El plan de electrificación rural llevará la luz a ocho pueblos que todavía no tienen servicio

La mayoría están en el valle de la Guarguera, una zona que ha sufrido especialmente la despoblación.

Begoña Montori y Emilio Ramón, delante de su casa en el pueblo de Rapún.
Begoña Montori y Emilio Ramón, delante de su casa en el pueblo de Rapún.
Rafael Gobantes

Thomas Alva Edison construyó en 1878 la primera lámpara incandescente y un lustro después la iluminación eléctrica llegó a Aragón. Han pasado casi 140 años desde aquel invento y todavía hay pueblos en la provincia sin suministro, un problema paliado en parte gracias a las energías alternativas. Ascaso, en el municipio de Boltaña, es el último en reivindicar la conexión. Aquí se celebra cada agosto la Muestra de Cine más pequeña del Mundo, y aprovechando este tirón la asociación de vecinos presentó en el Gobierno de Aragón y en la Diputación de Huesca el bautizado como Manifiesto de Cineastas Luz para Ascaso, apoyado por 114 personas de todo el país ligadas al séptimo arte.


Es solo uno de los muchos pueblos para los que la luz eléctrica resulta todavía una aspiración. Endesa ha recibido este año ocho solicitudes, las de Bentué de Nocito, Used, Bara, Seso, Silves, Rapún, Revilla y Sercué, que se están tramitando. La compañía eléctrica ya no participa en ningún plan de electrificación, pero sí lo hizo entre 1998 y 2005, en colaboración con el Gobierno de Aragón y las diputaciones, con un gasto en toda la Comunidad de 60 millones de euros. Los dos primeros se descolgaron y ahora el peso de la inversión lo lleva la Diputación de Huesca. Los planes de los últimos 13 ejercicios han supuesto una inversión de 7’6 millones de euros. El presupuesto para este año es de 900.000 €, con un 85% de aportación de la institución.


El grueso de los núcleos sin servicio está en la franja del Prepirineo, explica el jefe del área de Desarrollo de la Diputación de Huesca, Francisco Orduna, sobre todo en la Guarguera, que sufrió especialmente la lacra de la despoblación en los años 60 y 70. Muchas aldeas se han vuelto a ocupar, con neorrurales o antiguos vecinos, que alimentan sus casas con placas solares pero quieren la seguridad de un tendido convencional. Solo en esta zona hubo doce fases distintas de los planes de electrificación, y aún quedan pueblos sin luz.

"Es complicado, caro y difícil"

Los proyectos, con una elevada inversión, se desarrollan normalmente en varios ejercicios presupuestarios. Al coste se añaden las trabas ambientales, pues casi todos están en áreas protegidas, de Ordesa o de Guara, lo que complica los trámites y encarece aún más las obras, si hay que optar por tendidos soterrados.


"Hemos apostado por que todos los pueblos tengan líneas eléctricas, siempre que haya gente viviendo allí. Son servicios básicos que se merecen. Si queremos recuperar nuestros pueblos, tenemos que hacerlo con hechos y no con palabras. Hay explotaciones ganaderas y negocios de turismo rural, a los que un tendido eléctrico da seguridad", señala Jesús Lasierra, alcalde de Sabiñánigo, el municipio con más obras de este tipo. No es extraño teniendo en cuenta que se trata de uno de los más extensos de España, con 82 pueblos agregados, de los cuales 54 están habitados


?Sabiñánigo ha puesto en marcha obras en los últimos años en San Román, Allué, Bara, Bentué de Nocito y Used, y ahora busca financiación para Rapún. A Bentué y Used se llevó la línea, pero falta la distribución en baja tensión, es decir, el cableado de las calles. En el resto está más avanzado y los vecinos ya pueden solicitar la conexión. El proyecto con más presupuesto, 500.000 euros, ha sido el de Bara, donde hay que cubrir muchos kilómetros. "Extender el servicio es complicado, caro y difícil", explica Lasierra, quien aclara que las obras las promueve el ayuntamiento, "con el apoyo generoso de la Diputación y alguna ayuda puntual del Gobierno de Aragón". El primer pueblo fue Laguarta, en 2006, todo un hito, y todavía quedan núcleos como Cerésola y Artosilla, donde solo disponen de energía solar.


El segundo municipio con más pueblos sin luz es Boltaña, embarcado en la electrificación de Silves y Seso. Con un coste de 240.000 euros, lleva cuatro años con el proyecto, demorado en parte porque el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) informó negativamente y hubo que modificarlo. La parte soterrada se ha ejecutado y queda el tendido por el aire. Al acabar quedarán tres aldeas: Ascaso, Morillo de Sampietro y Silves Bajo.


También ha sido necesario soterrar el tendido en Revilla, un núcleo de Tella-Sin pegado al Parque Nacional de Ordesa con ocho casas de segunda residencia y la estación biológica Monte Perdido, donde realiza actividades la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos. Cuando hace unos años se planteó invertir en el mantenimiento de las placas solares o electrificar, la apuesta fue por la energía convencional.

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