaba ayer Adolfo (hijo), que no tenía palabras para expresar sus sentimientos.


Adolfo Lanau, que rechazaba el uso del móvil, a partir de ahora llevará uno porque ya le han explicado sus hijos que –tal y como les indicaron las fuerzas de seguridad– con una aplicación de GPS del 112 podrían haber localizado la ubicación del dispositivo y haberlo encontrado antes.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión